Para llegar a los más de 33 mil de adultos mayores de 65 años de Loreto que todavía no tienen ni una dosis de la vacuna contra el COVID-19, los vacunadores tienen que lidiar con la desconfianza, las ‘fake news’ que llegan más rápido que las embarcaciones de sus brigadas y el reto de ser la región más extensa del país.
La distancia importa –y mucho–, pero no es el único factor. Carlos Álvarez, director del Centro de prevención y control de la Dirección de Salud de Loreto, reconoce que las dudas siguen siendo un elemento importante en la reticencia a protegerse. “Hay quienes nos dicen que no tienen confianza, creen que es una vacuna experimental, que les van a inocular un chip y hay un grupo que no la acepta por factores religiosos”, explica. El otro problema es la falta de recursos. Por cada brigada que sale a las comunidades apartadas para llevar vacunas, un centro de salud se queda sin personal. “Tenemos que equilibrar cuánto tiempo dedicamos a las brigadas y al servicio en sí”, dice.
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Loreto es la región con la menor cobertura de adultos de 65 años a más (55,8%), pero no la única. A más de cinco meses de que empezara la vacunación de este grupo vulnerable, la brecha parece haberse estancado. En todo el país hay más de 640 mil personas de 65 años a más sin vacunarse, según la actualización del Repositorio Único Nacional de Información en Salud (Reunis) hasta el viernes 3 de setiembre . Desde los 60 años la cifra bordea el millón y cuando se agrega el grupo de 50 años hacia adelante suman 1,8 millones de personas desprotegidas. Tampoco es un problema exclusivo de las zonas rurales, solo en Lima y Callao hay más de 327 mil mayores de 50 años sin ninguna dosis.
Cobertura pendiente (al viernes 3 de setiembre) | Población que falta vacunar |
---|---|
80 años a más | 182.039 |
Entre 79 y 65 años | 463.416 |
Entre 64 y 60 años | 269.583 |
Entre 59 y 50 años | 876.917 |
Entre 49 y 40 años | 1 649.870 |
Enfrentar mentiras
Gabriela Jiménez, directora ejecutiva de Inmunizaciones del Ministerio de Salud, reconoce que la no aceptación a la vacuna se ha alimentado de dudas no resueltas sobre la seguridad y efectividad, situación que no se limita a zonas rurales. “Así como ‘apus’ de comunidades nativas nos han dicho que piensan que les va a hacer daño, en zonas urbanas los movimientos antivacunas han tenido cierta ganancia del temor de la población”, sostiene.
Hay una palabra clave usada en las campañas de desinformación: experimental. Dos de los grupos que rechazan la vacunación (Organización Mundial por la Vida Perú, que realiza actividades grupales sin mascarillas en Lima; y Médicos por la Verdad, que organiza conferencias presenciales en distintas regiones) difunden teorías sobre un supuesto plan mundial para experimentar en humanos. Lo cierto es que todas las vacunas que se usan en el Perú (Sinopharm, Pfizer y AstraZeneca) han sido autorizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) luego de haber evaluado su seguridad, eficacia y calidad.
“La población escucha ‘prueba’ y ya no quiere vacunarse”, explica Jiménez, quien admite que en este punto hay una debilidad de su sector en el ámbito de la comunicación. “Hemos tenido mensajes que no han sido del todo potentes como hubiésemos querido”, dice.
La desinformación también ha tenido blancos específicos. Desde que aumentó la dotación de vacunas de Sinopharm, también se agudizaron las campañas contra estas dosis, fomentadas en algunos casos por políticos, como el congresista Ernesto Bustamante, sobre quien la Embajada de China emitió un comunicado calificando de difamación sus expresiones que ponían en duda la efectividad de las dosis. Esto provocó que desde agosto haya vacunatorios vacíos en varios distritos de Lima y que la quinta vacunaton, segunda del nuevo gobierno, no lograra alcanzar el objetivo de 600.000 dosis en 36 horas. Pese a ello, Jiménez asegura que esta situación se ha ido revirtiendo conforme se ha ampliado la edad de vacunación. Pero todavía no es suficiente.
Miedo por atender
Otro punto no explorado lo suficiente, agrega la médica Angela Uyen, asesora en políticas de salud de Médicos sin Fronteras, es el temor a posibles efectos secundarios. Un estudio regional sobre intención de vacunarse, en el que se encuestó a 17 mil peruanos, revela el temor a eventos adversos es bastante elevado. “La intención a vacunarse es alta, pero hay bastante miedo a los eventos adversos. En Perú, el miedo es del 90.5% de la población. Esto significa que no hay suficiente información sobre cuáles y qué tan graves son. Ha habido mucha desinformación sobre eso”, explica Uyen, una de las autoras del estudio, a este Diario.
Lo cierto es que no solo en la población adulta mayor hay un grupo reticente a aceptar las vacunas. Aunque ya va un mes desde que se incluyó a los mayores de 38 años en la inmunización en Lima Metropolitana y Callao, todavía no se vacunan más de 119 mil personas de entre 38 y 39 años.
Uyen advierte que la intención a vacunarse también puede reducirse conforme en grupos de menor edad debido a una la falsa sensación de seguridad y poca familiaridad con las vacunas. El notorio impacto mayor del COVID-19 en la población adulta mayor, contribuyó a que los jóvenes se sientan protegidos solo por su edad, pese a que es este grupo es el que mantiene la transmisión del virus. “Las generaciones jóvenes tienen menos experiencias con vacunas. No han visto lo que es tener alguien con polio en el salón o que un niño en la familia muera por neumonía. Mientras que en la época de los mayores era sumamente frecuente las muertes por enfermedades prevenibles”, agrega a este Diario.
Para enfrentar el reto de cerrar brechas, Jiménez señala que se ampliará la estrategia de vacunación domiciliaria, actualmente implementada a través de brigadas de desplazamiento comunitario en zonas rurales, y ubicar a los adultos mayores que aún no son vacunados. El Minsa espera recibir en los próximos días 2 millones de dosis de la vacuna de Sinopharm y 670 mil dosis de Pfizer. El plan es colocar 13 millones de dosis de vacunas durante setiembre, tanto para adultos rezagados como para nuevos grupos etarios.
“En estos días estamos organizándonos de tal manera que vamos a tener brigadas de búsqueda domiciliaria de las personas que tienen pendiente su vacuna, sobre todo la segunda dosis”, explica la funcionaria. Con una eventual tercera ola, urge que esa tarea sea más rápida que la velocidad de un mensaje falso enviado en cadena a cualquier celular del país.
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