¿Se acuerdan de “Lady Óscar? Primero fue el manga y luego el anime de Riyoko Ikeda, también titulado La rosa de Versalles, aquella fusión de drama histórico, romance y aventura transgénero de una mujer criada como soldado en la corte de María Antonieta previa a la Revolución Francesa. Esta noche, durante la celebración virtual de los premios Óscar, otra revolución parece inminente, también ligada a la irrupción de las mujeres es cotos injustamente reservados a los varones: la nominación a Mejor Dirección. En efecto, en los 93 años de historia de los premios Oscar siempre hubo categorías separadas para mujeres y hombres, salvo algunas como la dedicada a los cineastas. Desde 1929, solo 5 veces se nominó a una mujer como Mejor Directora, alcanzando una de ellas a levantarlo ante el público: Kathryn Bigelow, en 2010.
En el camino se quedaron Lina Wertmüller, la primera mujer en ser nominada por su película “Seven Beauties” en 1976, protagonizada por Gianluca Giannini. En 1993, Jane Campion fue nominada por la película “The Piano”, la inolvidable historia de Ada, joven muda que es obligada a casarse con un hombre de la frontera neozelandeza. Campion fue también la primera mujer en ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Por su parte, la originalísima Sofia Coppola fue nominada al Óscar en 2004 por “Lost in Translation”, filme de culto sobre el amor y los desencuentros culturales protagonizada por Bill Murray y Scarlett Johansson. Seis años después, fue el triunfo de Bigelow y su “The Hurt Locker”, impactante y a la vez íntima película sobre la guerra en Iraq. Esa noche se llevó también los premios a Mejor Película y Mejor Guión Original. En 2018, la californiana de origen alemán Greta Gerwig fue nominada por “Lady Bird”, pero perdió ante Guillermo del Toro que ese año presentó su romance distópico “La forma del agua”.
Hasta entonces, en 90 años, solo 5 mujeres nominadas.
Sin embargo, solo en el pandémico 2021, son dos directoras las nominadas: Emerald Fennell por “Promising Young Woman” y Chloé Zhao, por “Nomadland”, gran favorita según la crítica. Por cierto, para Ricardo Bedoya, deberían haber sido cuatro las mujeres en carrera: “Dos de las mejores películas de 2020 fueron “Nunca, rara vez, a veces, siempre”, de Eliza Hittman, y “First Cow”, de Kelly Reichardt”, señala el crítico. “Destacan, por varios cuerpos de diferencia, de la mayoría de nominadas a la mejor película. El número de candidatas refleja la calidad que alcanzan los trabajos de las realizadoras. Y eso que solo hablamos de cineastas de lengua inglesa. En otras lenguas destacaron directoras como Nuria Giménez Lorang, Elina Talvensaari, Maya Da-Rin, y más”, añade.
Para el crítico Emilio Bustamante es curioso que la primera en ser nominada a mejor directora haya sido una italiana y no una norteamericana, y de las dos directoras nominadas este año una sea china y la otra británica, tratándose de un premio de la industria norteamericana”, acota. “La Academia de Hollywood nunca ha sido muy dada a reconocer a sus directoras miembros o connacionales”, afirma.
El llamado de atención
A lo largo de todos estos años, muchos fueron las declaraciones desde el estrado de la ceremonia para demandar mayor presencia de mujeres en una de las más importantes nominaciones de la noche del Óscar. Un ejemplo del pasado reciente podría ser “El Príncipe de las Mareas” (1991) filme producido, dirigido y protagonizado por Barbra Streisand junto con Nick Nolte. Aunque la película, su elenco y su equipo fueron nominados, la cinta fue sorprendentemente ignorada en la categoría de Mejor Director. Un desaire tan evidente que en la ceremonia del año siguiente, el presentador Billy Crystal se preguntaba en broma si aquella película “se había dirigido a sí misma”.
