"El grito de gol que nos falta", por Arturo León. (Foto: AFP)
"El grito de gol que nos falta", por Arturo León. (Foto: AFP)
Arturo León

Arturo León / Enviado especial

De menor a mayor, estos son los momentos más emotivos que han vivido los hinchas peruanos en Rusia 2018: el ingreso al estadio, ver a los jugadores en el calentamiento, escuchar el “Contigo, Perú” y luego el himno nacional. Lo único que les falta vivir a los miles de compatriotas que se han trasladado, en muchos casos, hasta días enteros para estar cerca del equipo, es gritar un gol en la Copa del Mundo. Hoy los peruanos que tomarán Sochi quieren quedarse sin voz de tanto gritar. Quieren llorar de alegría de ver cómo festejan Paolo, Flores o Cueva. Cualquiera. De ver cómo una marea rojiblanca vive una experiencia única, que nunca olvidarán en sus vidas. Que todos esos jóvenes que llegaron a Rusia no solo se vayan con el vaso –un suvenir obligado– del partido, sino con la satisfacción de vivir un triunfo.

De triunfos no conoce Perú en los mundiales hace 40 años. Es momento de cambiar la historia. Para hacerlo hay que derrotar a un equipo australiano que de fácil no tiene nada. Que jugó un muy buen partido contra Francia y por poco derrota a Dinamarca en la segunda jornada. En general, se trata de un conjunto rápido, intenso y que guerrea mucho. Pero no solo es un grupo de personas que corre y mete. Mooy y Jedinak son los jugadores claves del mediocampo. Saben pasar, recuperar, organizar. El segundo es uno de los mejores penaleros del mundo. Y de penales también sabe mucho Matt Ryan, un especialista en atajarlos. Kruse y Leckie podrían ser un dolor de cabeza por las bandas.

Para vencer a la zaga que componen Milligan, Sainsbury, Risdon y Behich la selección peruana necesita movilidad. Que Cueva, Carrillo y Flores no se queden en un mismo lugar. Cuando cambian de posiciones es cuando más daño hacen. Confundir al rival es la consigna del ataque peruano. André puede apelar a la jugada individual, Cueva a un toque de calidad y Flores a un remate de larga distancia, pero funcionan mejor cuando se juntan. Delante de ellos estará Guerrero. Lo hemos visto con otros ánimos en las últimas prácticas. Más contento, sonriente, relajado. Ha pasado por tanto estrés los últimos seis meses que ante Australia quiere divertirse. Y celebrar, por supuesto.

Paolo fue el único jugador que visitó a Farfán luego del duro golpe en la cabeza que sufrió el delantero del Lokomotiv. No porque el resto no quiera, sino porque era el indicado para ir –junto a Gareca, Bonillo y Oblitas–. Salir del hotel implica modificar varios de los protocolos de seguridad. Pero el capitán fue. Es su hermano, su amigo de niño. Este partido también va para él. Jefferson lo mirará en la clínica, lejos de Sochi. En Moscú. Millones de peruanos también. Solo esperamos que a las 11 de la mañana, hora peruana, el país sepa lo que es gritar un gol en el Mundial después de tantos años. Este grupo y la hinchada que vino a Rusia se lo merecen.

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