Ya se ha vacunado contra el COVID-19, pero seguirá protegiéndose como desde el principio de la pandemia. Nelsa Pacheco Baldeón es enfermera en el hospital Arzobispo Loayza y fue una de las primeras en inmunizarse.
Ella es jefa del personal de enfermería de la Unidad de Cuidados Intensivos en su hospital. A su cargo tiene 113 enfermeras y 91 técnicos de enfermería que atienden permanentemente a pacientes críticos. Todos recibirán la vacuna, cuenta.
Durante los primeros meses de la pandemia se sufrió mucho al punto de que muchas de sus compañeras lloraban de miedo y se resistían a atender a los enfermos con el virus. “Muchas renunciaban. Fue muy difícil hasta que agarramos la práctica, la madurez profesional y nos adaptamos, para continuar la lucha”.
El trabajo del personal de enfermería es fundamental en este servicio. Se encargan de hacer monitoreo respiratorio del paciente con el ventilador mecánico, administrar las diferentes drogas, hacer el cuidado básico de alimentación y limpieza.
Fueron –calcula Pacheco– unos de dos meses de adaptación y de ver cómo las compañeras empezaban a contagiarse. “Ya estábamos enfermándonos, pero debíamos seguir adelante”.
Con mucha claridad recuerda el día que un joven con COVID, en estado crítico, se resistía a ser entubado a tal punto que se escapó de la sala UCI, y lo persiguieron médicos, enfermeras y vigilantes. Lograron alcanzarlo, lo sedaron, lo entubaron, pero no fue posible salvarle la vida. Sus pulmones ya estaban muy dañados.
Aunque lograron adaptarse, la situación no deja de ser difícil en el Loayza. El servicio de UCI está colapsado. Tienen 31 camas con ventilación mecánica, pero todas están ocupadas. Mientras tanto, en los pasillos de hospitalización hay unos 80 pacientes esperando por un respirador.
“Pido a la población que nos apoye, que nos ayude, que no salgan, que se cuiden mucho. Acá vemos sufrir a mucha gente. ¡Cómo lloran cuando están infectados y no hay una cama UCI! Es muy triste”, dice.
Del personal de su servicio, un grupo ya ha sido vacunado. El martes 9 de febrero empezó la vacunación en el hospital Arzobispo Loayza. Llenan su ficha de autorización y se vacunan por grupos. En su caso, la licenciada Nelsa Pacheco dice que después de inmunizarse no presentó ningún malestar ni dolor. “Estoy trabajando con normalidad. Con la vacuna podremos seguir luchando contra el virus”.
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