Cuarenta y tres años pasaron desde que se publicó por primera vez “La independencia en el Perú: las palabras y los hechos”, un polémico texto escrito por Karen Spalding y Heraclio Bonilla bajo el auspicio del entonces incipiente Instituto de Estudios Peruanos (IEP).
El documento cuestionaba, de forma concreta y académica, la versión clásica que teníamos sobre la Independencia del Perú, vista como una gesta en la que la gran mayoría de habitantes se unieron para traer abajo el dominio español.
El historiador Carlos Contreras Carranza señala que la publicación de esta obra causó un gran revuelo en aquel Perú en el que Juan Velasco Alvarado trataba de contagiar, a su estilo, un nacionalismo acorde a las celebraciones por el 150 aniversario de nuestra Independencia.
Bonilla y Spalding eran por entonces dos académicos con la formación necesaria como para teorizar sobre fechas claves de nuestra historia. Eso, sumado al prestigio del IEP de entonces, dirigido por José Matos Mar, fue un mix perfecto para que la obra logre trascender más allá del ámbito de los historiadores.
Pese a la oposición que generó en instituciones estatales como el entonces Centro de Estudios Históricos Militares, “La independencia en el Perú: las palabras y los hechos” abrió el camino para que una nueva camada de historiadores cuestionen si acaso nuestra Independencia fue conseguida –en un acto que para algunos hoy podría ser casi cinematográfico-- o si más bien nos la concedieron San Martín y los libertadores foráneos.
El ensayo con el que empezamos esta nota ha vuelto a la vida y es el artículo inicial de “La independencia del Perú: ¿Concedida, conseguida, concebida?”, libro editado por Contreras Carranza y Luis Miguel Glave, y publicado por el Instituto de Estudios Peruanos como parte de su Serie Estudios Sobre el Bicentenario. La obra está dividida en dos partes, la primera titulada “El debate sobre la Independencia concedida” y la segunda “La revolución política y su legado”.
Quienes adquieran el libro podrán encontrar valiosos ensayos escritos por Jorge Basadre, Alberto Flores Galindo, John R. Fisher, Natalia Sobrevilla, Carmen Mc Evoy, Timothy Anna, entre otros.
Conversamos aquí con Carlos, co-editor de “La independencia del Perú: ¿Concedida, conseguida, concebida?”, libro que será presentado hoy martes 15 de septiembre e las 7 p.m. en la sede del IEP ubicada en Jesús María.
-¿Cuál fue el objetivo de usted y de Luis Miguel Glave al juntar estos ensayos sobre la Independencia?
Queríamos hacer una especie de antología sobre la Independencia de cara al Bicentenario. Imaginamos que conforme se aproxime esta fecha especial habrá mucho interés de la población y vimos como un deber de los historiadores poner a disposición de los lectores, en un solo volumen, un compendio de los ensayos más significativos, de mayor alcance que se han escrito por lo menos desde el sesquicentenario hasta hoy. No era tarea fácil. Así que decidimos realizarlo en torno a dos núcleos: el debate de la Independencia concedida (que surge del artículo de Heraclio Bonilla y Karen Spalding) y la nueva perspectiva sobre la Independencia, desarrollada a partir de los años noventa. Aquí se enfoca este suceso como un hecho fundamentalmente político y se cuestionan las viejas ideas. Por ejemplo, esto de que la nación debe estar unida para luchar contra el poder opresor extranjero y de esta lucha es que resulta la independencia. Lo que nos dicen los nuevos historiadores es que la política es algo que se va conformando a través de las experiencias (políticas), sociales, históricas y que las cosas nunca están totalmente hechas.
-O sea, la nación no existe antes de la Independencia…
Claro, sino que se va haciendo en la lucha. Te hablo de los historiadores Natalia Sobrevilla, Víctor Peralta, Carmen Mc Evoy. Ellos dicen que Bonilla y Spalding tenían razón en que no existía una nación de peruanos, pero tampoco había una de argentinos o chilenos. Eso no existía casi en ninguna parte sino que se fue creando en el camino. Los historiadores que te menciono destacan la riqueza que tuvo esta coyuntura que comienza con la revolución española contra los franceses, con la abdicación de los reyes, con la creación de las juntas de gobierno, con las elecciones para los diputados de Cádiz. Todo el proceso político entre 1808 y 1821 es extraordinariamente activo y dinámico. Ahí se van formando los cuestionamientos a la dependencia que teníamos ante la metrópoli española.
-¿Cuando hablamos de Independencia concedida, conseguida y concebida hablamos tres etapas marcadas de la historiografía peruana?
Podríamos decir que sí son tres etapas, aunque no necesariamente en orden. Primero se pensó en la Independencia conseguida, luego en la concedida y recientemente es que aparece esta idea de la independencia concebida. Que se va dando en el marco de la guerra civil que fue la Independencia. Quizás en una segunda edición tendríamos que pensar en alterar el título (del libro).
