Sufro la inmensa pena de tu extravío/ Siento el dolor profundo de tu partida/ Y lloro sin que tú sepas que el llanto mío/ Tiene lágrimas negras/ Tiene lágrimas negras como mi vida”, dice la célebre canción de Miguel Matamoros y casi para cualquiera es inevitable cantarla mientras se lee.

Probablemente la versión contemporánea más conmovedora de “Lágrimas negras” es la que interpretó junto a Bebo Valdés en el disco homónimo que grabaron en setiembre del 2002 -publicado el 2003, con la colaboración, entre otros, de Paquito D´Rivera o Caetano Veloso-, producido por el cineasta Fernando Trueba, factor decisivo para el acercamiento entre ambos artistas.

Siento mucha alegría por volver a Lima, Perú, con mi gente maravillosa, después de varios años y de esta pandemia. Tenemos muchas ganas de verlos”, es lo primero que nos dice El Cigala desde Bogotá, donde se presentó como parte de la gira “15 años de lágrimas”, que había quedado interrumpida por la pandemia. Se le escucha contento, sereno, satisfecho por los conciertos de los últimos días que lo han llevado por todo el continente a reencontrarse de a pocos con su público, y a este con la magia vocal del cantaor español.

De este modo, los peruanos tendremos la oportunidad de regocijarnos nuevamente con aquella voz suya que retumba desde la corteza de la península ibérica, que parece envolverla en sus vientos y calores siendo su hálito, su cielo protector, su fiesta viva.

-Diego, tú tienes una relación con el Perú que va más allá de los conciertos, con el cajón peruano, y un homenaje pendiente a nuestra música negra…

Mi relación está muy bonita, a través de Eva Ayllón, por ejemplo. A mí me gusta mucho Perú, sobre todo los cajones, la música que tiene el pueblo peruano, sus ritmos me gustan mucho. Cualquier sonido con ese instrumento es muy bonito, da mucha emoción. En cualquier momento concreto ese homenaje a su música negra, tan rica.

-Han pasado casi 20 años de “Lágrimas negras”, uno de los discos más especiales de tu carrera. ¿Qué sensaciones te deja el camino recorrido desde entonces?

¡20 años! Sí, increíble. Me deja una sensación demasiado bella, demasiado bonita, porque han pasado 20 años y no hay sitio donde vayamos a tocar en que no se cante “Lágrimas negras”, es como un icono. Es muy bonito que la gente recuerde el disco con tanto cariño en Colombia, en Chile, en Costa Rica, en Perú, y que lo cante como si fuera el primer día. Salen nuevos discos y la gente me pide siempre “Lágrimas negras” o “Corazón loco”, “Vete de mí”, “Veinte años”, otras canciones de ese disco. Es un disco único, de los que ya no se hacen. Cierto es que no se ve a ningún artista de ahora cantando “Lágrimas negras”.

-Aquella grabación fue, además, un gran ejemplo de la confluencia musical entre América y España. ¿Cómo se construyó tu relación con Bebo Valdés? ¿Qué recuerdos guardas de él?

Mi querido Bebo, que en paz descanse. Hicimos una relación como de abuelo-nieto maravillosa, gracias a mi amigo, el director de cine Fernando Trueba. Yo estaba viendo por aquella época Calle 54, su película sobre música latina. Fui uno de los primeros en verla, cuando aún no estaba editada. Ahí vi a Bebo Valdés con Cachao. Me enamoré (risas). Entonces le dije a Fernando que quería conocer a Bebo. Por aquel entonces se dio la ocasión de que Bebo venía a tocar al Teatro Albéniz, en Madrid, que ya ha desaparecido y estaba detrás de la Puerta del Sol. Yo me puse un traje, fui y me presenté allí en el camerino para conocer a Bebo, así nomás, directamente (risas). Entré al camerino, me senté y comencé a hablar con él. A los 15 minutos de estar juntos teníamos ya una relación como si nos conociéramos de años. Y nos pusimos a hablar, entre risas y bromas, y dijimos “¿Grabamos un disco?” … Y en 3 días grabamos “Lágrimas negras”. Yo jamás había cantado al piano y muchas otras cosas. Parte de porqué soy hoy conocido en el mundo entero es gracias al piano de Bebo Valdés.

