Dicen que un hijo es una pregunta que cada padre le hace al destino. Hogar, familia, célula básica de la sociedad, etcétera: complejísimo asunto que compromete espacios que van más allá de la mano que mece la cuna. Que inicia en alguna uniformidad cromosomática pero se termina desbordando en la complejidad de la naturaleza, en esa flexibilidad emocional. De todo lo cual, a veces, dan mejor cuenta aquellas imágenes dispersas que materializan memorias olvidadas, esos álbumes familiares alterados, aquellos recuerdos que reconstruyen la fantasía de lo no vivido.
Un poco de todo eso y algo más contiene la tercera edición de un festival que proyecta multiculturalismo desde su convocatoria. Artistas de China, Israel, México, Brasil, Cuba, Chile, Argentina y Perú presentan una multitud de fotografías que, pivotando sobre el peliagudo asunto de familia y propiedad privada, hacen clic sobre una de las narrativas más importantes en el quehacer fotográfico y arco sensible para la investigación visual contemporánea.
ÁLBUM RITUAL
"El lugar de la fotografía en esos rituales ha sido determinante en su impacto cultural desde el siglo XIX hasta ahora. En tanto antología de las representaciones de la familia, esta exposición deviene en una investigación sobre las representaciones del espacio privado, los hábitos, las relaciones con la propiedad y el Estado, así como los diversos roles sociales de acuerdo a la clase, el género o la raza", dice el investigador y curador cubano Juan Antonio Molina.
Así, puso el objetivo en cazadores de imágenes familiares procedentes de México (Pedro Meyer, Patricia Aridjis, Yvonne Venegas, Veronique Chapuy, Guillermo Serrano, Manuel Parra), Brasil (Bruno Bresani, Camila Falcao y Paula Huven), Cuba (René Peña, Eduardo Muñoz y Alejandro González), Chile (Nicolás Wormull) y Argentina (Gustavo Germano), a los que se sumó una muestra local compuesta por Leslie Spak, Christian Fuchs y Gabriela Concha, una paralela de Xiao Hui Wang (China), Meirav Heiman (Israel) y la bipersonal de los peruanos Jaime Graña y Camila Toro.
De manera que el ojo descorre el polvo de algún álbum familiar olvidado y reelabora estéticamente en torno al concepto de archivo. Cruces entre la memoria individual y la memoria colectiva, eventos históricos y traumas sociales. Recuerdo y luto. Rituales domésticos y fiestas. El cuerpo y su sexualidad. El espacio doméstico como propiedad. La estratificación social, la arquitectura, los espacios marginales. Toda una diversidad que, por supuesto, también compromete conceptos alternativos de familia, problemáticas de género, violencia intrafamiliar y masculinidades.
OJO CRÍTICO
"Más allá de los sentimentalismos con los que generalmente se asume la experiencia de la pérdida de los seres queridos, las representaciones de la familia en la fotografía suelen poseer un tono grave, cercano al duelo y la nostalgia", dice el curador cubano cuya iconoclasia permite auscultar, por ejemplo, los estados de rebeldía, placer, angustia, frustración y esperanza de adolescentes cubanos enfrentados al discurso oficial. El mismo que, en otra serie de fotos pretendió el borrado histórico al líder Joaquín Ordoqui que su nieto fotógrafo restaura con valentía.
En suma, una revisión crítica y frecuentemente irónica de los discursos tradicionales sobre la llamada 'célula básica de la sociedad'. Los rituales que sostienen esos discursos, las tramas ideológico subalternas que se entretejen en los intersticios. Un diálogo de ausencias y remembranzas, que dice mucho de lo que no se habla, responde las preguntas que nunca se hicieron y pone en technicolor lo que no se ve.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Casa Fugaz, Monumental Callao.
Dirección: Jr. Constitución 250.
Fecha: del 25 de agosto al 3 de noviembre.
Horario: lunes a domingo de 11 a.m. a 6 p.m.
Ingreso: libre.