Quizás fue el discurso ofrecido por Frances McDormand en 2018 la que, poniendo de pie a todas las mujeres, encendió la chispa del cambio que hoy se advierte. Al ser elegida como Mejor Actriz por su interpretación en “Three Billboards Outside Ebbing, Missouri”, desde el escenario del Dolby Theatre dijo lo que muchas colegas antes gritaban sin ser escuchadas. McDormand pidió a todas las mujeres presentes ponerse de pie antes de soltar la arenga más poderosa que se recuerde en ceremonias recientes: “Colóquense de pie todas, Meryl (Streep) tú también, si tú lo haces todas lo harán. Levántense todas, directoras, productoras, guionistas, directoras de fotografía, compositoras, diseñadoras... Todas. Miren alrededor, damas y caballeros, porque todas tenemos historias que contar, proyectos que financiar. No nos hablen en las fiestas esta noche. Invítennos a sus oficinas en un par de días, o pueden venir a las nuestras, lo que les funcione mejor, y les hablaremos de ellas. Tengo dos palabras para ustedes esta noche, damas y caballeros: cláusulas de inclusión”.
Por “cláusulas de inclusión” se conoce a la exigencia en un contrato de exigir al menos el 50% de diversidad, no solo en el reparto sino también en el equipo. De no cumplirse con las condiciones, un actor puede cancelar su contrato en cualquier momento sin posibilidad de reclamo de sus empleadores.
2018, un año clave
Como explica la cineasta peruana Judith Vélez, el problema de la falta de equidad a nivel global empezó a revisarse con mayor atención justamente en ese año, cuando de las 21 películas que competían por la Palma de Oro en el Festival de Cannes, solo tres estaban dirigidas por mujeres. “Por esta razón 82 mujeres tomaron la alfombra roja para alzar su voz de protesta, recordándonos a las 82 directoras seleccionadas en la Competencia Oficial a lo largo de sus 70 ediciones, apenas el 5% del total de películas. Este hecho fue cubierto por la prensa internacional y despertó el interés por reflexionar y cuestionar la falta de equidad en la selección de películas en los grandes festivales de cine”, explica.
Los avances son evidentes. El año pasado, en el Festival de Venecia, ya el 44% de películas presentadas fueron dirigidas por mujeres. “Sin embargo aún hay mucho camino que recorrer y mucho que agradecer a las directoras pioneras como Alice Guy-Blache en Francia quien abrió el camino para la llegada de más creadoras como Agnés Vagda, Jane Campion, Chantal Akerman, Larisa Shepitko , Claire Denis, Vera Chytilová, Martha Coolidge, Tizuka Yamasaki entre muchas más”, explica Vélez.
¿Que está sucediendo entonces? ¿Que representa la presencia de Emerald Fennell y Chloé Zhao entre los candidatos a Mejor Director(a)? ¿Es un cambio de actitud al interior de la Academia y de la industria cinematográfica de Hollywood o un simple “hipo” en un año en que la participación de filmes en competencia se redujo a causa de la Pandemia? Para los críticos y especialistas consultados, se trata de cambios profundos, manifestaciones de lo avanzado hoy por las mujeres dentro el gremio. Para el crítico Emilio Bustamante estos avances son consecuencia de la nueva ola feminista, pero que aún resultan inseguros. “¡Cuántos derechos laborales, cívicos y sociales que se creían ganados entre 1945 y 1980, pero se perdieron en los últimos 40 años!”, advierte. “Hay que estar siempre vigilantes y dispuestos a seguir haciendo fuerza para que lo que se ha logrado se mantenga”, explica.
Para la escritora y gionista Giovanna Pollarolo, está claro que no se trata de una casualidad. “Cada vez habrá más presencia. es lo mismo que está sucediendo con la novela o la poesía. En la industria del cine, vemos que cada vez hay más oportunidades a las mujeres”, señala. Asimismo, la cineasta Rossana Díaz Costa, señala que, además de haber cada año más mujeres directoras, ciertamente se les está prestando también mayor atención. “En el mundo entero, a las mujeres en el cine les cuesta el doble que se les pueda reconocer. A partir de ahora, esto va a ser lo normal. Hay una intención global de reconocer el trabajo de las mujeres directoras”, afirma.