Diego El Cigala regresa a Lima para ofrecer un concierto memorable que celebra los veinte años de “Lágrimas Negras”, el disco que marcó un hito en su carrera.
Diego El Cigala regresa a Lima para ofrecer un concierto memorable que celebra los veinte años de “Lágrimas Negras”, el disco que marcó un hito en su carrera.
/ Sony Music

-¿Se puede decir que fueron 3 de los días más intensos de tu carrera?

Sí, sí, fueron muy intensos, porque allí lloró hasta el apuntador (risas). Fernando Trueba salía del estudio con un trozo de papel del baño y lloraba, y el cámara, el ingeniero, todos llorando. Yo decía qué pasa aquí. Hasta yo llegué a llorar. Claro que me reí mucho también. Fue una experiencia súper bonita y que nunca podré olvidar. Jamás en la vida.

-En aquella grabación había varios estilos: canción cubana, son, flamenco, copla. No es la única vez que has recurrido a otros géneros. ¿Cómo es posible realizar una mezcla tan variada, tan rica y salir airoso?

Pues porque yo creo que han sido siempre sonidos del alma, sonidos de verdad, sonidos del pueblo. No hemos tenido mucho que rebuscar, ¿sabes? Ya estaba ahí. La clave es el hecho de ser genuino. Eso sale, musicalmente, cuando eres genuino. Bebo era genuino y seguirá siendo genuino hasta el fin de los días. Siempre hay algo que aprender de él.

-Has dicho alguna vez: “El flamenco es un lamento, no es una alegría”. ¿Qué es y qué significa para ti el flamenco?

Es un estado de ánimo. Es una manera de sentir, de llevarlo. Sí, yo llevo el flamenco, es un estado de vida mío que siempre, incluso sin estar haciendo nada, está maquinando y escuchando y siempre estoy dentro del mundo del flamenco y de otra música. Pero el flamenco hay que vivirlo y sentirlo.

-Si es “Un estado de ánimo”, como la alegría o la melancolía, ¿Uno puede “sentirse flamenco”? ¿Tú te sientes “flamenco” todos los días?

Bueno, yo me siento flamenco cada vez que subo a cantar, como flamenco que soy, pero no me siento flamenco todos los días, si no, me aburriría. Pero sí es verdad que cuando quiero serlo, soy más flamenco que ninguno, porque lo llevo.

-Y cuando no te sientes flamenco, ¿Qué te sientes?

Culturista. Deportista (risas).

-Dicho esto, ¿Qué es para ti ser un cantante de flamenco? Intuyo que hay una enorme responsabilidad de por medio…

Sí. Cantar el flamenco es tener presente, claro, lo que son los palos del flamenco, conocer el mundo de flamenco, saber cantar el flamenco, tener una idea del fandango, la alegría, las bulerías, soleás, seguiriyas. Hay palos del flamenco que muchos flamencos no conocen por una sencilla razón: porque no se hacen ya. Pero yo vengo de ahí. Es muy bonito cantarlo para el mundo del baile. Ser un cantante flamenco es saber cantar y saber conocer todos esos palos. Eso te da la oportunidad de llevarte a otro lugar y conocer otras músicas.

-¿Sientes que, en estos tiempos, es necesaria una reivindicación del gitano o de ser gitano, sobre todo en un contexto como el europeo, donde se ha agudizado la xenofobia o el racismo contra las minorías o migrantes, incluso desde los discursos políticos?

Creo que no, no hay que reivindicar, por así decirlo, porque el racismo siempre ha existido y va a existir en América y Europa. Eso, claro, no quiere decir que hay que practicarlo, ni apoyarlo, ni entrar en esos mundos de xenofobia. El racismo, por desgracia, como gitano, lo he vivido en mis propias carnes y la verdad es que no se lo deseo a nadie. La verdad es que los gitanos ya estamos integrados en la sociedad como cualquier ser humano, aunque está claro que existe aún el racismo, que debería algún día desaparecer, contra gitanos, hispanos, latinos, africanos o árabes.

