Escenaa de "La escondida"
Escenaa de "La escondida"
Diana Mery Quiroz Galvan

Hay preguntas que nos persiguen desde siempre. Son, en gran medida, aquellas que nacen del amor, el dolor o la incertidumbre. En el caso del bailarín Franklin Dávalos, las interrogantes que lo acompañan desde hace 37 años se remontan a su origen biológico. Con más dudas que certezas en la mente pero con la como aliada, Dávalos decidió librar una batalla personal en el escenario. Así nace “La escondida”, montaje que plantea un diálogo con la madre ausente y, a la vez, un ejercicio de reconciliación del hombre con su esencia femenina. La puesta se presenta hoy en el MAC de Barranco.-

ENTRE LO PERSONAL Y LO SOCIAL
De corte autobiográfico, "La escondida" tardó nueve meses en materializarse. Pero como el propio artista cuenta, "hay obras que no nacen en el primer día del ensayo, sino que nos atormentan toda la vida". Esta creación escénica se inició con la pregunta de por qué y una revisión de la propia existencia del autor: ¿qué significa ser madre desde el punto de vista del hijo? Este cuestionamiento detonó una serie de preguntas adicionales que tienen que ver con los roles sociales establecidos y el derecho que tiene la mujer a decidir sobre su propio cuerpo.

¿Existe la necesidad de convertirse en madre? ¿Qué espera la sociedad de ella? ¿Debe una mujer ser madre para considerarse completa? "Estas son imágenes que encarcelan. Todos, sobre todo los varones, debemos repensar nuestra relación con lo femenino y el lugar de la mujer en el mundo. Yo diría que hay que dinamitar estereotipos. Ese es un poco el propósito de mi trabajo", confiesa Dávalos.

SIMBOLISMO EN ESCENA
La obra de un solo acto utiliza pocos elementos, pero está llena de símbolos. Hay dos momentos claves. En el primero aparece el bailarín moldeando una imagen con arcilla. "Soy un hombre que usa un vestido de mujer para dar a entender la imagen idealizada de la madre y la mujer perfecta", comenta el también coreógrafo. El fondo musical que se utiliza es el "Stabat Mater" de Rossini, pieza que sirve para crear una atmósfera litúrgica. Luego, la tonalidad cambia y el espacio es invadido por el ritmo de una cumbia, tema que hace alusión "a la desfachatez del cuerpo".

"Los símbolos que aparecen en el montaje sirven para generar vínculos con los espectadores. Imagino que cada uno podría estar creando su propia imagen de la madre", agrega. "La escondida" es también una alegoría a esa mujer que se oculta detrás del cuerpo de un hombre. La intención, precisa el intérprete, es que "la pregunta sobre su propia femineidad resuene en el espectador masculino". En medio de una sociedad machista, donde abundan las figuras y roles tergiversados, la interrogante se hace más que necesaria.

MÁS INFORMACIÓN
Lugar: MAC (Museo de Arte Contemporáneo). Dirección: Av. Almte. Miguel Grau 1511, Barranco. Horario: Hoy, 7 p.m. Entrada: en boletería. 

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