-Jorge Basadre nació en 1903 y murió en 1980. Vivió durante casi todo el siglo XX. ¿Dónde pueden ubicarse sus aportes?
Basadre representa, por un lado, una versión muy nacionalista, propia de su tiempo, porque él empieza a escribir en los años veinte o treinta, cuando se está construyendo la nación peruana y es parte del discurso narrativo del patriotismo peruano. Ahora, él fue también un académico y tenía una excelente formación, de tal manera que lo que trata de encontrar es los esfuerzos de los peruanos por la Independencia antes de la llegada de San Martín. Justo para desmentir la tesis de que los peruanos no lucharon por nuestra Independencia. Él encuentra el ‘Grito de Tacna’, de Zela, la revolución de Huánuco, la revolución de los hermanos Angulo en el Cusco, las revoluciones y conspiraciones en Lima. Scarlet O’Phelan señala que, quizás no en Lima por el excesivo control del Virrey, los peruanos sí luchaban en Quito o La Paz.
-En el llamado ‘Sur andino’…
Así es. La propia rebelión del Cusco es presentada por Jorge Basadre como nuestra rebelión de Independencia. Y él propuso que en vez del 28 de julio de 1821, tendríamos que celebrar el alzamiento de los hermanos Angulo en el Cusco, ocurrido a finales de agosto de 1814.
-Scarlet O’Phelan dice en su artículo que la zona del 'Sur andino' no tuvo éxito en la parte final de los años previos a la Independencia. ¿Por qué?
El sur andino tiene una historia accidentada que comienza con la rebelión de Túpac Amaru II contra el poder virreinal, y luego ocurre una alianza de campesinos y sus caciques con el poder español en contra quizás del poder de los criollos de Lima. Ahí se crea un poderoso ejército que va a derrotar a los patriotas de Buenos Aires que quieren entrar por el Alto Perú. Se da una rara alianza entre Rey y campesinado pero que dota a la población del sur andino de un gran fidelismo (fidelidad al Rey). Ellos se sentían orgullosos participantes del ejército real que obtuvo muchas victorias. Quizás la época de mayor gloria de un ejército peruano es la del realista, que derrotó a los bonaerenses que quisieron entrar por el Alto Perú. Los mantuvieron a raya. Recuperaron el Alto Perú para el Virreinato peruano. Esto entonces extendió la actitud fidelista en el sur. Se vio aún más reforzada cuando el virrey La Serna traslada la capital de Lima al Cusco, convirtiéndolo en el centro del poder político en el Perú.
Carlos Contreras, co-editor del libro publicado por el IEP.
-¿Se puede decir que en medio de la guerra de Independencia también se cuela el sentimiento anti centralista?
Así es. La gente del sur andino (Cusco, Puno, Arequipa) es anti centralista y aspiran a que el eje político se traslade al sur. Por eso es que después de la Independencia viene el proyecto de la Confederación Peruano Boliviana, que es parte de esta idea de sacar la capital de Lima porque los criollos no habían demostrado ser tan grandes patriotas en la guerra de la Independencia.
-Me habló de Túpac Amaru II. En el ensayo de José de la Puente Candamo se habla de la inexistencia de un peruano que al momento de la Independencia ostente la autoridad máxima. ¿Si no hubiera muerto Túpac Amaru II, hubiera podido ser esta figura?
Creo que difícilmente la elite criolla lo hubiera aceptado. Este era un país en el que las filiaciones étnicas eran muy fuertes, de manera que para los limeños criollos o descendientes de los españoles, Túpac Amaru era demasiado cusqueño, indígena, quechua, muy comprometido con otro Perú como para aceptarlo como un líder nacional. Incluso hoy en día su figura genera mucha controversia. Él tiene un potencial muy cuestionador en los peruanos.
-Usted ha escrito un ensayo para este libro con un título muy sugerente: “Menos plata pero más papas”, que trata sobre las consecuencias económicas de la Independencia. ¿Qué rumbo económico tomó el territorio llamado Perú tras la Independencia?
Hubo una gran contracción de la economía, lo cual era comprensible dado que el Perú está situado en la costa equivocada del continente sudamericano. No tenía muchas posibilidades comerciales. SI los españoles habían puesto su centro político en la costa del pacífico fue justamente para compensar esa mala ubicación geográfica, para poder desarrollar un polo económico. Pero claro, ya sin esa especie de voluntad política peninsular (tras la Independencia), quedamos un poco al garete. Nos quedamos muy aislados. La elite española aquí se pierde, a diferencia de países como Chile. Esto ocasionó una gran depresión económica que va a durar casi 25 años. Y en medio de esta depresión económica, los peruanos quisimos hacer de la flaqueza una virtud, y pensar en otra forma de organización económica distinta a la que habíamos tenido en la época virreinal. Por ejemplo, menos entrada en la minería. Se buscó desarrollar otros sectores como la agricultura y otros polos económicos fuera de Lima.
