Sí, es cierto: en todos lados proliferan gestualidades oportunistas, buscando el éxito fácil o el escándalo en el arte o su mercado. Pero hay veces, también, que una obra presentada en un concurso o en una exposición genera escándalos que nos hacen retroceder 100 años atrás, desde el momento en que Marcel Duchamp presentó su célebre fuente en la una exposición organizada por la Sociedad de Artistas Independientes de Nueva York. La historia es conocida, aunque parece que no hemos aprendido nada de ella: Con su célebre urinario de porcelana, el artista de vanguardia demostró que cualquier objeto ordinario podía considerarse una obra de arte con tal de que el artista lo quitara de su contexto original y lo situara en una galería o un museo la declarara como tal.
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Un siglo después, las siempre combustibles redes sociales se encendieron tras el anuncio de los ganadores del XXI Concurso De Escultura Premio IPAE a La Empresa, organizado por el C.C. Británico. Un nuevo escándalo en el estrecho mundo del arte local, protagonizado por los que rechazan y los que defienden a la obra “18 huecos”, creada por la artista plástica Viviana Balcázar, la cual comparte el premio del certamen con “Vuelo ancestral”, del escultor Víctor Guadalupe. Desde indignación hasta sutiles sonrisas irónicas, la pieza ganadora reabre viejos debates que intentan definir qué es arte o si es necesario ponerle límites. Lo cierto es que ambas piezas recibieron un premio-adquisición de seis mil dólares cada uno.
Viviana Balcázar Villacorta es egresada de la Facultad de Arte y Diseño de la PUCP, con mención en Escultura. Su obra, realizada este año en cerámica, pesa aproximadamente 4 kilos y sus medidas son iguales a las de un tabique ordinario. “Muchas veces asociado a lo inconcluso y la edificación inacabada, el ladrillo se ha vuelto parte del paisaje urbano limeño e icono del progreso. La obra ’18 huecos’ busca reevaluar y reivindicar a este símbolo, elevándolo a la categoría de huaco, reconfigurando así el pasado para hablar del futuro”, señaló la artista en la presentación de la obra.
La artista ya sabía haber sido seleccionada por el jurado a inicios de noviembre, pero la controversia surgió luego que las imágenes de las obras ganadoras fueran divulgadas recientemente en las redes del C.C. Británico. Desde entonces, la artista ha recibido mensajes ofensivos. “No puedo negar que al principio todos esos comentarios me afectaron, pero debo tomarlo de donde vienen. Es muy fácil emitir juicios en una pantalla”, dice. En conversación telefónica con la escultora de 28 años, Balcázar afirma que no le incomodan las críticas, pero sí le afectan estos comentarios sin mayor reflexión. “Supongo que es fácil tirar piedras sin pensar en cómo se dicen las cosas, es algo que pasa mucho en las redes sociales. Se asumen muchas cosas, no solo de la obra sino sobre mí. Algo muy curioso que leí es que el arte conceptual parte de las personas adineradas, cuando yo siempre he sido de la clase trabajadora. El arte conceptual puede venir de cualquier lugar”, explica.
Para compartir su proceso de trabajo, la artista partió de la idea de imaginar este concurso de IPAE ligado al sentido aspiracional detrás de todo premio. “En mi práctica artística, siempre he relacionado las constantes observaciones que hago de la calle y cómo me voy sintiendo con ellas. Pensé en el ladrillo como aquello que uno busca tener, el deseo de construir su casa propia como una forma de crecer. Aquellas paredes sin tarrajear son una evidencia de que las personas quieren seguir construyendo”, explica.
A este concepto, la artista sumó el ícono del huaco moche. “Antiguamente, en épocas prehispánicas, cuando se hacían las cerámicas precolombinas, eran una forma de ritual, aquello que uno deseaba, así fue como hice el nexo entre el huaco y el ladrillo, como aquel crecimiento que uno desea”, explica. Como señala la escultora, uno de los referentes que inspiraron una escultura como “18 huecos” es la obra del desaparecido artista limeño Juan Javier Salazar (1955 - 2016). “Siempre mi arte se ha basado en lo que veo en la calle. Es una presencia presente y constante”, afirma.
