Tessa considera a su personaje como una precursora en darle visibilidad a la lucha de una mujer por recuperar a sus hijos (Foto: Netflix)
Tessa considera a su personaje como una precursora en darle visibilidad a la lucha de una mujer por recuperar a sus hijos (Foto: Netflix)

A veces, las heridas más profundas no dejan marcas visibles. basada en la novela homónima de Tamara Trottner, revive un caso real de secuestro infantil ocurrido en la década de 1960, cuando un padre arrebató a sus hijos para castigar a su esposa. Lo que entonces se veía como un drama familiar hoy tiene nombre propio: violencia vicaria, una de las formas más crueles y devastadoras de violencia de género.

Inspirada en los recuerdos de la escritora, la producción dirigida por Lucía Puenzo lleva a la pantalla una historia íntima y estremecedora, protagonizada por Tessa Ía como Valeria Goldberg y Emiliano Zurita como Leo Saltzman.

A través de seis episodios, la serie reconstruye una infancia marcada por la pérdida, la manipulación y el poder patriarcal, con una mirada que busca no solo emocionar, sino también educar y generar conciencia.

¿QUÉ ES LA VIOLENCIA VICARIA?

La violencia vicaria ocurre cuando un agresor utiliza a los hijos e hijas como instrumentos para causar dolor a la madre. Es una forma de violencia de género reconocida legalmente, pero aún poco comprendida socialmente. La psicóloga argentina Sonia Vaccaro, quien acuñó el término en 2012, la define como una “violencia desplazada”: aunque el agresor no siempre daña directamente a la mujer, se ensaña con aquello que más la lastima, sus hijos.

En “Nadie nos vio partir”, esa dinámica se muestra con una crudeza conmovedora. Valeria no solo enfrenta la pérdida de sus hijos, sino también la indiferencia de una sociedad que, en los años sesenta, normalizaba el control masculino sobre la familia. Como explica Lucía Puenzo, lo perturbador de esta historia es que “todavía hoy hay mujeres que viven lo mismo, y seguimos sin reaccionar como deberíamos”.

Tessa Ía, intérprete de la madre que busca a sus hijos, ha señalado que la serie pretende abrir una conversación urgente: “Llamarlo por su nombre es un gran paso. Esto es violencia vicaria. Y si lo entendemos, quizás dejemos de normalizarlo”. La actriz considera que la ficción tiene el poder de transformar la mirada social, sobre todo cuando muestra que las víctimas no son solo las mujeres, sino también los niños usados como moneda de cambio emocional.

La serie narra un caso de la vida real que sucedió en la década de los 60 (Foto: Netflix)
La serie narra un caso de la vida real que sucedió en la década de los 60 (Foto: Netflix)

LAS CIFRAS SON ALARMANTES

Desde 2013, han sido asesinados por sus padres biológicos o las parejas de sus madres en España, en actos considerados violencia vicaria. Y aunque México apenas comienza a legislar sobre este tema, los casos se multiplican en silencio. Cada historia representa un sistema judicial que falló, un entorno que calló y una infancia arrebatada.

Tamara Trottner escribió su novela como un ejercicio de memoria y catarsis. Ahora, verla convertida en serie ha sido —en sus propias palabras— “una manera de reconciliarme con aquella niña de cinco años que no entendía por qué su papá mentía”. Su testimonio se transforma en un eco colectivo, una voz que interpela a madres, hijas e instituciones: ¿cuántas veces más se tendrá que contar esta historia para que deje de repetirse?

LA VIOLENCIA VICARIA NO SIEMPRE TERMINA EN TRAGEDIA VISIBLE

Puede manifestarse en amenazas, manipulación psicológica o decisiones judiciales que obligan a una madre a entregar a sus hijos a su agresor. Por eso, los especialistas insisten en que la prevención debe partir del reconocimiento, la formación con perspectiva de género y la valentía institucional de poner a las víctimas en el centro de la justicia.

Con un elenco impecable y una narrativa que combina el dolor con la esperanza, “Nadie nos vio partir” se convierte en una de las producciones más necesarias del año. No busca señalar villanos, sino mostrar los grises del amor, la familia y la violencia. Porque solo entendiendo cómo opera esta forma de abuso podremos evitar que siga ocurriendo detrás de las puertas cerradas de tantos hogares.

Al final, la serie es mucho más que un retrato del pasado. Es un espejo del presente. “Nadie nos vio partir” invita a mirar de frente aquello que la sociedad ha preferido ignorar: el sufrimiento silencioso de las mujeres y niños que todavía son víctimas de la violencia vicaria. Y quizá, solo al nombrarla, podamos empezar a detenerla.

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SOBRE EL AUTOR

Periodista con experiencia en redacción y creación de contenido digital. Soy licenciado de la Universidad Jaime Bausate y Meza. Trabajé en medios de comunicación y agencias de marketing. Experiencia también como fotógrafo en campos deportivos.

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