-Y también se buscó que el Estado se maneje de una manera distinta, con un modelo de baja fiscalidad, pero con pocos servicios para entregar. ¿Eso es algo perjudicial?
Al final sí, pero puede ser que corresponda a la capacidad real del Estado y al deseo de la población. Claro, podríamos decir que un Estado con mucho poder podría hacer muchas cosas. Pero a la vez un Estado con mucho poder es quizás muy peligroso, porque no necesariamente usará su poder en cosas buenas. Puede usarlo caóticamente o para el enriquecimiento de unos pocos pillos. Y la población, al ver para lo que finalmente sirve el Estado, pide que este sea más reducido. En ese sentido hay una especie de tira y afloje para determinar lo que sería ideal y para lo que estaríamos preparados.
-¿Por qué Timothy Anna concluye en su ensayo que la declaración de Independencia termina siendo casi solo un papel?
Él se centra en el estudio de las personas que firmaron la declaración. Entonces trata de ver la composición social que tienen estos declarantes y de ver las circunstancias en las que firmaron. Se ve como un texto que pasa a ser una especie de canon del nacionalismo peruano antiguo, era en verdad bastante cuestionable y nos invita a ver a los historiadores que cuando estamos frente a los documentos debemos tratar de entender la historia que estuvo detrás de su confección. En principio, una declaración firmada por tanta gente da la impresión de que expresaba una voluntad unánime, pero Anna deja ver que esto es cuestionable. Por eso es que su artículo se titula “libertad por la fuerza”, que es un juego de palabras muy interesante porque se supone que los hombres queremos ser libres y no parece necesario que nos fuercen a hacerlo.
-El ensayo de Natalia Sobrevilla (“La nación subyacente: de la monarquía hispánica al Estado en el Perú”) resalta que, Perú celebra su Independencia de forma muy tardía si se le compara con el resto de naciones de la región.
Ella explica que en el Perú es difícil hacer un discurso de la independencia como una guerra triunfante, que es la forma en cómo la presentaron en otros países. Es decir, movimientos que empiezan con una derrota pero que luego la convierten en una victoria. En Perú esto es complicado porque, por ejemplo, en la rebelión de los hermanos Angulo en Cusco, empiezan como derrota pero luego es muy evidente que la revolución que finalmente triunfa no es heredera de este suceso. Más bien el Cusco termina luchando por el rey. Entonces aquí la guerra de Independencia fue bastante compleja, caótica. Hubo muchos cambios de camiseta como para poder hacer de la guerra de Independencia nuestro himno de la libertad. No podemos decir cuándo comienza la guerra (de Independencia) sino más bien cuándo se proclama en Lima.
-Usted escribió en “El Comercio” una columna muy interesante titulada “Descentralización e historia”. ¿Qué tan fundamental le parece que logremos repartir correctamente los recursos para salir adelante como país?
La descentralización es una de las tareas que el Perú tiene pendiente para mejorar su articulación como comunidad nacional. Creo que somos un país demasiado centralista, y centralista en función de un puerto prácticamente. Es como decir que ‘en el mejor sitio que puedes estar en el Perú es en la puerta que comunica hacia afuera’. Esta situación es algo que debe corregirse y no será fácil pues Lima no soltará el control fácilmente. Las provincias van a tener que luchar duramente por conseguir arrancarle a la capital el control de los recursos políticos y económicos. En mi columna puse el acento en el aspecto económico, pero también es importante el aspecto político. Las provincias deberían tener más autonomía. Aunque esto es complejo. Lo que ha pasado con algunos presidentes regionales es una muestra de lo difícil que es descentralizar. Pero igual pasó en la Independencia. Si España hubiera dicho ‘a ver, vamos a jugar a la descentralización. Aquellos países que demuestren estar preparados, les vamos a dar su independencia’. Seguramente el Perú no hubiera pasado el test, pero finalmente salimos adelante. Las regiones deben tener más autonomía política y económica. Seguramente cometerán errores pero es la única manera de descentralizar el país. Este es el gran desafío que nos traerá la celebración del bicentenario. Sería ideal que ya para los 300 años de independencia, la nación esté construida sobre bases más equitativas.
IMPORTANTE SOBRE EL LIBRO
La presentación de “La independencia del Perú: ¿Concedida, conseguida, concebida?” será hoy a las 7 p.m. en la casa del IEP ubicada en Horacio Urteaga 694, Jesús María. Los primeros 20 estudiantes que ingresen con su carné universitario y se registren al ingreso serán parte de un sorteo de 5 ejemplares de esta obra.