El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo salvadoreño, Nayib Bukele, se reunirán este lunes 14 de abril en la Casa Blanca en el marco de una visita de trabajo que tiene a la migración como tema central. Se trata del primer encuentro formal entre ambos mandatarios desde el regreso de Trump al poder en enero, y a diferencia de otras citas con líderes latinoamericanos, esta no será en Mar-a-Lago, sino en la sede oficial del Ejecutivo estadounidense, lo que subraya la importancia política del encuentro.
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump en una reunión en 2019.
Uno de los puntos que marcarán la reunión será el caso de Kilmar Ábrego García, un ciudadano salvadoreño deportado por error durante un polémico operativo migratorio de EE.UU. Pese a contar con residencia legal y estar casado con una ciudadana estadounidense, Ábrego fue incluido en una lista de supuestos pandilleros y enviado al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en El Salvador. Su situación ha escalado a niveles judiciales y diplomáticos, y podría encontrar una resolución en esta visita.
Más allá del caso individual, lo que está en juego es el alcance de la cooperación migratoria entre ambos países. El Salvador ya ha permitido que se utilice su cárcel de máxima seguridad para recibir a personas deportadas por Estados Unidos bajo acusaciones de pertenecer a organizaciones criminales. La reunión servirá para afinar esta colaboración y posiblemente ampliarla.
¿Qué rol juega El Salvador en la nueva ofensiva migratoria?
La administración Trump ha relanzado una dura ofensiva contra la inmigración irregular, especialmente centrada en grupos criminales como la MS-13 y el Tren de Aragua (TdA). El Salvador se ha convertido en un socio clave en esta estrategia, tras firmar un acuerdo que, según se conoce, incluye una transferencia de seis millones de dólares a cambio de alojar a presuntos pandilleros expulsados de territorio estadounidense.
La administración Trump ha intensificado su ofensiva contra la inmigración irregular, con El Salvador como socio clave al recibir a pandilleros deportados. (Foto: AFP)
El secretario de Estado, Marco Rubio, informó este domingo que otros diez presuntos miembros de estas organizaciones llegaron recientemente al país centroamericano. “La alianza entre el presidente de los EE.UU. y el presidente Nayib Bukele se ha convertido en un ejemplo de seguridad y prosperidad en nuestro hemisferio“, publicó en la red social X.
Lo que diferencia este momento de otras iniciativas migratorias es el uso por parte del gobierno estadounidense de la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, una normativa histórica y poco usual que ha servido para justificar deportaciones aceleradas sin necesidad de juicios migratorios prolongados. Bajo esta figura legal se realizó el operativo del 15 de marzo, cuando más de 260 personas fueron expulsadas a El Salvador y Venezuela.
¿Qué consecuencias puede tener el caso Ábrego García?
Entre los deportados de marzo estaba Kilmar Ábrego García, cuyo caso ha generado repercusiones jurídicas y diplomáticas. Residente legal en Maryland y con vínculos familiares en Estados Unidos, su deportación violó una orden judicial que prohibía expresamente su retorno forzoso a El Salvador. Tras reconocer el error, las autoridades migratorias estadounidenses han enfrentado demandas legales y presión pública para revertir la situación.
El Tribunal Supremo ordenó la semana pasada facilitar su retorno, pero el Gobierno Federal ha señalado que ya no tiene a Ábrego bajo su custodia. Aun así, el presidente Trump expresó el viernes su intención de cumplir con el fallo judicial, lo que abre la puerta a un posible acuerdo con Bukele para repatriar al salvadoreño desde el Cecot.
El migrante salvadoreño Kilmar Ábrego García, enviado por error a una cárcel de El Salvador por Estados Unidos. (Foto de Murray Osorio PLLC vía AP)
Un anuncio al respecto podría tener lugar durante el encuentro de este lunes, y sería visto como un gesto político significativo en medio del endurecimiento de las políticas migratorias. Más allá del caso puntual, el desarrollo de esta historia marcará el tono de la relación bilateral y podría sentar precedentes en materia de cooperación carcelaria, manejo de deportaciones y derechos migratorios.
