A inicios del siglo pasado no había un lugar donde los niños huérfanos o en estado de abandono pudieran vivir. Algunos eran acogidos por la iglesia. Otros terminaban en las calles.
Augusto Pérez Araníbar, un médico y filántropo de origen arequipeño que no había tenido hijos, se propuso construirles un hogar. Pero, para ese entonces, andaba abocado a la construcción del Hospital Arzobispo Loayza, donde había invertido buena parte de su fortuna junto con otros miembros de la Sociedad de Beneficencia de Lima. Así que recurrió a Víctor Larco Herrera, Miguel Echenique, Thomas Valle e Ignacia Rodulfo Viuda de Canevaro. En 1930 inauguraron el Puericultorio, con una hermosa vista al mar, al que se le conoció como “el palacio de los pobres”.
“Se construyó con áreas recreacionales, grandes pabellones de vivienda y colegios. Incluso aquí había un huerto, panadería y animales. Esto, en ese entonces, quedaba a las afueras de la ciudad”, cuenta Cecilia Hamann de Pennano, directora del Puericultorio. El centro tenía incluso un pequeño bosque hacia los acantilados de lo que hoy es la Costa Verde.
Tras la inauguración de la obra 800 niños fueron a vivir ahí. Las habitaciones eran enormes y podían cobijar hasta 90 niños. Una cama al lado de la otra.
“Eso era lo ideal en esa época. Pero desde el 2008 se ha cambiado el concepto de orfanato por el de centro de acogida”, explica Hamann. Ahora se ha reorganizado el centro en núcleos más pequeños, como familias, donde los niños pueden desarrollarse con una identidad propia.
Esta organización facilita también a los profesionales el cuidado de los menores, quienes llegan en mayor medida no por una situación de orfandad sino de crisis familiar. “Hay muchas familias disfuncionales, mucha violencia y descuido. El Puericultorio buscar brindar un espacio saludable a aquellos niños que han vivido una situación de violencia o abandono mientras el Estado realiza las investigaciones tutelares", dice.
Los niños y adolescentes que llegan al centro de acogida no deberían quedarse más de dos años. "Ese tiempo lo aprovechamos al máximo para brindarles las herramientas que necesitan para ser felices y poder enfrentar los problemas que puedan pasar en sus hogares”, dice la directora. Actualmente, añade, también están brindando talleres de crianza a los padres y tutores.
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