Igual piensa el crítico Isaac León, que considera esta mayor presencia una tendencia de la época. “En primer lugar, aumenta el número de directoras en actividad. Luego, van en aumento las tendencias a la reivindicación de las causas sociales: la equidad femenina, las minorías raciales (presentes también este año en el Oscar), las minorías sexuales, la migración y las exclusiones sociales (en “Nomadland”, por ejemplo). Todo eso se refleja en la Academia y creo que eso continuará en los próximos años”, afirma.
¿Una estrategia de la Academia?
Para Natalia Ames, docente cinematográfica, el hecho de que tan pocas mujeres hayan sido nominadas y, en general, de la menor visibilidad de su trabajo frente al de sus colegas hombres, tiene mucho más que ver con las desigualdades al interior de la industria cinematográfica que con la calidad de sus películas. “Para una mujer cineasta, la lucha por desarrollar, financiar, producir, distribuir y promocionar sus películas siempre es mucho más difícil que para un hombre, en cualquier lugar del mundo”, afirma.
Según la especialista, los premios Oscar suelen moverse más por temas sociales o políticos que por las virtudes artísticas de las películas que se premian. En ese sentido, probablemente haya más directoras mujeres este año al haberse generado conciencia en la sociedad estadounidense en temas de género. “Si ese es el motivo, me alegro profundamente de que así sea, porque, francamente, ya era hora”, añade.
La crítica Leny Fernández cree que, más que cambios reales, se trata de un gesto político de la Academia para ajustarse a estos tiempos. “Las luchas por las justas reivindicaciones están, saludablemente, a la orden del día, y Hollywood se ha visto en la obligación de responder a las demandas”, explica. Para Fernández, la industria no puede ver otra vez opacada su premiación con noticias sobre posibles “exclusiónes”. “Pensemos en la “protesta” de Natalie Portman con su atuendo Dior en el que aparecían bordados los apellidos de notables directoras ignoradas por la Academia en 2020. El descrédito puede seguir en aumento”, advierte.
Un descrédito que, como ella advierte, es sugerido por los menores índices de audiencia de la ceremonia registrados alrededor del mundo en los últimos años. “Si pensamos no solo en la categoría “Mejor dirección”, sino también en los demás apartados y sus nominaciones, veremos que la diversidad ha sido el norte de la Academia en esta ocasión. Hollywood y este aparente signo de “corrección” quizás pretende legitimarse y ganar el favor de un público atento a la falta de representatividad de las minorías”, dice.
Por su parte, para el crítico Sebastián Pimentel, este año la Academia está haciendo esfuerzos denodados por reconocer a las mujeres directoras, pero también a los afroamericanos (en rubros como los de actuación), donde hasta el día de hoy siguen siendo discriminados. “Yo diría que la presión social es cada vez más fuerte, así que me imagino que a la Academia no le queda otra opción que ser más crítica con sus propios sesgos históricos, y reconocer el talento más allá del género, la cultura, o el color de piel”, explica.
Hollywood, un coto masculino
Para la cineasta Judith Vélez, resulta evidencia la mayor presencia de películas realizadas por mujeres en competencias internacionales. Sin embargo, si lo vemos retrospectivamente, podría afirmarse que el acceso a la dirección de ficciones, Hollywood sigue siendo un área dominada por hombres. “Los ‘Majors’ (el reducido grupo de estudios que controlan la industria en Los Angeles) han confiado sus películas comerciales en un 99.9% a directores hombres. Esta imagen tan fuerte (del director masculino) sigue siendo un freno para muchas jóvenes matriculadas en las facultades de comunicación o cine a animarse a convertirse en directoras de ficción”, señala.
