Parte de la culpa la tiene Walt Disney. En 1942, la compañía presentó “Saludos, amigos”, una ficción animada que incursiona en Sudamérica. El relato es previsiblemente tierno, para toda la familia, folclórico y paternalista. En el segmento de Perú se menciona a los incas y asoma una llama danzarina. En la parte de Chile, el protagonista es Pedrito, un avión bebe que tiene la misión de atravesar el temible Aconcagua –la montaña aparece con cara de monstruo– y llevar una carta a Argentina. La respuesta a ese exotismo naif se llamaría Condorito.
Cuando vio a Pedrito, René Ríos Boettiger –el caricaturista chileno más conocido como Pepo– reaccionó con una suerte de ¡plop! antes de que él universalizara el ¡plop!: sintió que ese avioncito no representaba a Chile. Entonces se propuso crear un personaje que sí lo hiciera. Así nació Condorito, a quien Pepo le dio la idiosincrasia pícara, conchuda, ingeniosa y empática de un sobreviviente de a pie. El cóndor es tan austral como latinoamericano: figura en el escudo nacional de Chile y sobrevuela por la Cordillera de los Andes, esa cadena majestuosa de montañas que se eleva en Chile, Perú y otros países. La xenofobia es inconcebible en ese glorioso antihéroe llamado Condorito. Sobran las evidencias al respecto. Ahí está, por ejemplo, Titicaco, su amigo de ojos achinados que proviene del Altiplano y que se viste con chullo y pollera.
—Hermandad regional—
La fraternidad latinoamericana se mantuvo en “Condorito: la película” (2017). Su realización estuvo a cargo de profesionales y artistas de Colombia, México, Chile y nuestro país. Uno de sus codirectores fue el peruano Eduardo Schuldt.
Tal apuesta internacional, sin embargo, desconcertó, sobre todo porque el espigado y canchero plumífero sumaba nuevos matices a su personalidad y a su humor. Lo que sigue es un spoiler de la cinta: por amor y devoción a Yayita, Condorito deja la vagancia y se propone ser un antropomorfo responsable. Algunos siempre preferirán su esencia vagabunda plasmada en las historietas. El debate está abierto.
—¡Exijo una explicación!—
El absurdo y los juegos de palabras son dos pilares del humor de Condorito. En sus viñetas delirantes, nuestro antihéroe ha sido futbolista, árbitro, mayordomo, nudista, pirata, monaguillo y un larguísimo etcétera. Pero lo más recordable es que suele andar en chancletas en Pelotillehue.
Y su creador Pepo recurría con frecuencia a los diálogos polisémicos que oscilan entre la confusión y la ternura tonta que da risa pero que requiere de arte y elaboración. Por ejemplo: Condorito es un mesero del restaurante Kakunka, ubicado en la selva. En el local transcurre este diálogo:
–¿Qué se van a servir, caballeros?
–No sabemos. ¿Cuánto sale comer por persona?
–Eso depende. ¿La persona con papas o ensalada?
La tira, desde luego, es rematada con varias personas cayéndose de espaldas y con el onomatopéyico y simbólico “¡plop!” estampado en la última viñeta. Las intervenciones de más de un congresista en el reciente debate del pedido de vacancia del presidente provocaban una reacción afín.
El uso del lenguaje puede generar consecuencias insospechadas. Un aluvión de memes, comentarios y críticas se desató luego de que la parlamentaria Yeni Vilcatoma señaló: “Su abogado [Alberto Borea] no pudo defenderlo [al presidente Pedro Pablo Kuczynski]. No pudo. Lo único que hizo fue invocar a Condorito. Y Condorito, señores, es chileno. Es chileno”. Bienvenidas sean todas las interpretaciones de esta frase.
El periodista Beto Ortiz consultó a Vilcatoma sobre esta particular lógica y asociación. La legisladora descartó que sus palabras tengan un sentido xenófobo. También indicó: “Yo voy a que, una vez más, solamente por eludir su responsabilidad, el presidente nos hace quedar como los tontos de la película, y aquí el vivo es el chileno”.
No es novedad que el Congreso del Perú sea un ámbito difícil de descifrar. También dan ganas de verlo como un espacio poblado de misterios, a semejanza de las historietas de Condorito, que están llenas de enigmas. Ahí figuran los ovnis que se cuelgan en sus viñetas, los ojos que aparecen en buzones o alcantarillas, o frases como “Muera el roto Quezada” (esta anotación obedece a una venganza personal de Pepo). Estos misterios engrandecen aun más a Condorito.