Lo que más le sorprende es la capacidad que tienen los Quipus para despertar preguntas entre la gente. Cada vez que el investigador mexicano-estadounidense Manuel Medrano ofrece alguna charla publica sobre este sistema de registro de información andino, las manos no dejan de levantarse para inquirirle por las cuestiones más diversas: qué significan los colores de los nudos, que representa el tamaño de las cuerdas, qué puede decir de su secuencia y agrupaciones. Medrano responde a todos, con la fe de que esta insaciable curiosidad es muy útil para un futuro en que, por fin, los milenarios Quipus, sean Wari, Inca, o realizados en los periodos tempranos y finales de la colonia, puedan ser descifrados.
Para hablar de “Quipus: Mil años de historia anudada en los Andes y su futuro digital” (Planeta, 2021), su más reciente libro, nuestra llamada lo encuentra en Cambridge, ciudad universitaria a menos de una hora de Londres, donde viene estudiando los nudos prehispánicos que se conservan en el Museo de Arqueología y Antropología de esta ciudad Universitaria, así como los existentes en los depósitos del British Museum. Investigador estadounidense de raíces mexicanas, Manuel (Manny) Medrano es profesor afiliado al Departamento de Antropología Social de la Universidad de Saint Andrews, en Escocia, donde ha venido desarrollando notables avances en el desciframiento de los quipus andinos. Su libro, que actualiza los más recientes descubrimientos del tema, incluye en su enfoque la historia de la tecnología, las humanidades digitales y la historia de la arqueología andina.
—En tu libro, utilizas el concepto “momento Rosetta” para definir los momentos a lo largo del último siglo, en que nos acercan a una posible la decodificación del quipu andino. Pero hasta qué punto son profundamente diferentes ambos procesos de interpretar la histórica piedra de Rosetta de nuestros frágiles quipus?
Al interpretar la Piedra de Rosetta estamos trabajando con sistemas de inscripción bidimensional, similares entre ellos, con un texto superior en jeroglíficos egipcios, la parte intermedia en escritura demótica y la inferior en griego antiguo. Pero en el caso de los quipus es difícil encontrar contextos o correspondenciasque nos digan si estamos frente a un quipu narrativo o de otro género. Mientras con la Piedra de Rosetta Jean-Francois Champollion trabajaba con formas de inscripción de forma esencialmente análoga, en nuestro caso lo que nos podría ayudar son los contextos, los documentos archivísticos, las llamadas “transcripciones de quipus” o “quipus de papel” como lo denominan algunos historiadores: documentos sobre la creación de las primeras encomiendas, la fijación de tributos, por ejemplo. Es el caso, por ejemplo, de estudiar un censo realizado después de la conquista, donde un censo acompañe un quipu que registre las mismas cifras demográficas. Este es uno de los desafíos más interesantes para esta identificación: la correspondencia quipu/documento. Y pienso que podemos ser optimistas en cuanto al análisis de estas posibles correspondencias. Una de mis metas al escribir este libro fue mostrar al lector que al hablar del quipu no estamos hablando de un único género, sino de varios tipos utilizados durante la época prehispánica, incluyendo quipus con narraciones o información no solo numérica.
—En tu libro nos hablas de un “milenio quipu”, una continuidad de mil años que atraviesa incluso la colonia. ¿Cuándo cayó entonces en el olvido este sistema de información?
Es una pregunta muy difícil. Podemos hablar de una fluidez en la interpretación de los quipus hasta el último siglo de la colonia, en el contexto de la contabilidad del ganado o de la producción de las cosechas, por ejemplo. Esos quipus conformaban un sistema con reglas para el registro de datos de esas comunidades. Sin embargo, al hablar del registro de la información en la época prehispánica y colonial, no podemos sino imaginar distintas reglas para una gramática convencional. Una cierta forma de registro que muchos usuarios de distintas comunidades andinas podían interpretar y con ello transmitir información durante el incario y los primeros siglos de la colonia. Muchos historiadores de los quipus señalan el Tercer Concilio Limense, en 1583, como el evento definitivo que marca la posterior desaparición de los quipus. Entonces la iglesia decretó la quema de un subconjunto de quipus referidos a la historia o las prácticas religiosas del incario. Pero ello no quiere decir que su final fuera rápido. Incluso según documentos escritos en español durante el gobierno del virrey Toledo, se permitió su uso como pruebas en juicios de tierras, por ejemplo. Hablar de los últimos 200 años de los quipus es hablar de una amplia gama de contextos de uso y de fluidez. Por eso no se puede hablar de un solo momento de transición. Sabemos que en la administración colonial tardía y luego durante la independencia, el quipu se encontró en diferentes contextos. Es muy difícil señalar un solo hecho que resulte en cambios dramáticos.
—Señalas que el sistema de contabilidad en los quipus es decimal, desagregando unidades, decenas y centenas. ¿Hay consenso entre los especialistas de que los incas no manejaron el 0?
La ausencia del concepto del 0 entre los incas está aún en debate. Hasta donde sabemos, los quipus carecían de un signo único para identificar el 0 pero sí tenían signos característicos para los demás números. Podemos hablar del quipo como un sistema bien codificado, con un sentido de estandarización que permitía su función en gran parte de los Andes para la administración del Tahuantinsuyo. Sin embargo, en cuanto a su posibilidad de registro de datos resulta más amplio. Aún no podemos plantear afirmaciones más específicas. Un desciframiento no necesariamente se parece a lo que plantea la imaginación popular, a la manera de la Piedra de Rosetta. Si utilizo esta imagen es para trasladar a nuestro contexto el sentido del hallazgo, pero aplicado a un contexto más heterogéneo. Estamos aquí enfrentándonos no solo a una ayuda memoria, a un ábaco o un rosario: un quipu es una forma de inscripción con su propia gramática.
