Una muestra del trabajo de la artista peruana.
Una muestra del trabajo de la artista peruana.
Enrique Planas

Correr con sus padres a lo largo de la Panamericana Norte. Desfilar vestida de colegiala, llevando el paso marcial al ritmo de una banda militar. Jugar el juego de las sillas y pelear para no perder el sitio. Juntar a tres rubias de bikini rojo para saltar en una playa soleada de California. Detenerse en una pared de frontón y esperar que una pelota de goma golpee tu rostro en cualquier momento. Caminar desnuda a las 8 de la mañana por la avenida Alfonso Ugarte, hora de mayor congestión vehicular y desprotección personal. Con todas estas acciones, la artista Amapola Prada investiga en la intimidad, lo inconsciente y los impulsos no racionales. En sus obras, presentadas como performances interpretadas de cara al espectador o presentadas en video, resuenan los conflictos sociales de la vida cotidiana.

Licenciada en Psicología Social por la Universidad Católica, la hija del reconocido actor Víctor Prada articula análisis psicológico, teatro físico y performance artística. Son logros suficientes para que el museo Mario Testino (MATE) la haya elegido para una residencia de artista del programa de la Fundación Delfina, en Londres, un espacio de intercambio creativo que promueve el trabajo de los artistas peruanos.

Desde el 2014, esta iniciativa ha seleccionado a los artistas visuales Philippe Gruenberg, José Vera Matos y Alan Poma. Amapola Prada partió ayer a Londres, donde residirá por 6 semanas. Como resultado de esta estadía, ella realizará en el 2018 una exhibición en la Sala Temporal I del MATE, para mostrar el proyecto producto de esta experiencia. “Me parece muy valioso dar un espacio y apoyo para los procesos artísticos, tener un espacio en un país estimulante, vivir con artistas de diferentes partes del mundo, donde puedes encontrar contrastes y también similitudes. Es muy valioso”, comenta Amapola con entusiasmo.

“Me parece increíble tener un tiempo para dedicarme solo a hacer un proyecto, sin preocuparme dónde voy a trabajar el mes próximo o cómo voy a pagar el alquiler”, añade. “Invertir en esto es la posibilidad también de ver con anticipación el futuro, anticipar lo que necesitas, generar procesos más profundos para poder tener tiempo para investigar”.

—Artista de acción—
Psicología, teatro, performance. Para la artista, estos hitos de su aprendizaje forman parte de su evolución personal. Sus preguntas empezaron temprano, cuando iba al teatro de niña y no veía representada su realidad. “En los años 80, no veía representados en escena cuerpos peruanos y la población mestiza, migrante, descendientes de indígenas. Quizá estaban en las periferias, pero en el teatro visible, aquel que salía en el periódico, no existían. Y eso siempre me llamó la atención”, recuerda.

Prada es la primera artista peruana en obtener la residencia Delfina.
Prada es la primera artista peruana en obtener la residencia Delfina.

En la Universidad Católica, estudió Psicología para encontrar respuestas. Obtuvo algunas herramientas de análisis, pero seguía sin encontrar el vínculo con la realidad nacional. “Leía textos rarísimos de investigaciones gringas. Sentí que no era el lugar para quedarme”, confiesa. Las preguntas seguían y empezó a llevar talleres de teatro y de investigación en el movimiento con Teresa Ralli, Pilar Núñez o Carlos Cueva. Cuando descubrió el lenguaje de la performance, fue encontrando el medio para hablar desde las acciones y las emociones, y cómo estas nos representan y simbolizan, sea en el ámbito íntimo o social.

Sus primeras performances pueden encontrarse en You Tube: explosivas, viscerales, lúcidas. “Sin dinero, sola y teniendo algo que decir, la performance era mi única posibilidad de comunicar”, explica. Luego comenzó a convocar a otras personas para trabajos en video. Una convocatoria del Instituto Hemisférico de Performance y Política de Belo Horizonte le hizo abandonar un trabajo burocrático y enfocarse en sus investigaciones performáticas. Al año siguiente, Guillermo López Peña, del Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca, la invitó a México para que participara en sus talleres. Poco a poco, cada viaje emprendido fue ampliando sus contactos y experiencias.

Su trabajo es más conocido fuera del país. Ha sido invitada por instituciones prestigiosas como el San Francisco Art Institute, la bienal Performa 11 de Nueva York o la II Bienal Internacional de Performance en Santiago de Chile. En el Perú, lamenta la artista, aún somos muy conservadores frente a trabajos como el suyo. “Hay poca visión de las instituciones. Cogen lo que les llega, no se ponen a buscar. Creo que hay que salir a buscar, no solo en ciertos institutos y universidades, sino en las periferias”, afirma. “No es tan difícil, no se requiere de mucho presupuesto. Es una barrera mental. En la periferia, la gente está haciendo cosas con bajos recursos porque quiere hacerlas. Pero sin apoyo, no son sostenibles a largo plazo. Hay que ser muy tenaces para continuar”.

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