Ha resistido golpes y reveses, pero se ha mantenido fuerte. De hecho, el Festival de Artes Escénicas de Lima –en las tres ediciones que sacó adelante alejado del auspicio de la comuna limeña– ha aumentado su red de aliados y, por lo tanto, su oferta y calidad. Ahora, en su cuarta versión –que va del 3 al 15 de marzo–, el llevará a escena 11 propuestas escénicas nacionales y 10 del extranjero.

El Comercio reunió a tres de sus representantes –Vanessa Vizcarra, directora del festival, Mauricio Salas, coordinador y programador del Gran Teatro Nacional, y Alejandra Jáuregui, directora del C.C. de la U. de Lima– para hablar sobre el teatro en Lima y los retos para que más personas se animen a disfrutar de las artes escénicas.

¿Existe alguna forma de saber cuántas personas van o son afines al teatro? En algún momento se hizo una pregunta en un censo, aunque quizás no fue tan específica.

Mauricio Salas (MS): En realidad, ya hay una batería de preguntas que el Ministerio de Cultura pudo elaborar conjuntamente con el INEI para ver cómo introducir, dentro de una encuesta, información sobre consumo cultural de diferentes disciplinas, enfocado a las industrias culturales. Creo que poco a poco vamos a ir teniendo más información sobre eso no solo en Lima sino en las diversas regiones del Perú. Y ese va a ser un insumo que nos va a permitir también, en el caso de los festivales y de las mismas instituciones que tenemos una oferta permanente de espectáculos artísticos, generar más estrategias de acercamiento al público, de diversificación de puntos de exhibición por parte del estado. Hay una serie de decisiones que se pueden tomar de una manera más adecuada cuando se tenga esa información.

¿Es justo considerar al cine como la gran competencia del teatro? Se han proliferado las opciones, la cantidad de salas también ha aumentado.

Alejandra Jáuregui (AJ): No es una competencia: es un arte complementario que últimamente se usa muchísimo en las artes escénicas. Se pueden hacer contenidos para danza, teatro, y ahora, dentro del festival, podemos ver esa mixtura de disciplinas.

Vanessa Vizcarra (VV): Si pensamos que lo que propone el teatro es una experiencia de comunidad, de salir al espacio público, de ir a un lugar para recibir un producto o expresión cultural, el cine viene a ser una opción más. La competencia, en todo caso, es Netflix. La competencia es la tendencia a quedarse en casa, en recluirse, a no salir a la calle, a no buscar experiencias.

¿Cómo luchar contra Netflix?

VV: Creo que no se trata de luchar sino de convivir con un teatro que esté acorde al tiempo que se vive y que siempre esté buscando ser mejor y hablar mejor con el espectador.

MS: También es importante enfocarnos en los nuevos espectadores: si trabajamos desde edades más tempranas, podemos agregarle valor a la experiencia de ir al teatro. Si es que las personas no sienten que hay un valor agregado no se van a acercar. Hay que desarrollar esa sensibilidad, esa fibra, solo para que le den una oportunidad al teatro y vean que hay beneficios que pueden llegar en diferentes momentos de la vida, en diferentes intensidades. Y también es importante generar espacios, como es el caso de este festival, en los que el público y las artes escénicas se encuentren y se muestra la amplia oferta de lo que se puede ver.

AJ: El público busca conmoverse. Quiere estar en su casa viendo Netflix o lo que fuera, pero están buscando una experiencia que los toque de alguna forma. Debemos reconocer a ese público y ver las formas de llegar a ellos, que nos sientan más cercanos. A través del festival tratamos de poner contenidos de distintos formatos, en los que el público no es solo un espectador sino también participa.

Se habla de acercar el teatro a las personas y hay esfuerzos para lograrlo. Pero no siempre funciona bien: está el caso del que se construyó en Lima Norte. ¿Pasa lo mismo en otros distritos? ¿Los vecinos de San Borja o Surco van a los teatros más cercanos?

AJ: Es difícil. Si no has tenido contacto con alguna disciplina, sea cual fuera, es difícil que el primer acercamiento suceda. Justamente, uno de nuestros objetivos es tratar de lograr esa primera experiencia. Una vez que las personas prueben, irán agarrando el gusto. Es como un plato nuevo de comida: quizás al inicio no sepas si te va a gustar, pero luego empiezas a indagar. Nuestro trabajo es dar esa primera experiencia. Solo necesitamos que el público se arriesgue y vaya.

