Ana Orejuela junto a su obra, "La migración de los árboles".
Ana Orejuela junto a su obra, "La migración de los árboles".
/ Luz Sarmiento Tello
Alfonso Rivadeneyra García

El chiste recurrente en redes sociales es que en Lima están prohibidos los árboles. No lo están, claro, pero uno podría pensar eso si camina por gran parte de la ciudad, donde la sombra de un árbol puede ser difícil de hallar. La relación del ser humano con las áreas verdes es una conversación presente en todos los entornos, sea el político, el social y, por qué no, el .

Allí entra en juego la exposición “La Migración de los Árboles”, proyecto de arte participativo de la artista peruana Ana Orejuela (Lima, 1965), ganadora del Surge Fund 2023 de la Fundación McKnight por esta obra. La muestra consiste de una instalación interactiva de 12 troncos de árboles que pueden moverse de un lado a otro. La idea es que estos árboles recorran la ciudad, empezando por el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica en San Isidro, para después llegar a la Facultad de Arte y Diseño de la PUCP y continuar en el Centro de Lima.

“Estos son árboles muertos, o sea murieron en pie, murieron porque estuvieron enfermos y SERPAR los taló porque se volvieron peligrosos y podían caerse. Entonces estos árboles los he tomado prestados para salir a la calle y que tengan un mensaje, un mensaje de amor, de supervivencia”, contó la artista a El Comercio desde Chorrillos, donde las piezas de la muestra están almacenadas hasta que llegue el día de la exhibición. Al acabar el recorrido de la muestra, los árboles serán enterrados.

“Parto de la frase de Charles Darwin (naturalista británico), de que no es el más fuerte ni el más inteligente el que sobrevive, sino el que más capacidad tiene de adaptarse a los cambios; pero dándole la vuelta y aplicando esto a nosotros, a la humanidad. Nosotros tenemos que hacer un cambio ahorita. Tenemos que hacerlo. Nos estamos secando. De ahí viene la idea de la migración como proceso de adaptación para la sobrevivencia, los bosques migran, literalmente. Es imperceptible, tarda años”, añadió la artista, para quien esta obra es un “canto a la vida”.

“Sí, quiero hablar de la deforestación, pero desde el lado positivo, de que somos capaces de mejorar nuestra relación con los árboles, con la naturaleza. Somos capaces de dar vida, somos capaces de tocar esculturas que normalmente no se pueden tocar. Somos capaces de reconfigurar este bosque. Eso es un poco la idea”, sostuvo.

Orejuela no concibe un momento en el que no hizo escultura; para ella siempre ese fue su camino en las artes. Es parte de su vida, dice. Primero fue alumna de Letras en la PUCP. “En realidad siempre sabía desde niña que quería estudiar arte, pero a la hora de tomar la decisión me asusté”, recuerda ahora, cuatro décadas después. Mientras estaba en Letras hizo escultura con Margarita Checa, una de las mayores artistas plásticas del Perú. Pero aun así primero pensaba en ser pintora. Es en una de esas cuando la también escultora Anna Maccagno le hizo darse cuenta que cuando ella pintaba, pintaba volumen. “Y fui totalmente consciente que el color como color no me interesaba, me interesaban las luces y las sombras para buscar volumen, las formas. Y me gusta siempre mucho el trabajo manual, el contacto con la materia”, dijo.

DATO

“La migración de los árboles”. Desde el 10 de enero en el Centro Cultural de la PUCP (Av. Camino Real 1075, San Isidro). Más información sobre las próximas sedes en la cuenta de Instagram @lamigraciondelosarboles.

Contenido sugerido

Contenido GEC