“Una obra no tiene por qué ser académicamente estética para ser considerada arte. Es un facilismo quedarse con paisajes bonitos, y declarar ‘feo y malo’ a todo lo que salga de la normativa. Creo que hace falta darle más vueltas a nuestra reflexión”, añade la artista, que actualmente expone en la Galería del Paseo en Miraflores y en la muestra “Pasaporte para un artista”, concurso de la Alianza Francesa en donde quedó finalista.
El concepto no es un ladrillo
Escuchar a los especialistas podría hacer reflexionar a los indignados. David Flores Hora, curador y crítico de arte, celebra la existencia de la polémica pues, afirma, “sería muy triste que la práctica artística no genere ninguna posición, ni a favor ni en contra”. Por ello considera vital el debate que se pueda generar alrededor de la obra.
En ese sentido, para Flores Hora, el trabajo de Viviana Balcázar merece todo su respeto. “No se puede reclamar ‘purez’ a su escultura, ni ningún valor decimonónico, en estos tiempos de permanente experimentación, señala. “Debemos entender la obra en su contexto –añade-. Se trata de un concurso de escultura, no es una exposición individual, ni una escultura pública”.
Para su colega, Max Hernández Calvo, “18 huecos” resulta un trabajo sumamente interesante, que conjuga diversas lecturas. En primer lugar, destaca la forma artesanal de Balcázar para producir un objeto que se fabrica en serie, de forma industrial. Asimismo, este tosco trabajo de cerámica, remite a un universo de tradiciones artísticas locales, localizables en nuestro pasado precolombino. Además, como apunta el crítico, la obra establece asociaciones con la precariedad y la práctica autoconstructiva que definen las condiciones de vivienda en gran parte del país.
Pero además de estas diferentes lecturas, Hernández destaca la cuota de humor del trabajo: “La artista toma una cuestión fáctica, los 18 huecos de los ladrillos, para titular su obra. Al hacerlo, está poniendo énfasis en vacío. Tienes un ladrillo, pero su título alude a la nada enmarcada por ese objeto. Allí hay un comentario ligado a su referente, una mirada crítica muy claramente presente a nuestros sistemas de construcción”, apunta el crítico.
Deconstruir un malentendido
Ciertamente, muchas de las críticas al premio inciden en cómo puede haberse reconocido con seis mil dólares una pieza realizada de manera tan burda. Si un ladrillo hecho a mano y sacado del horno puede ser reconocida como una obra de arte. Para zanjar la cuestión, Hernández nos recuerda que la sofisticación de la obra de Balcázar no radica en su manufactura, sino en su concepto. “La idea de esta obra demanda una manufactura ‘chacra’, para poder generar todo ese universo de lecturas”, defiende el crítico y curador.
“Lo cierto es que muchísima gente no ha seguido el desarrollo de la Historia del Arte, los debates en este campo y cómo han sido planteados, cuestionados y redefinidos sus criterios de apreciación. Entiendo que la gente se sorprenda y se desconcierte si no está al tanto de eso. Y la culpa no es del auditorio, sino del mismo campo artístico que no ha sabido difundir sus discursos”, señala Hernández.
Los otros elegidos del premio
También resultó ganador del premio auspiciado por la Asociación empresarial IPAE la obra en técnica mixta “Vuelo ancestral”, del escultor de Bellas Artes Víctor Guadalupe Tineo, que se inspira en la geometría Inca. Su composición vertical está dividida proporcionalmente en una sección inferior de granito constituida por una serie de planos, relieves, texturas y vacíos, que encajan con la segunda sección realizada en madera de cedro. En lo alto, reposa y encaja un elemento curvo de piedra natural que integra el conjunto que sugiere solidez y ligereza a la vez.
Además de las obras de Balcazar y Guadalupe, quienes recibieron un premio-adquisición de seis mil dólares cada uno, el jurado integrado por las artistas Patricia Camet, Veronica Crousse y Sol Toledo destacaron con menciones honrosas la obra “La ventana a medio abrir, una mirada al presente” de Felipe Escalante, “Arqueología del futuro” de Gonzalo Fernández y “Sin título (Caverna)” de Arturo Claudett.
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