Valdivia Baselli es filólogo, filósofo y escritor. (Foto: Fernando Sangama)
Valdivia Baselli es filólogo, filósofo y escritor. (Foto: Fernando Sangama)
/ FERNANDO SANGAMA
Juan Carlos Fangacio Arakaki

En “Los virajes del quipu”, el filólogo, filósofo y escritor Alberto Valdivia Baselli abarca casi 500 años de historia para concentrarse en algunos autores y obras específicos que, cada cual a su manera abordaron las nociones de utopía y de resistencia en el mundo andino, en contraparte a los sistemas centrales de colonización, especialmente el europeo. De Guamán Poma de Ayala a José María Arguedas, el autor indaga en esas producciones culturales con la metáfora del quipu como una utopía en sí, con una lógica y un sistema que están aún por desentrañar.

¿De dónde parte la idea de estudiar estas epistemologías andinas específicas?

Lo más importante para mí fue utilizar el dispositivo utopía, que atraviesa todo el proyecto. En el momento en que comencé a ver cómo funcionaba la utopía en el mundo, noté que siempre estaba vinculada con un pensamiento que estaba fuera de tiempo, que no tiene mucho sentido trabajar, que está fuera de la modernidad. Entonces, se trataba de pensar la utopía desde espacios que no habían sido copados por la modernidad, como un discurso imposible, negativo, inservible. Ese fue un primer elemento, descubrir que la utopía no solamente es un elemento de izquierda a nivel político, o solo vinculado a la revolución y los cambios extremos, sino que es un pensamiento que construye y guía determinadas formas de lo político y lo social. Me interesó que todo sistema de pensamiento que trata de ordenar una sociedad es utópico. Y luego, mirando lo hecho en Latinoamérica, vi desde los 60 un movimiento filosófico interesante que pocos han visibilizado. Uno que, paralelamente a la Teología de la Liberación, replantea un poco el eje, el objeto de estudio de la filosofía en Latinoamérica, y que plantea que debemos filosofar sobre nosotros, tratar de descolonizarnos como sistema de pensamiento del centro (de Europa y Estados Unidos). Esos son los dos movimientos en los que me he concentrado en el libro: la utopía y la descolonización del pensamiento.

¿Y por qué la elección de esos textos y en particular de lo andino?

Porque entre los espacios latinoamericanos, uno de los más resistentes –junto con las resistencias históricas de México– es el mundo andino. Eso incluye la macrorregión andina que se ha desarrollado en 5.000 años. Obviamente me hubiera encantado trabajar también lo prehispánico, pero es muy complicado porque allí habría que entrar al quipu real. Y el quipu lo entiendo como símbolo, pero en su dimensión real todavía es un gran enigma, se está descifrando de a poquitos. Entonces me concentré en objetos culturales que proponen momentos utópicos de resistencia. Guamán Poma de Ayala, obviamente, es un gran artículo de resistencia porque es uno de los primeros en plantearle al poder un cambio absoluto de lo político. Hay todo un replanteamiento utópico allí. Y en el Arguedas también, por supuesto, porque él ha sido, probablemente, quien más se ha movido en ese lindero de condicionamiento extremo. Ellos dos y Juan Espinosa Medrano conforman esos tres movimientos fundamentales o maneras de entender la utopía como forma de replanteamiento y resistencia de un sistema totalmente colonizado por una modernidad que no convence.

En este recorrido amplio, ¿la conclusión sería que hay diferencias sustanciales entre esos momentos o maneras de entender la utopía? ¿O más bien hay una constante?

Primero habría que entender cómo se mueve la historia y su concepto de tiempo. Siempre vamos a tener la tentación de construir una especie de historización en el sentido moderno; es decir, de que una cosa evoluciona frente a la otra y va cambiando. Pero no es así. Siguiendo un poco a Foucault, creo más bien en sistemas impredecibles, que no es que no tengan nada que ver con lo anterior o lo posterior, pero no están concatenados en el sentido de poder explicar todo lo que sucede en el momento según todo lo que pasó antes. Entonces lo que he observado en esta investigación son intervenciones especiales en el pensamiento andino, en momentos determinados, con particularidades muy específicas del momento, muy situadas. Por eso, si te fijas con atención, cada producto cultural que he tratado de entender siempre está muy fuertemente vinculado con su momento histórico, con una necesidad de ese momento.

Quería incidir en el caso de Arguedas, que mencionas como un discurso insuperable para entender la heterotopía andina de su tiempo, una que llega hasta la actualidad. ¿Qué otras obras o autores podrían también ofrecer luces en ese sentido?

Obviamente uno se queda corto estudiando solo tres movimientos. Y pensar en los 100 años del siglo XX, los cuales yo identifico con Arguedas, es muy poco, casi nada. Pero sí hay otros autores potentes para replantear la noción utópica del pensamiento epistémico en el mundo andino. Vallejo y Mariátegui, por ejemplo. Antes González Prada, de una manera diferente y desde otro lado. Y más atrás, en el XIX, Clorinda Matto o Mercedes Cabello. También hemos tenido autores concentrados en replantear lo andino o la noción del quipu, como lo hizo Jorge Eduardo Eielson. Él reinventa el quipu y lo vacía, no por completo de su significado original, pero sí para hacer una especie de ‘happening’. Y termina siendo una especie de quipu cósmico, como lo entendía el mundo andino antes de su cosificación moderna. Entonces lo que vemos es que tenemos un pensamiento utópico muy fuerte, del que a veces no nos damos cuenta. Y eso ocurre porque hay una necesidad de cambio y porque somos una sociedad que no ha podido funcionar completamente con la lógica que le impusieron, la lógica poscolonial de la modernidad. Y pese a que los mencionados son muy importantes, yo decido ver a Arguedas porque él piensa de una manera diferente la utopía, está en una gran tensión dentro de la clase social. Él tenía una vinculación con lo indígena y con el mundo mucho más compleja de lo que podemos imaginar, y siempre quiso visibilizar esa complejidad. Y sus grandes pasiones internas y conflictos los termina contando en “El zorro de arriba y el zorro de abajo”. Un libro que es muy interesante si tenemos que imaginar su utopía, una que no tiene forma, que no tiene linderos, que se va rompiendo en fragmentos, y se va juntando y superponiendo.

Un caos que es lo que mejor define esa utopía del siglo XX…

Exacto. Porque nadie tiene claro un sistema tan fragmentado. Mira esa utopía económica que aparentemente funciona muy bien, en un distrito como Miraflores, que sin embargo tiene al lado otros distritos que no parecen funcionar. Seguimos siendo andinos también y seguimos pensando de otras formas. Entonces esa modernidad desigual dispara de diferentes lados y no conglomera un solo espacio. Son contigüidades completamente opuestas, que en realidad se pueden ver en el mundo contemporáneo de cualquier ciudad grande, no solo en Lima, ni solo en Latinoamérica, sino también en Nueva York, y habría que ver si en Delhi o en China.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO

Lugar: Av. Ricardo Palma 341, Miraflores (auditorio provisional del Instituto Raúl Porras Barrenechea)

Fecha: hoy, 7 p.m.

Participan Pablo Quintanilla y Marcel Velásquez

Ingreso: libre

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