La foto de la izquierda muestra el momento del incendio ocurrido en mesa redonda el 29 de diciembre del 2001. La foto de la izquierda muestra a Mesa Redonda en la actualidad. 

(Fotos: Archivo El Comercio/ Jesús Saucedo)
Claudia Sovero Delgado

Este Diario realizó un recorrido por los jirones Andahuaylas, Cusco y Puno para ver la situación de , a 18 años del terrible incendio que acabó con cientos de vidas. En la zona se pudo identificar que, pese a la gran cantidad de fiscalizadores municipales, los comerciantes informales persisten en establecerse en las veredas y pistas con sus productos para las fiestas de fin de año. En esos mismos jirones, el sábado 29 de diciembre de 2001 a las 7:15 p.m., la demostración de un artefacto pirotécnico causó la muerte de aproximadamente 277 vendedores, clientes y transeúntes por quemaduras, asfixias y traumatismos.

Para combatir la informalidad y establecer el orden en la zona, la Municipalidad de Lima inició este año el Plan Navidad 360°, a fin de garantizar la seguridad en la zona comercial del Mercado Central, Mesa Redonda y la avenida Grau. Según la comuna, agentes y brigadistas vienen realizando un trabajo diario y permanente de erradicación del comercio informal, e inspección de galerías en los jirones Ayacucho, Andahuaylas, Puno, Cusco, Inambari y Montevideo.

Durante el recorrido que realizó este Diario por las mismas calles, donde ocurrió el incendio, pudo comprobar que la venta ambulatoria siguen causando caos en la zona. Los estibadores transitan con sus carretas por todos los espacios vacíos que encuentran sin respetar la vía que hizo el municipio para ellos. Cada hora, unos 10 fiscalizadores con equipo especial acuden al lugar acompañados de un camión, solo en ese momento los vendedores ambulantes dejan la zona.

-Historia de una sobreviviente-

Martha de la Cruz, de 72 años, fue una de las sobrevivientes del incendio ocurrido en Mesa Redonda, en el Cercado de Lima, hace 18 años. Hoy es la representante de las 250 personas que conforman la Asociación de Damnificados 29 de Diciembre, fecha en la que se reúnen –cada año– para recordar a las víctimas mortales que dejó la tragedia.

La sobreviviente se describe como “una vendedora por campañas”. A inicios de diciembre, ofrecía adornos navideños, y pocos días antes del 24 iniciaba la venta de juguetes. El viernes 27 empezó a ofrecer cotillón por Año Nuevo. En enero se sumará a las campañas escolares. El día del incendio, trabajaba como ambulante junto con su hermana, quien citó a su sobrina para que les llevara el almuerzo y unas chompas para pasar la jornada.

A las 7:15 p.m. de aquel 29 de diciembre del 2001, Martha escuchó que las personas gritaban: “Saqueo”. Esto no la sorprendió, ya que era algo que pasaba muy seguido en esa época; por ello, no prestó atención al inicio. Sin embargo, segundos después, oyó una fuerte explosión, seguida de “muchas luces en el cielo” y gritos cada vez más fuertes. “Entonces, empecé a correr por el jirón Cusco hasta la cuadra 7. Al llegar allí, me arrodillé y me puse a rezar. Luego, intenté seguir avanzando, pero no se podía pasar; había carretas y puestos de otros vendedores por todos lados. Me armé de valor y subí encima de los carros. Así llegué a la altura del edificio del Reniec [a una cuadra de la avenida Abancay]”, contó.

Un patrullero de la Policía Nacional la llevó hasta el hospital Grau, donde permaneció internada por un mes: tenía fuertes quemaduras en las piernas y manos. Debido a estas lesiones, Martha no puede trabajar con normalidad hasta la fecha, puesto que aún siente mucho dolor en esas partes de su cuerpo.

Al salir del hospital, se enteró de que su hermana y su sobrina –quienes la acompañaron en esa trágica noche– habían fallecido. Sus familiares le ocultaron la noticia mientras se recuperaba en el hospital. Las dos víctimas se encuentran hoy en el pabellón 53 del cementerio El Ángel, ubicado en El Agustino, donde hay una zona especial para los fallecidos de Mesa Redonda. En unos 60 nichos de ese sector, todavía se lee la inscripción NN.

Martha se juntó ayer con los familiares de aquellas víctimas de la tragedia que aún no han sido identificadas para pedir justicia. “Pero no pudimos reunirnos con tranquilidad. En la cuadra 7 del jirón Cusco, había muchos vendedores ambulantes. No hay orden ni seguridad en la zona. No hemos aprendido nada después de lo que pasó”, dijo De la Cruz.

Contenido sugerido

Contenido GEC