“'Cualquiera' fue un remezón muy fuerte para mí”
José Silva

¿Puede un texto escrito hace cinco siglos seguir influyendo de forma poderosa en las personas? La respuesta es sí.

“Cualquiera”,  una idea que nació a finales del siglo XVI como una obra religiosa y que tuvo un nuevo impulso gracias a Carol Ann Duffy -- una de las más brillantes dramaturgas y poetas británicas de la actualidad --, ha sido traída al Perú por el director de teatro .

Protagonizada por Rómulo Assereto, la puesta en escena muestra a un joven que cree tenerlo todo y termina, de la noche a la mañana, frente a frente con la muerte.

En un solo acto de 80 minutos de duración, el público asistente al teatro La Plaza se encontrará con un sobrecogedor viaje a la conciencia con el que es imposible no identificarse.

“Cualquiera” tiene momentos intensos de principio a fin. La lujuria, el deseo y el éxtasis terminan sopesándose con la decepción, los reproches, pero principalmente con la conciencia en torno a lo efímero de nuestra existencia.

Estas situaciones han sido posibles gracias a un elenco que combina experiencia y juventud sobre las tablas. Todo bajo la atenta dirección del responsable de varios de los más importantes éxitos del teatro peruano en la última década: Juan Carlos Fisher.

Conversamos con él sobre esta obra que va de jueves a martes a las 8 p.m. y los domingos a las 7 p.m. en el teatro La Plaza de Larcomar. Las entradas están a la venta en Teleticket y en la boletería del teatro.

-“Cualquiera” tiene como base un texto escrito hace cinco siglos. ¿Qué te llamó la atención para traerla a una Lima tan compleja como la que habitamos hoy?

Cuando leí esta versión de Carol Ann Duffy sentí que hablaba de mi generación y mi generación es Lima, una generación que no se cuestiona el fin, ni la muerte. Es algo que, a los treintas, consideramos no va a suceder pronto. Y además (hablamos) de una generación muy confiada en el bienestar, en la comodidad y que mide el éxito en propiedades, en estatus. Eso me removió. Sentí que la obra era sumamente limeña.

-¿Alguna vez sentiste que te sobrepasaba el éxito o las ganas de lograrlo?

Para nada. Pero sí el no ser consciente de lo privilegiado que soy, de lo privilegiados que somos todos de estar en este lugar y en este momento. Eso me conmovió mucho. Y el olvidarme de dar las gracias por tantas cosas que he logrado, no solo a nivel profesional, sino sobre todo en lo personal. Los amigos, mi familia. Esta obra para mí fue realmente como un remezón muy fuerte.

-¿Un remezón que podría ser visto como un sermón, o no necesariamente?

No, en absoluto. Siento que la obra se aleja completamente de eso y llega a ser un viaje a la conciencia súper conmovedor. Por lo menos lo ha sido para mí y para el elenco.

-¿Cómo fue el proceso de selección del elenco? Dios es una limpiadora de pisos (Gabriela Velásquez) y la muerte es un guachimán muy curioso (Ismael Contreras).

Me sedujo mucho la imagen de un Dios que está limpiando la porquería que hacemos nosotros. Por más de que no soy católico me sedujo esa imagen. Y en este intento que hicimos con Rómulo Assereto de adaptar la obra a Lima, encontrando qué imagen podía representar la muerte, vimos que el guachimán es algo que a mí me genera una fascinación y una repulsión en igual medida, y entonces nos parecía una imagen bien seductora para ser la muerte.

-A mí me pareció un guachimán muy estricto, muy recto. ¿Cómo lo definirías tú?

Yo creo que es una mezcla de este criollo que disfruta el poder. Eso me gustó. Me ha encantado trabajar con Gabriela e Ismael creando ambos personajes.

-¿Cuánta importancia crees que deberíamos darle a la muerte?

En un momento de la obra, la muerte (Ismael Contreras) le dice Cualquiera (Rómulo Assereto) que la vida es solo prestada, que no es suya. Creo que asumir esto implica un nivel de agradecimiento y de ser conscientes de que tenemos que vivir en ‘el presente’ porque esto se puede acabar en cualquier momento.

-En algún momento me da la impresión que los escenarios: el bar, la casa de Cualquiera, no sé, pasan a un segundo plano y queda solamente la esencia del personaje y sus problemas…

Totalmente. Igual con Luis Alberto León, el encargado de la escenografía, nos sedujo la posibilidad de que todos vivan en este espacio (bar) donde se olvidan del momento y que simplemente se entregan al placer y a negar el resto de la vida. Eso nos parecía muy interesante.

-Dentro de este ida y vuelta que tiene la obra se pasa de un momento de éxtasis y lujuria casi sexual al otro extremo, en el que Cualquiera (Rómulo Assereto) se ve como un niño jugando con su scooter (patín). ¿Buscabas esos contrastes?

Totalmente. Porque la vida es así y creo que nada puede ser más conmovedor que descubrirse a uno mismo de niño. Me imagino frente a mí pero a los cinco años de edad y ver cómo ese niño se va a convertir en lo que soy yo, con lo bueno y lo malo, y es súper conmovedor. Y creo que el público tiene un proceso de identificación muy fuerte. Además esto es increíble para mí porque la historia fue creada hace más de 500 años y la humanidad sigue olvidándose de vivir en el presente.

-Carol Ann Duffy [Glasgow 1955] también tuvo una historia personal muy particular. No es cualquier poetisa de la literatura contemporánea.

Así es. Y creo que eso se siente al haber logrado convertir en un viaje a la conciencia un texto que originalmente tenía como objetivo atraer gente a la iglesia. Siendo Carol Ann Duffy atea, activista política muy fuerte, logró crear un texto que trasciende y termina siendo un viaje a la conciencia muy actual.

-Finalmente, ¿cómo haces para elegir qué obra traes a Lima?

Esos son los dioses del teatro que nos iluminan. Veo, leo y también investigo mucho por Internet. Creo que es una mezcla del momento que uno pasa personalmente, porque yo no puedo dirigir algo que no me conecte profundamente. Ya sea “Full Monty”, “Toc Toc”, “Incendios” o “Cualquiera”, me tiene que conectar. Entonces voy siempre alerta con Rómulo y con Chela De Ferrari, buscando lo que llega. A veces son proyectos que nos toman mucho tiempo concretar y otros que sí salen y que corremos con el tiempo para hacerlo.

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