Moscú. Cuando Vladimir Putin recibió el poder de manera inesperada de Boris Yeltsin el último día del siglo pasado, su primera decisión fue salir en televisión para garantizar que los rusos tendrían las libertades necesarias en una "sociedad civilizada".
Quince años más tarde, sus críticos acusan al ex espía de la KGB de sacrificar las libertades políticas y económicas en beneficio de una idea gloriosa de la patria al estilo de la era soviética, acercando al país al colapso económico y al aislamiento internacional por el conflicto con Ucrania.
Los sondeos de opinión muestran que el respaldo ciudadano a Putin se encuentra cerca del máximo histórico, lo que hace que parezca improbable que se desaten protestas multitudinarias contra sus gestión en el futuro cercano.
Sin embargo, la estabilidad financiera que trajo su primer periodo al frente del país -con la ayuda de los elevados precios del petróleo- se ve amenazada por la caída del precio del crudo y el descenso del rublo frente al dólar.
El destino de Putin y del sistema que ha levantado a su alrededor dependen ahora en gran medida de cómo gestiona la crisis económica y el conflicto en Ucrania.
"La cuestión ya no es si Putin puede ganar las elecciones previstas para el 2018", dijo a Reuters Gleb Pavlovsky, ex asesor del Kremlin. "Putin está centrado en mantenerse en el caballo, pero es muy difícil. Ahora la cuestión no es si seguirá encima del caballo, sino si el caballo va a sobrevivir".
Los aliados de Putin lo retratan como un líder fuerte que rescató a Rusia del caos económico y político bajo el mando de Yeltsin en los noventa, la primera década tras la caída de la Unión Soviética.
Putin y sus aliados culpan de los problemas económicos a lo que consideran factores externos, relacionados sobre todo con Occidente. Otras voces, incluidos antiguos aliados, creen que ha perdido el contacto con la realidad y que es incapaz de rescatar a Rusia de la crisis.
"Antes tenía la imagen de un sobreviviente que puede gestionar y solucionar los problemas, pese a todas las dificultades. Parecía el chico con suerte. Pero ahora estamos en la que seguramente sea la peor crisis desde el colapso de la Unión Soviética", dijo Vladimir Milov, ex viceministro de Energía.
"Putin ha demostrado que no tiene un plan", agregó.
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— Mundo El Comercio (@Mundo_ECpe) diciembre 31, 2014
OPORTUNIDADES PERDIDAS
Milov, que forma parte de la oposición, considera que los últimos 15 años son una oportunidad perdida para Rusia.
Cuando un debilitado Yeltsin sorprendió al mundo al anunciar su dimisión en la televisión pública y nombró a Putin como presidente en funciones el 31 de diciembre de 1999, el nuevo líder presentó sus planes iniciales aquel mismo día en un breve discurso televisado al país.
Dijo que el Estado protegería los "derechos fundamentales de una sociedad civilizada", como la libertad de expresión y de prensa y los derechos de propiedad.
A sus 47 años, Putin era considerado en ese entonces por muchos rusos como el hombre ideal para resucitar las viejas glorias y ganó con facilidad las elecciones presidenciales del 2000. A partir de entonces se dedicaría a crear una imagen icónica, con fotos en las que aparecía volando en alas delta o cabalgando a pecho descubierto.
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Putin aumentó su control de los medios, aplastó una rebelión en Chechenia y restauró el control del Kremlin sobre otras regiones del país con ambiciones independentistas, mientras la economía crecía imparable hasta la crisis financiera del 2008.
Putin también utilizó métodos arbitrarios para reducir el poder de oligarcas que habían amasado riqueza e influencias tras la privatización de activos públicos de los noventa.
Uno de ellos, Mikhail Khodorkovsky, entonces el hombre más rico de Rusia, pasó 10 años en la cárcel por delitos de robo y blanqueo de capitales tras enfrentarse a Putin. Su imperio empresarial petrolífero, Yukos, acabó vendido, principalmente al Estado y a socios de Putin.
Algunos críticos creen que aquel momento fue un punto de inflexión tras el cual se limitaron las libertades económicas y políticas.
Lev Gudkov, dirigente del grupo independiente de encuestas Levada, dice que el sistema político multipartidista se eliminó de facto.
"Obviamente, lo que hay no es totalitarismo estalinista y represión a gran escala, pero hay 'represiones profilácticas'", dijo Gudkov, en referencia a los líderes de la oposición entre rejas o bajo arresto domiciliario.
APOYOS
El sistema económico de intervencionismo constante del Estado, llamado en ocasiones "capitalismo estatal", se mantuvo durante la crisis financiera mundial y la presidencia de Dimitri Medvedev (2008-2012), un aliado que pasó a primer plano como representante de Putin para sortear límites constitucionales.
Durante ese periodo, Putin siguió siendo el hombre más poderoso de Rusia en su papel de miembro dominante del tándem en el poder, y fue reelegido presidente en marzo del 2012 pese a manifestaciones multitudinarias en su contra.
Desde entonces, la economía ha flaqueado, la inflación anual alcanzó el 9% en noviembre y las reservas de divisas y oro se han mermado notablemente por el intento del banco central de sostener al rublo.
"Rusia está entrando en una fase de declive. Significa que el modelo que Putin creó -capitalismo para los amigos- ya ha quebrado", dijo en una entrevista Mikhail Kasyanov, primer ministro de Putin durante gran parte de su primer mandato de cuatro años.
Por el momento, la elite política y empresarial sigue unida bajo Putin. El líder ruso aún se beneficia de un aumento de la popularidad gracias a la anexión de Crimea, pese a que ésta implicó sanciones contra Rusia, y por su apoyo a los ucranianos que luchan para separarse de Kiev.
Sin embargo, Gudkov dice que crece el descontento por la economía y la euforia por Crimea irá perdiendo fuerza. Putin, asegura Gudkov, tiene apoyos para sobreponerse al desaliento durante un periodo de entre 18 meses y dos años, pero el malestar comenzará a tomar fuerza a partir de la primavera boreal.
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