—Tu libro tiene básicamente dos partes: en la primera sintetizas mil años de historia del quipu. En la segunda, hablas de su presente y de sus futuras interpretaciones. ¿Cuán optimista eres de una pronta decodificación?
Una de mis metas fue condensar el pasado, el presente y el futuro en un mismo libro. “Quipus” no es solo un libro de historia, sino un estudio híbrido, que busca condensarlo todo. Dicho esto, al hablar del inventario de Quipus, la catalogación de los quipus repartidos en más de 140 instituciones, entre museos y colecciones privadas del mundo, para mí lo importante es evaluar el terreno. El inventario que presento ha aumentado el total global conocido de quipus en un 50%, hasta alcanzar los 1400 ejemplares registrados. Para mí, el punto de partida debe ser la catalogación minuciosa, la identificación de ejemplares en museos que, en algunos casos, no saben siquiera que tienen quipus en sus colecciones, pues se los confunde con textiles. Una de las ventajas de tener estas piezas digitalizadas, a disposición del público, es que permite una excelente base de referencia accesible mientras se desarrollan los debates.
—Señalas que la mayor cantidad de quipus fuera del Perú se encuentre en Alemania, con 56 ejemplares existentes en diferentes museos. Me sorprende que en España solo cuente con uno, en la colección del Museo de América...
Hasta donde sé solo hay un quipu en España, al cuidado del Museo de América, una de las más grandes instituciones del país en cuanto a conservación de objetos arqueológicos. Sospecho que en los años que vienen vamos a encontrar más. Mi próximo trabajo tiene que ver con estudiar e identificar las rutas de circulación de los quipus desde su excavación original en Perú hasta su llegada a los museos de Europa y Estados Unidos. En cuanto a las colecciones en Alemania, en gran parte podemos atribuirlo a la gran presencia de este país en la historia de la arqueología en Sudamérica. Pensemos en el gran trabajo que dedicó a los quipus Max Uhle, por ejemplo. Mi esperanza es encontrar muchos más quipus allá. De la identificación de más ejemplares dependerá el futuro de su decodificación.
—¿Cómo crees que la tecnología digital permitirá a los investigadores decodificar los quipus?
Las nuevas tecnologías son herramientas que pueden ayudar y enriquecer el ojo humano. Jamás podrán reemplazar el examen del estudioso. Sin embargo, la tecnología ofrece muchas ventajas para la clasificación de los quipus. No sabemos cuántos géneros de quipus se encontraban en la época prehispánica y cuántos de ellos sobreviven en los museos. No sabemos si había otros géneros desaparecidos tras su destrucción ordenada por la iglesia en 1583. Resulta restringido estudiar 1400 quipus existentes en las instituciones del mundo, pero su digitalización nos permitirá poder manejar mayor cantidad de ejemplares para apreciar patrones que no podemos percibir con solo unas cuantas piezas. Podemos usar la tecnología para estudiar las posibles gramáticas de quipus en todo un corpus digitalizado. La tecnología ofrece una vía para hacer estas clasificaciones automáticas que después los investigadores podrán evaluar manualmente.
—Recientemente se ha inaugurado en el British Museum de Londres la muestra sobre arte prehispánico del Perú. ¿Crees que más allá de la fascinación por el oro y las piedras, el frágil y delicado quipu encontrará su espacio en la imaginación del mundo?
Ha habido en los últimos cinco años más exposiciones dedicadas a los quipus que en décadas. En el MALI, en el Brooklyn Museum, en el Museo de Boston. En Suiza, los quipus han salido de los depósitos de los museos para hoy exponerse al público. El quipu ha llegado a tener una posición central en el pensamiento de los andes prehispánicos en el ámbito internacional. Eso representa un avance. Introducir este registro de información en el contexto de exposiciones internacionales para mí es un gran ejemplo del progreso.
—El quipu sintoniza perfectamente para la sensibilidad del llamado “Siglo de la información”.
Y una evidencia de ello nos la ofrencen los lugares donde se conservan los quipus. En Alemania podemos encontrarlos en museos de informática, ya no solo en museos etnológicos. También los hay en las colecciones de las bibliotecas: en Canadá encuentras quipus en sus secciones de Libros raros y manuscritos. Esa versatilidad del quipu lo revela como un símbolo para intersectar varias disciplinas.
—Te pido un ejercicio de imaginación especulativa: ¿qué descubriremos sobre los quipus en los próximos 10 años?
Lo que espero es llevar a cabo un inventario completo, detallado y definitivo de los quipus que se encuentran dispersos en el mundo. Es una meta razonable si coordinamos los esfuerzos de museos e investigadores peruanos y extranjeros. Espero también ver más esfuerzos para identificar correspondencias entre quipus y documentos de archivo, un proyecto que involucra en trabajo conjunto entre arqueólogos, historiadores y museólogos. Y añadiría una tercera esperanza: una mayor comunicación internacional sobre el tema. Parte del espíritu del quipu ha sido su capacidad para su circulación y su sobrevivencia. Reflejar eso es también vital en nuestros esfuerzos por descifrarlo.
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