“La obra es la misma en cuanto a su línea narrativa, pero esta producción es distinta a la que hicimos años atrás”. Esta es la tercera vez que Jimmy Gamonet dirige “Sueño de una noche de verano”, una versión propia que le costó tiempo y sudor sacar adelante.
En el 2011, cuando se la encargó el Ballet Concierto de Puerto Rico, notó que la composición de Felix Mendelssohn era insuficiente, por lo que seleccionó otras obras del maestro alemán hasta crear un continuo de una hora y quince minutos. El siguiente reto fue trasladar la pieza del teatro a la danza.
“Me atrae la ambigüedad, el delicioso sarcasmo de la obra, pero eso venía acompañado de ciertos retos, pues adaptarla no era sencillo –recordó Gamonet en el 2015, mientras llevaba la obra al Teatro Municipal de la mano del Ballet Municipal–. En realidad, las dificultades surgen cada vez que anulas el medio de comunicación verbal en una obra de tipo narrativo. O mejor dicho, cuando eso sucede, la obra se transforma en otra cosa”.
Ahora, a punto de hacer lo mismo con el Ballet Nacional en el Gran Teatro Nacional, Gamonet anota que uno de los pecados que no se deben cometer es caer en la pantomima. El desafío sigue siendo el mismo: “reemplazar los diálogos con los movimientos y que estos no solo cuenten una historia, sino que sean estéticamente agradables y entretenidos”.
Por supuesto, como creador, Gamonet ha ido variando algunos detalles que hacen de cada una de estas puestas en escena, piezas únicas. Por ejemplo, en la versión que se estrena este jueves, él ha cambiado significativamente la música. “Por lo general, nunca estoy completamente feliz con mi trabajo, siempre lo estoy ajustando –agrega el director–. Pero siempre se trata de la música y de los bailarines, y el Ballet Nacional vive un buen momento y ha extendido su capacidad en el ámbito técnico y de producción, o sea, también en lo que respecta a la escenografía, vestuario, efectos especiales, maquillaje. Mientras más capaces sean ellos, más opciones tengo para llevar la obra al escenario”.
UNA OBRA INMORTAL
Como muchas obras de William Shakespeare, “Sueño de una noche de verano” se ha instaurado como un clásico. No importa que pocos sepan que la marcha nupcial que se suele escuchar en las iglesias la escribió Mendelssohn (a los 17 años) para su versión de la obra; que sus personajes hayan inspirado los nombres de los satélites de Urano (lo que rompió con la tradición de utilizar referencias mitológicas); o que la pieza es una comedia de enredos en la cual los jóvenes quieren amar en libertad; también hay hadas, magia y transformaciones en animales y, por tanto, problemas y confusiones.
“Esta, si no es la única, es una de las pocas obras de las que no se sabe de dónde la robó Shakespeare –afirma el dramaturgo Alonso Alegría–. Sus piezas son historias de Inglaterra o llegaron a él a través de panfletos que se vendían por las calles. ‘Hamlet’, por ejemplo. Pero de esta nadie se acuerda la original, por lo que se sospecha que podría ser de su invención”.
Más allá de las curiosidades, Alegría agrega que “Sueño de una noche de verano” destaca porque plantea un conflicto de clases –“Hay semidioses, aristócratas y hombres comunes”, dice–, algo que no se suele ver en otras creaciones shakespearianas.
Quizá sean las ansias de libertad, la juventud de sus protagonistas, las ganas de alcanzar sus sueños y su candidez (características que bien podrían aplicarse a otras obras del Bardo) las que han hecho de esta obra una de las favoritas de la historia. Por tanto, no sorprende que Disney haya tomado a Micky y Minnie como los protagonistas de la trama; que la forma de escapar del enclaustramiento de Neil Perry, personaje interpretado por Robert Sean Leonard en “La sociedad de los poetas muertos”, haya sido protagonizar la puesta en escena en un montaje local; o que intérpretes como Judi Dench (en la versión fílmica de 1968), creadores como Woody Allen (en “La comedia sexual de una noche de verano” de 1982) o Silvio Rodríguez (quien tituló uno de los temas de su álbum “Causas y azares”, de 1986, en honor a la obra) hayan querido ser parte o tomar la historia del Bardo y jugar con ella.
En el Perú, se recuerda la versión de Mario Delgado y Cuatrotablas en su local barranquino (julio de 1995), la de la productora Raquel en Llamas en el Teatro Británico (circa 2007) con Carlos Carlín como Puck; así como puestas en escena más recientes, como las dirigidas por Vera Castaño en Ensamble (2014), Lourdes Velaochaga en el teatro La Plaza (2015), y Miguel Iza y el colectivo Del Bardo en setiembre de este año, con una versión de Franco Iza titulada “Sueño de una noche de elecciones”.
MÁS INFORMACIÓN
Lugar: Gran Teatro Nacional (Av. Javier Prado Este 2225, San Borja). Estreno: jueves 5, 8 p.m. Temporada: 6, 7, 8, 12, 13, 14 y 15 de diciembre. Entradas: Teleticket.