A la memoria de Okwui Enwezor (1963-2019)
En 1957 Ghana fue el primer país del África subsahariana en lograr su independencia, marcando así el camino de otros países de la región. Por ello, no es gratuito que el primer Pabellón de Ghana en Venecia se titule “Ghana Freedom”, apelando tanto a la canción popular de estilo highlife compuesta por E.T. Mensah celebrando la nueva nación como a la capacidad creativa y liberadora impulsada durante el gobierno fundacional de Kwame Nkrumah que se vio reflejada en la formación de importantes centros de arte, cultura e investigación. Nkrumah veía el arte como un eje central para el establecimiento de una nueva identidad. En 1966 este proceso se interrumpió por sucesivos golpes de estado que colocaron a Ghana en un largo periodo de inestabilidad social y política y originó una significativa diáspora repartida por el mundo. Es así como el Pabellón “Ghana Freedom” busca invocar ese sentir de diversidad, cosmopolitismo y creatividad ghanesa que va más allá de un territorio geográfico y que hoy se expande globalmente.
“Ghana Freedom” ha sido uno de los pabellones más comentados en la 58va. Bienal de Arte Venecia situado en la Artiglierie del Arsenale (a pocos metros del Pabellón Peruano), su singular diseño conformado por seis espacios de forma elíptica –que hacen referencia a la arquitectura de las casas de adobe de Sigiru– permite accesos múltiples sin que predomine una única forma de recorrido y se complementa con paredes fabricadas de tierra rojiza transportada especialmente desde Ghana. El Pabellón fue comisionado al reconocido arquitecto ghanés-británico Sir David Adjaye, que recientemente diseñó el imponente Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana del Instituto Smithsonian en Washington.
La arquitectura de Adjaye contiene y conecta seis potentes obras de varios artistas, muchos de los cuales tienen una trayectoria internacional de larga data. Por ello, el pabellón –que tuvo como asesor estratégico al reconocido curador recientemente fallecido Okwui Enwezor– no solo reflexiona sobre la conexión que busca establecer Ghana con su diáspora, sino también de manera más amplia, aspira a redefinir la idea de lo nacional, en un mundo caracterizado por flujos migratorios a escala global.
Notas y críticas extensas en los más reconocidos medios globales (CNN, The Guardian, The Financial Times, entre otros) suman a un impecable catálogo, editado por la prestigiosa casa editorial alemana Koening Books –lo que asegura su distribución internacional–. En la inauguración del Pabellón –que contó con la presencia de la Primera Dama de Ghana– la ministra de turismo, Barbara Oteng Gyasi precisó su ambicioso objetivo: posicionar a Ghana en el escenario global como el “destino turístico preferido del África subsahariana”.
La curaduría de Nana Oforiatta Ayim logra que los límites de la nacionalidad y las trayectorias artísticas se entremezclen, visibilizando lo complejo que resulta hoy definir países e historias, liberándonos así de los modelos formales de representación nacional mediante seis artistas ghaneses de tres generaciones.
Felicia Abban –de 83 años–, es considerada la primera mujer fotógrafa de Ghana. En los años cincuenta creo un estudio móvil de fotografía social y luego montó un estudio en Accra. Es allí donde toma especial interés en retratar a la mujer ghanesa con vestidos que representan rasgos de tradición y modernidad (incluyendo estilos europeos). Una veintena de fotografías a media luz aumentan el cariz escenográfico de los retratos femeninos que captan a la sociedad ghanesa de las décadas del sesenta y setenta.
El Anatsui, artista ghanés residente en Nigeria, es reconocido mundialmente por el uso de pedazos de madera, fragmentos de cerámica y envolturas de productos que entreteje entre si. Tres complejos bordados de grandes dimensiones se ubican en una de las entradas principales del Pabellón generando un primer gran impacto gracias al intenso color amarillo del paño principal compuesto por miles tapas de latas aplanadas y piezas de cobre, titulado Earth Shedding Its Skin (2019). La obra de Anatsui busca llamar la atención sobre el consumismo, pero también rendirle homenaje al reciclaje, transformando –mediante técnicas tradicionales africanas– el detritus contemporáneo.
La video instalación en tres canales The Elephant in the Room – Four Nocturnes (2019) del escritor y cineasta John Akomfrah, articula de manera sutil e impactante, imágenes habitualmente inconexas: los mitos de creación del grupo étnico Akan y las historias de las tribus Maroon del Caribe contrastan con escenas de áridos desiertos, la masacre masiva de elefantes en África e imágenes del genocidio en Namibia. Los relatos disruptivos de Akomfrah impactan por sus fuertes contrastes visuales temporales que funden imágenes de realidad, ficción, historia y memoria, produciendo reflexiones de un futuro expectante y a su vez precario.
A estos tres artistas se incorporan las miradas de otros tres más jóvenes: Lynette Yiadom-Boakye (Londres, 1977), una video escultura de Selasi Awusi Sosu (Kumasi, 1976) y una gran instalación de Ibrahim Mahama (Tamale, 1987).
En el contexto de Venecia, saturado de pabellones con miradas eurocéntricas y anacrónicas y otros con halos de nacionalismo, Ghana nos ofrece una lectura fresca, fluida y de-territorializada del arte “global”, un espacio de experimentación y libertad creadora, que estimulan nuevas preguntas sobre conceptos tan amañados como “identidad” y “nación”.
Al concluir la Bienal de Venecia en noviembre de este año, “Ghana Freedom” se presentará en Accra, articulando así el impacto global obtenido por el Pabellón con un mensaje que tenga un impacto local en su propia población. Esto se complementará con una serie de intervenciones y discusiones públicas que examinarán cómo la cultura juega un papel significativo y activador en la construcción de la nación, el turismo y el desarrollo económico del país. Un museo móvil que recolectará y exhibirá historias orales y visuales, objetos, fotografías y documentos de las diversas comunidades en Ghana, buscará establecer formas en cómo el arte y la cultura pueden también resonar e informar en sus vidas cotidianas como un catalizador de cambio social.
Tanto por los aspectos formales y logísticos, como por la diversidad de sus propuestas, el pabellón de Ghana busca que los millones de visitantes que pasan por Venecia se den una idea no solo de la importancia histórica de los artistas de origen ghanés, sino también cómo estos contribuyen al lenguaje contemporáneo instaurando un diálogo global legítimo. El gran impacto del Pabellón de Ghana puede también servir como mensaje al Estado Peruano (con un PBI cuatro veces mayor a Ghana) en relación con la importancia de una decidida inversión y política pública en la promoción de la cultura del Perú en el exterior, proveyendo fondos para que logremos una visibilidad global.