El último lunes un numeroso grupo de 'colectiveros' salió a las calles para exigir su formalización. La protesta degeneró en actos de violencia en varios puntos de Lima. (Foto: Mario Zapata / El Comercio)
El último lunes un numeroso grupo de 'colectiveros' salió a las calles para exigir su formalización. La protesta degeneró en actos de violencia en varios puntos de Lima. (Foto: Mario Zapata / El Comercio)
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Angus Laurie

El lunes 25 de noviembre fue el paro de los colectiveros. Esta protesta generó una gran congestión en algunos puntos de la ciudad. Según El Comercio, 120 personas fueron intervenidas: “42 unidades de los corredores fueron afectadas. Se rompieron las lunas y pincharon las llantas”.

Entre los reclamos de los colectiveros está su necesidad de empleo. Ellos quieren que su servicio sea reconocido como un trabajo formal y que no corran el riesgo de recibir papeletas. Por otro lado, para las autoridades, los colectivos representan un problema grave, pues compiten directamente con el transporte público formal.

Solamente a lo largo de los corredores de transporte público, se estima que operan 30 mil colectivos. Ellos compiten directamente con los corredores rojo, azul, morado y amarillo. Según el presidente de Pro Transporte, Fernando Perera, la operación de los colectivos reduce la demanda de los corredores entre el 30 al 35%. Debido, en gran parte, a la existencia de los colectivos, los operadores de los corredores rojos, azul, morado y amarillo han acumulado una pérdida de más de S/100 millones. Por otro lado, hay que reconocer que estamos todavía dando los primeros pasos de una reforma de transporte en Lima.

La idea que comparten las autoridades –de la ATU, MTC y la GTU– es que deberíamos tener una transición desde unidades pequeñas (combis, colectivos, coasters) con una menor capacidad, hacia unidades más grandes, con una mayor capacidad. Estudios recientes, incluyendo un libro sobre las centralidades de Lima, publicado por la PUCP, muestran que la capital tiene pocas centralidades bien definidas donde se concentran los destinos de ocio y educación. La forma de ciudad, entonces, se presta para un sistema masivo de transporte.

Mientras todos queremos que se mejore el transporte para que uno pueda acceder a toda la ciudad de forma rápida y digna, existen también muchos intereses. La transición de colectivos y rutas de buses tradicionales hacia corredores formales está destinada a generar muchos conflictos. El paro del último lunes fue el primero. Hay 30 mil personas que trabajan en colectivos y quizás haya cientos de miles que laboran en rutas de transporte tradicional. Con la implementación de líneas de trasporte masivo, que Lima desesperadamente requiere, muchas, sino la mayoría de las rutas, tendrán que ser eliminadas, junto con los puestos de trabajo que permiten.

El transporte público no puede ser entendido como una agencia de empleo. Para que la ciudad siga desarrollándose, beneficiando a las economías de aglomeración que genera la convivencia de tantas personas, se requiere un sistema de transporte masivo que permita que todos tengan acceso al gran mercado laboral y a los equipamientos que ofrece la ciudad. El camino no será fácil.

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