A esta dificultad de las mujeres cineastas por entrar en la industria, el crítico Sebastián Pimentel añade la omisión, por parte de los historiadores del cine, de la memoria de las mujeres que se aventuraron a trabajar en una industria reservada casi exclusivamente a los hombres. “De hecho, es muy raro ver nombres de mujeres directoras en los libros de historia de cine, historias que se han escrito hasta hace no mucho con un sesgo machista, que se fueron repitiendo hasta casi naturalizarse”, afirma. “Es recién en el siglo XXI que las cosas han comenzado a cambiar en los estudios históricos del cine”.
Una historia por re-escribirse
Como puede verse, las siete mujeres cineastas nominadas como Mejor Director a lo largo de 93 años en la historia del premio de la Academia resultan solo la punta del Iceberg de una enorme cantidad de creadoras invisibles para la industria del cine.
“Sabemos que antes la industria tenía bien escondidas a las mujeres, explica Giovanna Pollarolo, quien recuerda el legado de las mujeres especialmente en los rubros del guión y de la edición, considerados peones en los años del Hollywood clásico. Si por olvidadas de la Academia nos referimos a las no nominadas en el rubro a mejor directora, podríamos destacar a una cineasta como Agnès Varda, quien, como nos recuerda Leny Fernández, con una larga lista de trabajos memorables desde mediados de los 50 solo fue considerada en la categoría de “Mejor documental” por “Visages, villages” en la ceremonia de 2018. “Varda, con 89 años por ese entonces, sí fue reconocida en esa ocasión con un Oscar por su trayectoria, a manera de subsanar el hecho de haberla ignorado por décadas”, afirma.
Asimismo, entre otros casos notables, Fernández recupera a las desaparecidas Barbara Loden y Chantal Akerman. “La primera que con “Wanda”, su único largometraje, hizo una de las mejores películas sobre la aspereza de la soledad y el abandono, en clave baja y desdramatizada, sin artificios estéticos, pero dolorosamente punzante. Akerman, por su lado, fue directora de un cine siempre moderno en donde la observación de las mínimas cosas y gestos, sirvieron para traslucir el espíritu de sus protagonistas”, explica.
Otra directora no reconocida es Liliana Cavani, admirada pero también incomprendida por su crudeza, uno de los grandes nombres del cine italiano. Asimismo, la crítica destaca a la estadounidenses Kelly Reinchardt, “que existe para los festivales más importantes del cine, menos para la Academia”, lamenta, y Marielle Heller, “una realizadora de talante independiente, que es, prácticamente, una infiltrada en el cine comercial”, añade Fernández.
Por su parte, entre las directoras ignoradas en la historia, Chacho León destaca a realizadoras como Dorothy Arzner e Ida Lupino, nunca consideradas en las candidaturas del Oscar en el rubro de dirección. Ricardo Bedoya podría citar a muchas, pero menciona solo aquellas de habla inglesa y del período sonoro: Ida Lupino, Dorothy Arzner, Barbara Loden, Shirley Clarke, Barbara Kopple, Debra Granik, entre otras.
Para el crítico Pimentel, el caso de Shirley Clarke resulta uno de los olvidos más escandalosos de la industria, pues la considera una de las mejores documentalistas de la historia de EEUU además de inspiración del cine independiente norteamericano. “Sus películas en los años sesenta como “The Connection” o “Portrait of Jason” abren la puerta al cine a un lenguaje fílmico ajeno al de Hollywood, y una mirada a la realidad humana y marginal de Estados Unidos que no se encontró por mucho tiempo en el cine “mainstream” del país del norte”, señala el experto. “Admirada por la crítica más exigente, pero ninguneada por la Academia, es uno de los casos más notorios de cómo una de las mejores cineastas de EEUU prácticamente no existió par la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas”, dice.
