Fabrizio Tealdo Zazzali

Willie Thorne no recuerda el tiempo mítico de la fundación de la psicodelia nacional con nostalgia. Sin guitarras, sintetizadores, ni bajos al lado, con ropa casual, el arreglista que trazó la base de temas memorables está enfocado en la próxima tocada de los Traffic Sound, aquella banda que alteró el país de 1967 a 1972.

Mientras acá se les recordaba como una curiosidad de juventud, su música se abría campo entre coleccionistas y devotos del rock psicodélico y progresivo en otras latitudes del globo.

“Nos escuchan más afuera que en Perú”, menciona Thorne.

Empezó a darse cuenta navegando por Internet que estaban lejos de haber sido olvidados, solo que ellos no sabían la relevancia que su música preservaba.

“Estuvimos 20 años en el limbo. Cuando en 1993 la revista ‘Rolling Stone’ hace una reseña muy favorable de la reedición en Londres del “Virgin” [primer álbum], me dije ‘¡qué es esto!’”, comenta Thorne.

Los años de apogeo de Traffic tampoco fueron los mejores.

“Nos tocó una época políticamente muy jodida. El gobierno de Velasco amenazaba con quitarnos las tierras [a su familia]. Debí dejar la banda y de estudiar para ver si no nos las usurpaban”.

EL PASADO

La dictadura militar también privó a Traffic Sound de alcanzar el gran escenario. Iban a ser teloneros de Santana en diciembre de 1971, concierto que fue censurado por la dictadura militar levantando la bandera de las buenas costumbres.

Thorne ya no estaba en la banda, pero había dejado su aporte en el primer álbum “Virgin” y en especial en el segundo, LP al que llama con cariño “El Rosado”, pues el nombre de la banda le da título al disco.

“La producción del segundo álbum la hicimos Manuel [Sanguinetti] y yo, por un tema de tiempo. Willy Barclay [primera guitarra] estaba trabajando. Quizá por eso tiene un sonido más homogéneo”.

La calidad de Traffic Sound no apela a chauvinismos como el interés nacional velasquista, es una cuestión de hechos.

“Cuando un representante de Braniff International nos escuchó, nos contrata para inaugurar su vuelo Jumbo en Buenos Aires. Tocamos en un tremendo hotel, el Alvear. Uno de los invitados nos llevó a una discoteca. Les encantó y nos propusieron quedarnos en Mar del Plata todo el verano”.

“A pasarla horrible”, comento.

“Horrible, claro, pero Willy Barclay tenía que volver a trabajar, así que nos regresamos”.

Pensar en lo que podría haber sucedido con esta banda con uno de los sonidos más potentes y originales de la psicodelia mundial es intrascendente. La época los consumió, y también las disqueras. Sus dos primeros álbumes los sacaron con MAG y el último, el “Lux”, con Sono Radio.

“Me dio mucha pena el sonido del ‘Lux’. No fue de calidad. La presencia que encuentras en los discos de MAG fue muy superior al de Sono Radio”.

Pero no todo les fue bien con MAG.

“Las disqueras explotaban muy bien a sus músicos. Nos ocultaban ventas. Luego he tenido que enterarme que en Costa Rica ‘Meshkalina’ fue número 1, que utilizaron nuestras canciones en películas, que se editaron álbumes en otros países por los que no recibimos un mango”.

Culpar a la época y a los ejecutivos resulta una salida fácil. Thorne también reconoce yerros propios.

“Nos faltó ser más profesionales para llegar a Estados Unidos. Esa era la meta. Nos faltó academia. Los grandes grupos tienen productores, técnicas de canto y grabación, una guía y arreglistas que no tuvimos. Nosotros éramos todistas. Nos rompíamos la cabeza pensando cómo hacen otras bandas para sonar tan bien. Luego nos dimos cuenta de que estábamos tocando con las mismas cuerdas año y medio. Ni sabíamos que una cuerda nueva tiene mejor calidad, definición y que desafina menos”.

Estos problemas técnicos no impidieron que legaran dos piezas de antología.

EL FUTURO

En cinco días, del concierto del sábado al del jueves, el progreso de Traffic Sound es indiscutible. La calidad y el complemento de la banda se mantiene, aunque se apoyan más que antes en los vientos de Jean Pierre Magnet. Los equipos son otros y en consecuencia el sonido, pero como todos los artistas brillantes, en el cambio permanecen.

Thorne considera un desperdicio ensayar tanto para solo dos presentaciones. “Las tocadas deben ser más largas, porque primero debemos desoxidarnos, no es que estemos en práctica como Jean Pierre, el único que se dedicó a la música”.

Aunque cada uno de los integrantes tiene compromisos laborales, empresas que atender, “la puerta está abierta”, confiesa Willie. “Hay propuestas para tocar en Arequipa y el norte el próximo año, incluso para formar parte de un festival de bandas peruanas en Nueva York”. Llegar a Estados Unidos cerraría el círculo de la meta original de los Traffic Sound.

Sin embargo, los objetivos han cambiado. Si antes anhelaban llegar a la meca de la psicodelia, ahora sueñan con ampliar su público, tocar para las nuevas generaciones.

“Me gustaría tocar a precio muy popular ante 10 mil personas”, señala Willie, quien dejó la banda antes de los legendarios conciertos en los Teatros Segura y Nacional, y también de la censura velasquista a Santana, con el daño colateral de privar a los Traffic Sound de las multitudes.

Un concierto a cancha abierta 45 años después sería una reivindicación, pero nuevamente no depende de ellos, sino de un manager que apueste por una banda que mantiene el espíritu y la energía de sus mejores tiempos.

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