Rubén Mayorga. (Foto: Rolly Reyna / Archivo)
Rubén Mayorga. (Foto: Rolly Reyna / Archivo)
Fernando Alayo Orbegozo

Al inicio de la en el país, en marzo último, el representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Panamericana de la Salud (OPS) pidió calma a los peruanos. Iban apenas 7 casos confirmados y ningún fallecido. Hoy el panorama es distinto: los pacientes suman casi 293.000 y los fallecidos, más de 10.000. Al respecto de la evolución del virus en nuestro territorio y de lo que nos depara esta “nueva convivencia”, Rubén Mayorga conversó con El Comercio.

–Acabamos de pasar la cifra de 10.000 muertos por COVID-19 en el Perú. ¿Qué nos dice este número?

Primero, que aquí los casos se cuentan de manera diferente: se incluye a los diagnosticados con prueba molecular y con prueba serológica [rápida]. Por eso no se puede comparar la letalidad del virus en el Perú con la de otros países, ni tampoco el número de pacientes confirmados. [...] Debemos recordar que la mayor parte de servicios sanitarios no están atendiendo, y lamentablemente hubo defunciones por otras causas; entonces no todo el exceso de mortalidad que ocurre se debe al COVID-19.

–Con 32 muertos por cada 100.000 habitantes, esta pandemia ya es el evento de salud pública más letal en la historia del Perú de los últimos años.

Sí, es el evento que ha traído el mayor exceso de mortalidad en las últimos décadas, pero repito: no se debe únicamente al COVID-19. Hay muchas patologías que no están siendo atendidas por la suspensión de los servicios, o porque se ha priorizado la atención de la pandemia.

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¿Cuál es su balance sobre la actuación del Gobierno Peruano?

Ls medidas gubernamentales redujeron el número de muertos y casos, además de evitar que la epidemia creciera rápidamente y se sobrepasara el sistema de salud pública. El Perú está bien cerca de sobrepasar su sistema, está en su máxima capacidad en este momento y desde hace varias semanas, pero sin las medidas de distanciamiento social, cuarentena y demás, todo habría sido más duro. El Ministerio de Salud (Minsa) estimó que se evitaron más de 100.000 infecciones y varios miles de muertos.

–¿Se logró aplanar la curva?

Creo que sí. Lo que aún no hemos logrado es un descenso definitivo en el número de casos. Si en este momento deja de aumentar esa cifra y se vuelve a elevar el registro de muertos, quiere decir que no pudimos salir de la primera ola de infecciones.

–El Perú fue alabado inicialmente por sus medidas restrictivas. Sin embargo, los contagios y los decesos no pararon. ¿Qué falló?

Si bien las medidas fueron efectivas al principio, fueron perdiendo su fuerza por varias razonas. Una de ellas fue que la protección social que anunció el Gobierno no llegó a la gente que tenía que llegar; la población vulnerable no estaba registrada como tal, y tuvieron que salir a ganarse la vida. Eso es lo que lamentablemente falló, y no por falta de ganas, sino por falta de medios para alcanzar a la población necesitada.

–En Paraguay se registraron 19 muertos por la pandemia; en Uruguay, 27. Ambos países tienen un primer nivel de atención fortalecido. ¿Eso fue determinante?

Sin duda alguna. En Uruguay ya estaba montado ese primer nivel [postas, centros de salud locales], mientras que en el Perú estaba desmontado. La desatención de las autoridades en los últimos años nos pasó factura.

–¿Con la reactivación se debe escoger entre salud o economía?

Tiene que haber un balance, porque se necesitan recursos para sostener la respuesta sanitaria.

–¿Cuál es el principal reto de aquí en adelante para el sistema de salud?

Uno de los mensajes del Gobierno fue que, después de esta emergencia, se tiene que reconstruir el sistema único y nacional de salud pública. Es un reconocimiento de que la fragmentación existe, así como la falta de comunicación entre las redes [Minsa, EsSalud, privados] y la falta de intercambio prestacional. Eso es fundamental. También se debe continuar con el esfuerzo de aumentar la capacidad de camas UCI, de hospitalización en general; fortalecer el primer nivel de atención y los equipos de respuesta rápida (ERR) para un debido seguimiento y aislamiento de pacientes con COVID-19.

–El rastreo de contactos, según expertos, fue deficiente.