VV: Yo no diría que acercar el teatro a la gente es un experimento fallido. Al contrario, creo que existen muchas experiencias y así como nos pueden dar resultados negativos, habrán otras diez que están dando resultados positivos, solo que tienen otras características. A nosotros se nos presenta el reto de observar qué está sucediendo en las diferentes partes de la ciudad y del país, qué sucede en cada localidad, zona, distrito, región, con sus formas propias, porque allí es donde vamos a encontrar las respuestas de cómo acercarnos. Una de las cosas que está haciendo el festival, por primera vez, es aprovechar los puntos que ya funcionan en varias partes de Lima, como son los auditorios del Británico, para hacer una programación familiar. Sabemos que es un primer paso en un intento de ampliar nuestra red, pero es un paso importante porque salimos de los distritos en los que normalmente funcionan las instituciones que comparten la organización del festival.

MS: Y así como las acciones de descentralización son sumamente importantes, hay otras que están más en la sombra, pero que el festival vienen haciendo de manera sostenida. Por ejemplo, a través del Ministerio de Cultura, este año vamos a tener la presencia de quince programadores de regiones, personas que tienen la responsabilidad de ver y desarrollar programación en diferentes tipos de espacios escénicos.

VV: Y otros tantos de Lima…

MS: Y otras 25 personas que vienen de otros espacios escénicos e instituciones culturales de Lima que van a tener contacto con la programación, que van a participar de un mercado con creadores, productores y directores de otras partes, así como también al showcase de danza. Eso tiene un doble beneficio: promocionar la actividad artística y generar vínculos entre espacios escénicos similares, compartiendo productos a través de la circulación de espectáculos. Creo que el escenario es auspicioso, entre otras cosas, porque desde hace un par de años tenemos estímulos económicos para las artes escénicas. En el festival y a se pueden ver propuestas más nutridas.

Lo han venido respondiendo, pero igual planteo la pregunta: a su parecer, ¿qué buscan las personas al ir al teatro y qué las desanima? ¿Cómo hacer para ponerlo en el mapa para quienes no lo consideran como opción?

AJ: De hecho, el espacio en el que se realizan las actividades es un tema a tomar en cuenta, sobre todo por el tráfico de nuestra ciudad. Retomando lo que dice Mauricio: por eso es tan importante la circulación de una obra que, de pronto, se monta en un centro cultural de Surco y luego puede estar en Barranco. Una obra que gira en una misma ciudad ya acerca la programación al público. La parte económica también es una barrera, pero tiene que ver con lo que hablábamos al inicio: lograr esa primera experiencia es difícil y si le sumas la parte económica lo es aún más porque se está apostando por algo que no sabes si te va a gustar. Por eso es que estamos poniendo dos obras internacionales de forma gratuita. Una de ellas está en el Teatro Municipal y la otra en el C.C. de España, lugares de fácil acceso para tantas personas.

¿Cuántas personas asistieron al FAE 2019?

AJ: Alrededor de 9 mil, más o menos el 10% más que el año anterior. Este año esperamos superar esa cantidad de público. Las actividades paralelas, que invitan a salir y a conversar con la gente, podrán aumentar la cifra.

De ese total, ¿cuántos espectadores vienen del exterior?

VV: No tenemos un porcentaje exacto, no hemos hecho una medición específica. Yo diría que sí hay personas que viven en ciudades cercanas a Lima que se movilizan para ver algunos espectáculos. Pero este es un festival para el público local. Lo que sí tenemos es el vínculo con los programadores extranjeros porque ese es el objetivo del festival: generar una plataforma para nuestros programadores y que sus obras circulen en el extranjero. Ellos son los que nos ayudan a visibilizar nuestras propuestas en el exterior.

¿Hay planes para dar espacio a propuestas del interior del país?

Es un plan que quisiéramos pensar que está muy cerca. Este es el festival de Lima, pero siendo Lima la capital, siendo una ciudad que centraliza mucho a nivel de creación, producción y gestión, nos parece que sí nuestra responsabilidad generar esos vínculos. Para que eso suceda se necesita seguir creciendo en cuanto a la gestión del festival, una gestión que se genera por la cooperación de seis instituciones y la alianza, este año, con el British Council, el Instituto Italiano de Cultura, la Embajada de Francia y el C.C. de España. Si no existiera esa red de trabajo, no habría festival. Nuestra tarea es que esa red sea cada vez más fuerte y más extensa. Este año tenemos la oportunidad de traer programadores de otras partes del Perú, lo que es un paso hacia adelante en el intento por llegar a otras partes del país. Idealmente, ese paso se va a amplificar a partir de que el festival avance.

DATO

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