Knightley conoció personalmente a Gun antes de que empezara la filmación.
Knightley conoció personalmente a Gun antes de que empezara la filmación.
Rodrigo Moreno Herrera

Katharine Gun arriesgó su matrimonio, su carrera y su propia libertad con tal de hacer lo que ella consideraba correcto. En el 2003, mientras el gobierno de Estados Unidos se preparaba para la invasión de Iraq, Gun era traductora del Cuartel General de Comunicaciones del gobierno (GCHQ), uno de los tres servicios de inteligencia que tiene el Reino Unido.

En aquel entonces recibió un correo electrónico con una petición de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos para que el GCHQ colabore en espiar a delegaciones de la ONU. Todo ello con el fin de obtener votos a favor en instancias internacionales para iniciar la guerra contra Iraq. En lugar de redirigir el mensaje, ella decidió hacerlo público.

Esta es la trama de “Secretos de Estado”, filme dirigido por Gavin Hood, que esta semana ingresó a la cartelera local. El Comercio conversó con su protagonista, Keira Knightley, quien confiesa recordar claramente cómo se desarrolló el conflicto con Iraq, pero había pasado por alto el nombre de Katharine Gun. “No recordaba en absoluto su historia. Yo entonces tenía 18 años. Recién cuando leí el guion quedé fascinada por lo que ella vivió. Pensé que sería interesante arrojar luces sobre su vida”, afirma.

SOBRE EL PERSONAJE

Knightley tomó conciencia de la seriedad del caso cuando conoció a Gun por primera y única vez. Este encuentro se dio antes de la filmación y la extrabajadora del GCHQ asistió con su familia. “Era la primera vez que hablaba con alguien que no podía responder ninguna pregunta por razones legales, ya que ella está bajo la Ley de Secretos Oficiales”, cuenta.

Aquella conversación se centró en los sentimientos de Gun mientras su caso se desarrollaba bajo la lupa de la esfera pública. “Ella no se arrepiente de lo que hizo, me dijo que lo volvería a hacer”, revela.

Para la actriz, esta historia es sobre la verdad y sobre los valores de la sociedad. “Creo que a todos nos gustaría pensar que diríamos la verdad, pero no estoy segura de si yo lo hubiese hecho en su lugar [de Gun]. Criamos a nuestros hijos para decir la verdad, pero en este momento no celebramos a quienes lo hacen”, explica Knightley.

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