Gerardo Chávez inauguró su monumental retrospectiva en el Museo de la Nación. (Fotos: Ministerio de Cultura)
Gerardo Chávez inauguró su monumental retrospectiva en el Museo de la Nación
Juan Carlos Fangacio

Partido difícil el que se animó a disputar Gerardo Chávez: inaugurar su retrospectiva “Chávez 80” la misma noche en que la selección peruana enfrentaba a Bolivia por las Eliminatorias. “Pensé que no iba a venir nadie”, dijo alguien por ahí, pero casi mil personas llegaron a la torre Kuélap del Museo de la Nación para la ceremonia. Gol del artista trujillano.

Afuera, un infierno: la Javier Prado hervía de entusiastas hinchas blanquirrojos camino al estadio Monumental, mientras un auto se estampaba contra la estación del Metro de Lima –sin heridos graves que lamentar–. Adentro, otro infierno, pero armonioso: entre el bestiario múltiple creado por Chávez, un diablo y un ángel en zancos recibían a los invitados, antes de que el maestro, tan agripado como conmovido, ofreciera sus palabras de gratitud: “Estas obras, producto de 65 años de trabajo, reflejan los callejones que escogí para estar más cerca de mis sentimientos. Son pintura traducida en juego, porque sobre todo me he divertido muchísimo”.

Y luego, el recorrido: su trabajo más reciente, en tela de yute, acaparando el primer piso; el dibujo al pastel graso de los años 70, en el segundo; la retrospectiva que se remonta a sus inicios en Bellas Artes y sus primeros años en Europa, en el tercero; y en el cuarto nivel, sus famosos carruseles, pinturas de espíritu colorido e infantil que destilan su lado más lúdico.

La obra de Gerardo Chávez. (Foto: Rolly Reyna)
La obra de Gerardo Chávez. (Foto: Rolly Reyna)

—Danza macabra—
Para cerrar la ceremonia, algunos de los monstruos de la exposición cobran vida para desplazarse en comparsa entre los salones: el minotauro, guardián nigérrimo y vigoroso; enanos con ruedas en vez de extremidades que entran en trance; y una mujer danzante al ritmo de la cumbia “Cariñito”. Un circo ambulante, entre la gracia y el espanto.

A la mañana siguiente, el maestro llega temprano a su taller porque “todavía hay mucho por hacer”. Se disculpa por haber omitido en su discurso a los amigos fallecidos, Arturo Corcuera y Milner Cajahuaringa, y hasta comenta los goles de Flores y Cueva (“Ganarle por un gol a Bolivia también tiene algo de suerte”, matiza). Y su palabra vale: también él brilló en esa noche triunfal.

MÁS INFORMACIÓN
​Lugar: Museo de la Nación. Dirección: Javier Prado Este 2466, San Borja. Temporada: hasta el 18 de noviembre. De martes a domingo, de 10 a.m. a 8 p.m. Ingreso: libre.

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