"Logan": lo bueno y lo malo de la película con Hugh Jackman
"Logan": lo bueno y lo malo de la película con Hugh Jackman

Aunque parece haber un consenso -de la crítica y fanáticos- en cuanto al alto nivel mostrado por la película "Logan", algunas personas piensan que la última cinta de como el mutante Wolverine está lejos de ser una obra maestra.

Presentamos dos posiciones encontradas a raíz del estreno del filme.

[ALERTA DE SPOILERS: esta nota presenta detalles de la trama de "Logan"]

TRES RAZONES A FAVOR

Por Diego Pajares Herrada.

1. Un superhéroe real. Quizás la mejor película de Marvel, "Capitán América: Winter Soldier", se alejó de la fórmula del blockbuster de superhéroes para entregarnos una película de espías e intrigas. Algo parecido sucede con "Logan": durante la mayor parte de la película los efectos especiales se mantienen al mínimo para entregar escenas crudas en clave western y road movie que favorecen al personaje: un Logan cansado y harto de vivir, que piensa en el suicidio, pero que siente la carga de ocuparse del Profesor X y es casi obligado a ayudar a la pequeña Laura. Cada situación que atraviesa, además, lleva el signo del mutante Wolverine y es fiel a los cómics: a donde vaya, las personas a su alrededor sufren. 

2. Soberbia actuación de Patrick Stewart. A diferencia de las anteriores entregas de "X-Men", en "Logan" a Patrick Stewart le sobran elementos para lucirse como actor. Interpreta a un Charles Xavier senil, exiliado en México porque su mente -la más poderosa del mundo- es considerada un arma de destrucción masiva. El estado perfecto de un personaje para que su intérprete alcance niveles shakespieranos y nos saque tanto sonrisas como lágrimas. Para todo seguidor de "X-Men", escuchar decir al Profesor que "no merece" una noche de felicidad, es desgarrador. Y aún así, Charles Xavier (sobre la piel de Patrick Stewart) nos deja claro que nunca dejó de creer.

3. X-Men meets "Stranger Things". Dafne Keen ofrece una muy buena interpretación de Laura, y ya se han comparado sus escenas en "Logan" con las de la popular Eleven (Millie Bobbie Brown) de "Stranger Things". Pero no es gratuito que tanto ella como sus pequeños amigos entren a tallar en la vida de Wolverine. Durante el filme se les va elaborando el perfil: seres creados in vitro para experimentar con ellos, maltratados y finalmente sentenciados a muerte. Se extiende el lazo padre-hija (uno de los pilares de la película) de Logan y Laura hacia el grupo de niños que sueña con encontrar el Edén. La fórmula funciona.

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TRES RAZONES EN CONTRA

Por Juan Carlos Fangacio.

1. Innecesaria reinvindicación del héroe. Lo mejor de este Wolverine es su decadencia. El aspecto avejentado y vulnerable es lo que le otorga riqueza al personaje, y Hugh Jackman calza muy bien. Por eso tiene sentido que se ponga énfasis en su condición de ex superhéroe, que hoy trabaja de chofer y compra fármacos de manera ilegal. Hacia el final, sin embargo, la película cede a todos los clichés: los mutantitos con súper poderes y un Logan recuperado por arte de magia seguramente cautivan a los fans del cómic. Pero a la esencia sombría y sucia de la película le resta mucho valor. Puro golpe de efecto.

2. Puesta en escena deslucida. De lo anterior se desprenden las formas. Un simple ejercicio: comparemos la brutal secuencia inicial, en la que Logan despedaza a un grupo de maleantes, con el supuesto clímax dentro del bosque. En la primera, el desfile de ultraviolencia es notable, con garras que atraviesan rostros y cuerpos decapitados. Es la brutalidad física como metáfora del páramo moral. En la secuencia final, en cambio, las escenas de lucha aparecen impostadas, sin brillo, y se anteponen los rayos y los poderes mágicos. Para esos artificios, mejor volver a la serie animada.

3. Sentimentalismo como fórmula. Hacer llorar es fácil. Todo el componente emotivo en el cierre del filme está provocado por un cúmulo de trampas narrativas -la música, la agonía, el guión-. Lo mejor de "Logan", por el contrario, está en el Hugh Jackman cínico y desinteresado; en la pequeña Laura impávida y muda; en el profesor Charles Xavier con arrebatos cómicos y delirantes. Todos esos atributos se borran cuando el filme se pone demasiado serio. Esa actitud complaciente ya la hemos visto hasta el hartazgo en Hollywood. Pero parece que siempre funciona.

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