A través de 13 potentes relatos, el escritor y profesor de escritura creativa de la Universidad Clemson (Carolina del Sur) narra la historia de hombres y mujeres que luchan constantemente con sus recuerdos, sueños y tragedias. Durante su paso por Lima, accedió a conversar con El Comercio.
Muchos comentarios surgidos tras la publicación de su libro, en el 2010, señalaban que los protagonistas eran unos perdedores. ¿Es justo este calificativo?
Yo vengo de una zona rural (Mississippi) donde muchos no han recibido una buena educación. La escuela secundaria a la que asistí era la segunda con menos inversión pública del segundo estado con menos inversión en educación de los Estados Unidos, así que las oportunidades no eran prometedoras. La gente se dedicaba a la tala de árboles y muchos padres retiraban a sus hijos de la escuela a los 14 años para trabajar con ellos en los bosques, y sí, es cierto que la construcción de mis personajes tiene que ver mucho con ese escenario. Quien crece en una ciudad grande pueda pensar que existen otras posibilidades de vida, pero para nosotros no era así. Varios de mis personajes son personas que han fracasado, que tuvieron grandes planes y sueños pero que nunca pudieron alcanzarlos por algo en que se equivocaron o porque no fueron capaces de ver ciertas oportunidades.
¿Por qué el tema de la migración latina a EE.UU. le sirve como tema, dada la coyuntura que enfrenta su país?
Quisiera que las personas en los Estados Unidos entendieran mejor ese tema. Hay muchas personas que siendo estadounidenses pretenden buscan un mejor lugar para vivir, por eso es muy difícil para mí entender por qué todavía existen muchas personas en mi país que no puede simpatizar con aquellos que cruzan una frontera en busca de algo mejor. No logro comprender esa oposición y muchas veces les he preguntado qué harían de encontrarse en la misma situación de quienes no encuentran otra salida que migrar.
¿Quisiera que el presidente Trump leyera esta historia?
Seguro que sí, pero estoy seguro de que no gastaría su tiempo en hacerlo. Él es de las personas que no cambiarán su forma de pensar pase lo que pase. Muchos de mis conocidos votaron por Trump y piensan como él, pero estoy convencido de que debemos seguir acercándonos a conversar sobre este tema. Existe una tendencia que pretende invisibilizar a quienes están en contra de la migración y yo no estoy de acuerdo. Cada persona que logre cambiar su mentalidad a través del diálogo será un pequeño gran logro.
¿La literatura puede jugar un rol importante en esta discusión?
Me gustaría que fuese así y creo que puede lograrlo aunque de manera individual. Es triste pensar que en algún momento los escritores eran personalidades respetadas y a las que se les consultaba sobre ciertos temas, pero ahora casi nadie lee. Me comentaron que en el Perú la gente lee menos de un libro al año, pero creo que en los EE.UU. es peor. La literatura, lamentablemente, ha perdido su posicionamiento dentro de la cultura y ha sido desplazada por la televisión y otras formas de entretenimiento. Desde mi propia experiencia puedo decir que la literatura me hizo pensar de una manera mucho más abierta sobre diversos temas en un ambiente tan hostil al pensamiento.
En este ambiente que describes ¿cómo tomaron tu deseo de querer convertirte en escritor?
Mis amigos pensaban que estaba loco y en ese momento no tenía alguien a quien imitar o seguir. Nunca llegué a conocer a un escritor sino hasta los 23 años, así que todo lo hacía por mi cuenta. Me interesé mucho en los libros, me enamoré de ellos y en un momento decidí que yo también podía contar historias, pensé que tal vez tenía algo que decir y quizás alguien quisiera oírlo. Sé que la literatura puede transformar a las personas porque es lo que me sucedió a mí y pienso mucho sobre la idea de tratar de generar un entendimiento del contexto en el que vivimos a través de la ficción.
Es decir, no hubo mucha teoría durante tu formación como escritor sino que se centró en la práctica.
Durante mucho tiempo fue así, trabajaba por mi cuenta. Hubo un momento en mi vida en la que decidí dejar la universidad, pero uno de los profesores leyó una de mis historias y me llamó a su oficina. Durante media hora estuvo tratando de convencerme de regresar a la universidad y fue ahí cuando tomé la decisión de volver a estudiar escritura creativa. El hecho de haber aprendido muchas cosas por mi cuenta en un inicio hizo que los temas más teóricos no cambiaran mi forma de trabajar
Esa libertad creativa que has mantenido parece reflejarse en los momentos de constante cuestionamiento y reflexión de tus personajes.
Definitivamente creo que, para bien o para mal, mi proceso de creación es distinto porque no pienso mucho. Varios escritores están entrenados para escribir desde una temprana edad y por eso tienen mucha dificultad de salir de ese estilo aprendido; sin embargo para mí es muy difícil ser disciplinado aunque estoy feliz de experimentar siempre esa combinación que produjo aprender a escribir por mi cuenta y luego encontrar a alguien que me guíe.
La lectura de tus cuentos me ha hecho recordar a Alfredo Bryce Echenique quien reúne la tristeza y la ironía de manera muy ingeniosa. ¿Qué otros autores latinoamericanos crees que han marcado tu obra?
Siempre digo que García Márquez pero ya empieza a sonar un poco aburrido que lo repita, quisiera leer otros autores de la región. Mi visita al Perú y todo lo que he escuchado sobre su literatura me ha dado a entender que hay muchos autores que debo consultar pues no me siento inspirado por ningún autor que publica en la actualidad en los Estados Unidos. Diría que Borges también, pero García Márquez, quien era un gran admirador de Faulkner, tuvo un gran impacto en mí por la calidad de sus personajes. La razón por la que empecé a leer a Borges fue por algunos editores de algunas revistas a las que había enviado algunas de mis historias creían que mi estilo se debía a que era un gran admirador del escritor argentino.
Luego de oír que se te compara con figuras como Richard Ford ¿no sientes cierta presión al momento de volver a escribir?
Solo veo eso como una manera de publicitar mi trabajo, prefiero no enfocarme en ese tipo de comentarios mientras escribo. Los escritores no somos celebridades y aquellos que escriben buscando esa atención, tal vez deberían buscar alguna otra profesión. Uno cuando quiere escribir tiene que sentir la necesidad de contar algo, de otra manera no hay nada que valga la pena.