“Peor es tu cabeza que mis pies”, le dijo. “Te untaré mis obras con tocino porque no me las muerdas”, agregó, desplegando su antisemitismo. Su rival, algo más fino y culterano, prefirió contestarle con un verso residual: “Prestádselos un rato a mi ojo ciego”. Semejante colisión de egos ha pasado a la historia debido a la considerable dimensión artística de los protagonistas, Quevedo y Góngora, piedras angulares del llamado Siglo de Oro de la poesía española y fundadores de lo que futbolísticamente sería el primer derbi madrileño (con el majestuoso telón de fondo del Barrio de las Letras, además).
Porque lo que hubo entre el veronés Antonio Salieri (1750 - 1825) y el salzburgués Johannes Chrysostomus Wolfgangus Theophilus Mozart (1756 - 1791) parece de menos rivalidad que de amistad. Es más, hay tratadistas que creen que fue Mozart quien plagió a Salieri, autor de 39 óperas, 5 misas, un réquiem, 3 oratorios, 4 Te Deum y otras 200 obras entre cánones, motetes, sinfonías y conciertos para órgano. Fue profesor, además, de Beethoven, Schubert, Liszt, Czerny, Hummel y de uno de los hijos del propio Mozart, lo que terminaría por pulverizar la hiperventilada enemistad.
Pero para efectos teatrales y cinematográficos resulta más contundente ver cómo Salieri vierte subrepticiamente unas gotitas de veneno en la copa del genio, quien hace un brindis por la amistad antes de ponerse al piano y tocar su “Réquiem”. Hasta que la pócima hace efecto y el envidioso concluye: “No pasaré a la historia por mi música sino por ser el que ha matado a Mozart”. La verosimilitud de los versos de Pushkin y la película de Miloš Forman recrean estupendamente una fábula que se sostiene en el imaginario popular: cada artista talentoso tiene su némesis en Salieri.
VENENO EN LA PIEL
Pero en el proceloso sendero que conduce hacia ese botín abstracto y codiciado que algunos llaman ‘la gloria’ hay menos fábula y más realidad: “¡Nadie es tan necio que admire a Miguel de Cervantes!”, escribió Lope de Vega después de burlarse hasta de la pobreza y tartamudez del Manco de Lepanto. “No hay un solo rasgo ingenioso en El Quijote digno de ser citado”, remató Baltasar Gracián. Considerando que las obras de Shakespeare eran acusadas de estar repletas de ‘sugar sonnets’, sonetos melosos y azucarados —pertenecientes además, a compañías teatrales que casi invisibilizaban al autor—, que ambos gobiernen las letras universales solo puede llamarse justicia poética.
Menos poético estuvo Baulelaire describiendo a la socialista utópica Georges Sand: “Estúpida, pesada y charlatana, que tiene en las ideas morales la misma profundidad de juicio y la misma delicadeza de sentimientos que las porteras”. “Es una vaca lechera”, completó Nietzche. Tampoco tuvieron barnices ni pudores André Gide llamando “santurrón y fariseo” a Paul Claudel y éste replicando “gusano inmundo, depravado sexual”. Pero pocas horas después de morir Gide, Claudel recibió un telegrama firmado por aquel: “El infierno no existe, puedes hacer locuras”.
“Lo cretino, en ti / no excluye lo ruin / lo ruin en tu sino / no excluye lo cretino / así que eres en fin / tan cretino como ruin”, le escribió Luis Cernuda a su crítico. Exactamente como lo haría Pablo Neruda contra Vicente Huidobro y Pablo De Rokha: “Derrokas, patíbulos / Vidobros / y aunque escribáis en francés con el retrato de / Picasso en las verijas / y aunque muy a menudo robéis espejos y llevéis a la / venta / el retrato de vuestras hermanas / a mí no me alcanzáis con vuestros escupitajos”. Directo como los dardos que Picasso invitaba a lanzar a sus amigos sobre el delicado retrato de la hija de Matisse, que el francés le había regalado.
Y si el el arte es caprichoso, sazonado con política se vuelve hostil. Lo experimentaron Jean-Paul Sartre y su amigo Albert Camus, camaradas íntimos que el existencialismo unió y el llamado del primero para “ensuciarse las manos” protestando en la calles separó. Lo supieron también García Márquez y Vargas Llosa después del célebre puñetazo. Lo supo Cabrera Infante y todos los escritores del ‘boom’ enfrentados por el llamado Caso Padilla. Cero ideología, más bien, cuando Norman Mailer le dice a un níveo Tom Wolfe que solo un imbécil puede ir eternamente vestido de blanco.
LENGUA VIPERINA
Fricciones épicas pueblan las relaciones entre William Faulkner y Ernest Hemingway, Bernard Shaw y Chesterton, Auguste Rodin y Camille Claudel, Georgia O’Keeffe y Alfred Stieglitz, Frida Kahlo y Diego Rivera, Jackson Pollock y Willem de Kooning. Egoísmo, vanidad, inseguridad, celos. Si sobrevivir artísticamente precisa de condiciones mentales cercanas a la locura, la competitividad no excenta de admiración, aunque siempre recelosa, impondrá una dinámica que nunca termina por resolverse.
Y en ese vértigo resulta inigualable el arequipeño Alberto Hidalgo (1937 - 1967), genio del desprecio y candidato fallido al Premio Nobel de Literatura 1957. “Talento es lo que Ricardo Palma nunca pudo poner en su obra, es un abuelo menos”, dijo. “Baroja es un burro inteligente”, escribió. “¡Nunca pasa nada entre Ud. y una mujer!”, le dijo a Borges. Pero en nuestra historia siempre quedará grabada la respuesta de Toño Cisneros a los poetas de Hora Zero que en los años 70 lo desafiaron a leer poema contra poema: “Han empezado con el pie derecho, camaradas. Ahora falta que escriban con las manos”.
MOZART VS. SALIERI: LIMA OPERA FEST
Por encargo del archiduque austriaco José II, ambos compositores se enfrentaron en un duelo musical el 7 de febrero de 1786 en el Palacio Schönbrunn de Viena: mientras Mozart interpretaba la comedia “Der Schauspieldirektor”, en el otro extremo Salieri hacía lo propio con el divertimento teatral “Prima la musica e poi le parole”. Si bien esta vez la escaramuza no será en simultáneo, el director italiano Lorenzo Albani y el maestro Javier Súnico Raborg prometen una función especial de ambas óperas para los días 16 y 17 de noviembre tal como se estrenaron hace 233 años en Viena. El elenco internacional estará encabezado por la soprano argentina Silvana Leonor Gómez y la terna local por el tenor Wilson Hidalgo, la soprano María del Carmen Rondón y el barítono Luis Asmat. Adicionalmente, el miercoles 13 de noviembre se presentará el Concierto para Cembalo en Do Mayor de Salieri y el Concierto Número 1 en Fa Mayor de Mozart dirigidos por el pianista Christian Hurtado y del Blú Quartet.