-Recuerdo que, en una entrevista de hace unos meses, dijiste: “Aquí hemos venido a vivir intensamente, a comérnoslo todo…”. Por aquí en el Perú, cuando se habla de flamenco, se piensa en El Cigala o en Camarón. ¿Es “requisito” ser hedonista o bohemio para ser un buen cantante de flamenco?

¡Qué va! Lo que hay que saber es cantar y dejarse de ser hedonista. Lo que hay que tener es la capacidad de transmitir, la capacidad de ser encantador y que todo te suene: flamenco, bolero, salsa. Pero que tú puedas llamarte un ‘cantaor’, eso es difícil de conseguir, al día de hoy, y cuando se consigue es una alegría, un milagro de la vida.

-Uno de los rasgos que más ha definido tu carrera es, por supuesto, tu voz. ¿Tienes algún método particular para cuidarla o para potenciar sus cualidades?

Sí, dormir mucho. Tengo que dormir mucho, porque si no, no puedo cantar. Creo que las habilidades, cuando uno las hace a plenitud, si no duerme es imposible. Si no duermo, no puedo cantar. No tengo ningún otro requisito. Hago mis gárgaras, claro, intento cuidarme un poquito, pero la mejor rutina que hay es dormir.

-Volviendo a tu voz, Diego, cantas desde niño. ¿Cómo se descubre un talento innato como ese? ¿Cuáles fueron las primeras señales?

Fueron con mi madre, con mi padre, que decía “¡Cómo canta mi niño! Y yo no paraba de cantar, todo el rato, parecía el gramófono del colegio (risas). Entonces, me sacaban del pupitre, me ponían de cara a la pared, pero yo seguía cantando, me daba igual. Tenía claro que quería cantar. Lo vi porque con mi familia ya me empezaban a meter en los huequitos para que cantara y decían que apuntaba maneras. Parecía que estaba escrito que yo estaba hecho para cantar, porque si no, no sé lo que hubiera sido, la verdad. ¿Médico? (risas)

-Has tenido la oportunidad de compartir con otros grandes artistas. Además de Bebo, Óscar D´Leon, Lila Downs, María Dolores Pradera, Omara Portuondo. ¿Cómo funciona esa química entre genios? ¿Qué puedes decir que es lo más importante que aprendiste de artistas como ellos?

Su sencillez, su nobleza, su corazón, su saber escuchar, saber cuál es el pellejo de uno, dar muy buenos consejos. Siempre hablaban con un cariño y con un respeto, con Chavela Vargas, con Bebo, con María Dolores, claro que sí. Son personas que te aportaban solo con su físico, con su presencia, con verlos sentados ahí ya te estaban aportando una energía que venia del Todopoderoso, pero, sobre todo, siempre me daban muy buenos consejos y me decían que creyese en lo que más quería, que era la música. Siempre estaba aprendiendo, cogiendo cositas de ellos, y cuando no me decían nada, significaba que estaba en buen camino, lo mismo si me tenían que corregir, me corregían de una.

-Perdiste a tu esposa Amparo hace 7 años, a pesar de lo cual tuviste la fuerza suficiente para dar un concierto casi de inmediato. ¿Puedes decir que ella te sigue transmitiendo esa misma fuerza hoy?

Pues sí, hoy y toda la vida. Amparo seguirá por siempre.

-En una entrevista para El Español comentaste que hablabas seguido con Dios. ¿Qué es lo más importante que te ha dicho últimamente?

Que siga por el buen camino y que intente hacer el bien y no mirar a quien, que intente ser lo más honesto conmigo mismo, aunque siempre pecamos, la carne del ser humano es débil, tenemos esa tendencia. Pero sí, cada vez que hablo con El Padre le pido perdón, me arrepiento de corazón e intento ser mejor persona.

-Diego, finalmente, ¿Qué es lo primero que piensas hacer al llegar al Perú?

Comerme un anticucho, una causa limeña y un buen cebiche, eso es lo primero que voy a hacer, ¡Vamos! (risas).

La ficha
Diego El Cigala, gira “15 años de lágrimas”

Fecha: martes 4 de octubre 

Hora: 8.00 p.m. 

Lugar: auditorio Santa Úrsula 

Entradas: Teleticket 


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