Haciendo historia, Emilio Bustamante recuerda a Dorothy Arzner, una directora talentosa y muy activa en los años 30, que nunca fue nominada. También a Ida Lupino, que nació en Inglaterra pero desarrolló casi toda su carrera en Estados Unidos, también directora (y popular actriz) en la época de oro de los estudios; tampoco ganó un Oscar. “Hay que recordar también a Maya Deren, una de las más admiradas cineastas underground. A ninguna, que yo sepa, se les ha hecho homenajes en ceremonias del Oscar. Por último, ha habido directoras cuyas películas han ganado el premio en otras categorías, pero se les recuerda poco en los grandes medios: Bárbara Kopple fue directora de dos filmes que ganaron el premio de la Academia como mejor documental (Harlan County en 1976, y American Dream en 1991); Lee Grant (quien es más conocida como actriz) también ganó un Oscar a mejor documental por Down and Out in America (1986); Jennifer Michelle Lee fue codirectora de Frozen (Oscar a mejor largo de animación del 2013)”, recuerda.
Para la cineasta Rossana Díaz Costa, para no irnos muy atrás en la historia, está el caso de Greta Gerwig, que en 2019 su película Mujercitas fue nominada como mejor película pero a ella se le ignoró como mejor directora. Eso es absurdo, si te nominan como mejor Película, debe ser porque ha estado bien dirigida”, explica. También en ese año una película como “Retrato de una mujer en llamas” fue premiada en todas partes, aunque su directora, Céline Sciamma, fue ignorada por completo en los premios Óscar.
Asimismo, la directora de “Viaje a Tombuctú” (2013), recuerda el caso de Kathryn Bigelow, que si bien ganó el Oscar en esa categoría, tuvo que trabajar mucho para ser reconocida. “Vivió años a la sombra de su esposo James Cameron. Todos sabían que él, pero nadie tenía idea que ella había hecho un montón de películas, mejores incluso que la que ganó el premio”.
Más allá de Hollywood
Por supuesto, la discriminación no solo ocurre en California. Entre célebres cineastas ninguneadas en la historia del cine mundial, Pimentel destaca el caso de Alice Guy, pionera del cine francés, que realizó muchas innovaciones en los albores de la industria, pero cuya figura estuvo eclipsada totalmente por la figura de George Melies. “Sin embargo, hoy se sabe que algunas de las técnicas que supuestamente había inventado Meliés, en realidad habían sido descubiertas antes esta directora, quien había sido secretaria del empresario pionero en la industria europea de cine, Gaumont”.
Así como el caso de Guy, y más allá de los premios Oscar, la estudiosa Natalia Ames nos recuerda además a numerosas cineastas que han marcado y siguen marcando la historia del cine, como la pionera Alice Guy-Blaché, Ida Lupino, Claire Denis, Leni Riefenstahl, Chantal Akerman, Lucrecia Martel, Maya Deren, Lynne Ramsay, Andrea Arnold, Vera Chytilova, Mati Diop, Celine Sciamma, Mary Harron, Agnieszka Holland, Joanna Hogg, Debra Granik, y un largo etcétera en el que también debería incluirse a directoras peruanas como Nora de Izcue y Mary Jiménez, actualmente radicada en Bélgica.
Como explica Judirt Vélez, el problema es particularmente agudo en el Perú, donde las pocas directoras existentes viven en Lima y solo hay una directora en regiones, Jacqueline Riveros Matos, autora de Yawar Wanka” (2014). “La dirección de ficciones sigue viéndose como un oficio de hombres. Recién en los años 70 aparece Nora de Izcue con el documental “Runan Caycu” y con el largometraje “El Viento del Ayahuasca” en 1982. Luego se sumaron Marita Barea y Marianne Eyde”, recuerda. En Iberoamérica, la directora de “Volver a ver” destaca la aparición de Maria Luisa Bemberg en Argentina, Susana Amaral en Brasil o Pilar Miró en España, que abrieron camino recién en la década del 80 que más mujeres decidieran por la dirección. “En los últimos años el cine peruano realizado por mujeres no has regalado dos películas que han sido reconocidas por su calidad artística como “La Teta Asustada” (2009) de Claudia Llosa ganadora del Oso de Oro en el Festival de Berlín y últimamente Mélina León con “Canción sin nombre” candidata en la sección Quincena de Realizadores en el Festival de Cannes”, destaca la cineasta.
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Cinescape: ¿Cómo afecto el Covid-19 a la industria de Hollywood?
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