No se puede aislar a una persona infectada sin asegurarle una protección social y alimentación por los 14 días de cuarentena. Además, para disminuir la mortalidad, se tiene que hacer un seguimiento muy de cerca para medir la evolución de la enfermedad y poder referir al primer signo de complicaciones respiratorias. Entiendo que se está apostando por ello en este momento. Si eso no se garantiza, podría subir la letalidad.

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–¿Es inminente un rebrote en el Perú?

Espero que no sea inminente, pero siempre es posible un rebrote. Con una mejor detección de casos se pueden diseñar cuarentenas focalizadas por distrito, pero garantizando siempre la protección social para que la gente aislada respete la cuarentena. Ese es el gran reto.

–¿El transporte público informal es determinante para un posible rebrote?

Sí. Ver a los buses repletos en Lima no nos deja muy tranquilos, allí no se puede mantener la distancia. Sería ideal que aumenten el número de unidades; con mayor frecuencia, menos gente y menos colas. Las empresas también tienen que poner de su parte y flexibilizar los horarios de trabajo. No se puede imponer sanciones por llegar tarde. La gente se tiene que transportar y encuentra colas desde la madrugada en las estaciones.

–Se habla de una “nueva normalidad”. ¿Es tal?

Una normalidad con COVID-19 no es tal. No hay ninguna normalidad mientras no haya vacuna, o algún tratamiento efectivo. Estamos bastante lejos de alcanzar la inmunidad de rebaño [que el 70% de la población tenga el virus].

–Sobre la vacuna: ¿la participación de peruanos en los ensayos clínicos garantiza que tengamos un lote cuando esta sea producida?

No garantiza nada al país. Hay otros mecanismos que sí [...] La OPS tiene uno de adquisición de vacunas y negociación conjunta llamado el Fondo Rotatorio, a través del cual el Perú compra estos insumos por más de 150 millones de dólares anualmente; entre ellas, contra el sarampión, rubeola, neumococo, gripe y el virus del papiloma humano. Si el país comprara las vacunas directamente al mercado privado, gastaría unos US$400 millones al año. Entonces, la organización está poniendo a disposición de los países de las Américas este fondo para la eventual negociación de las vacunas de COVID-19.

¿Quiénes deben ser los primeros peruanos que reciban la vacuna?

Se han identificado algunas poblaciones vulnerables: el personal de salud y de la primera línea como Fuerzas Armadas; las adultos mayores de 60 o 65 años; y los que tienen comorbilidades. Si se junta a todos ellos, suman entre el 15% y 20% de la población de cada país que debe ser vacunada de forma prioritaria.

–En el mejor escenario, ¿cuándo se tendrían las vacunas?

A principios del 2021. Aunque serían recién las primeras dosis, y el reto es tener las suficientes. Hagamos el cálculo para el Perú: sobre el total, el 15% de la población a priorizar son casi 5 millones de personas; si estimamos un precio barato por vacuna a US$5, el Estado deberá invertir unos US$25 millones. Si la vacuna requiere tres dosis, ya son US$75 millones para que el Perú inmunice a su gente más vulnerable. Por ello es importante que el país participe en mecanismos multilaterales de negociación y establezca sus planes de vacunación ante el COVID-19, identificando a su población.

–¿El Gobierno peruano ya debió haber hecho ese plan?

Ahora no, pero es importante que lo tenga lista hacia fin de año. Nosotros como OMS y OPS brindamos la mejor disposición para apoyar al Perú en la elaboración de ese plan.


¿Qué es un coronavirus?

Los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden llegar a causar infecciones que van desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, que se pueden contagiar de animales a personas (transmisión zoonótica). De acuerdo con estudios, el SRAS-CoV se transmitió de la civeta al ser humano, mientras que el MERS-CoV pasó del dromedario a la gente. El último caso de coronavirus que se conoce es el COVID-19.

En resumen, un nuevo coronavirus es una nueva cepa de coronavirus que no se había encontrado antes en el ser humano y debe su nombre al aspecto que presenta, ya que es muy parecido a una corona o un halo.

¿Qué es el COVID-19?

La COVID-19 es la enfermedad infecciosa que fue descubierta en Wuhan (China) en diciembre de 2019, a raíz del brote del virus que empezó a acabar con la vida de gran cantidad de personas.

El Comité Internacional de Taxonomía de Virus designó el nombre de este nuevo coronavirus como SARS-CoV-2.

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