Jerusalén [AFP]. Con motivo de la conmemoración del 75º aniversario de la liberación del campo de Auschwitz, un equipo de la AFP se reunió con los últimos supervivientes del Holocausto, residentes en Israel.
Oriundos de Europa, estos supervivientes se trasladaron a Israel después de la Segunda Guerra Mundial, tras haber pasado parte de su infancia o de su adolescencia en los campos exterminio. La mayoría perdió en ellos a parte de su familia.
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Se trata de mujeres y hombres cuyo número exacto sigue siendo difícil de establecer, que quedaron marcados de por vida por los campos de la muerte. Hoy, forman parte de los últimos testigos del infierno del Holocausto, el exterminio sistemático de cerca de seis millones de judíos por parte de la Alemania nazi, un millón de los cuales fueron asesinados en el campo de Auschwitz.
El 23 de enero se han organizado unas conmemoraciones en Jerusalén, a las que asistirán mandatarios como Emmanuel Macron o Vladimir Putin, y el 27 de enero habrá otros actos de homenaje en Polonia.
Estas son sus breves semblanzas, que acompañan un Reportaje Especial:
-Szmul Icek
Nacido el 20 de setiembre de 1927 en Polonia
Número 117568
Szmul Icek perdió el habla en un accidente pero, aún así, antes tampoco era capaz de contar lo que pasó en Auschwitz. Cuando menciona a sus padres y sus hermanas, asesinados por los nazis, no puede contener las lágrimas y, pese al afecto de su esposa, su hija única y sus nietos, nunca logró cicatrizar las heridas.
Antes de mudarse a Israel hace unos años, este judío belga de origen polaco solía esconder el número que lleva tatuado en el brazo. Pero, desde que vive en el Estado hebreo, lo exhibe con orgullo y se niega a tapar su traumático pasado.
Aunque le cueste expresarse, intenta, con la ayuda de su mujer -quien, de niña, estuvo escondida durante la guerra-, reconstituir las etapas de su arresto y de la separación con el resto de su familia. Un pasado doloroso que lo sigue atormentando día y noche.
Al contrario que otros rescatados, nunca regresó a Auschwitz y no lee libros sobre ese tema. “No sé explicar lo que pasó”, admite el anciano, con los ojos empañados, perdido en sus recuerdos.
Dos de sus hermanos también sobrevivieron.
-Avraham Gershon Binet
Nacido el 15 de enero de 1938
Número 14005
Avraham Gershon Binet era un niño de 6 años cuando llegó a Auschwitz pero asegura que guarda unos recuerdos precisos de aquel lugar, al que tilda de “infierno”.
Binet, un hombre corpulento, cuenta que no lloró porque temía que lo mataran por las lágrimas.
“Cada día, mataban a niños por nada, yo no lloraba, soy fuerte”, cuenta en su apartamento de Bnei Brak, en las afueras de Tel Aviv.
Su vida actual gira en torno al estudio del Talmud, texto fundamental del judaísmo, al que dedica horas todas las mañanas. Puede que le robaran su infancia, pero ahora, durante su jubilación, intenta hacer todo lo que no pudo hacer de joven: estudiar los textos sagrados, como sus padres hubieran querido que hiciera.
Fue deportado junto a su hermano y su hermana, que sobrevivieron.
-Dov Landau
Nacido el 10 de agosto de 1928 en Hungría
Número 1601400
Acostumbrado a contar su historia en público, Dov Landau ha viajado más de 100 veces a Auschwitz con delegaciones, sobre todo grupos escolares, para narrar su periplo durante la guerra.
Orgulloso de su numerosa descendencia (91 personas, todas residentes de Israel, explica con orgullo), relata su historia como si se tratara de una película de terror: desde el arresto de su familia hasta su liberación en el campo de Buchenwald en 1945, tras la terrible marcha de la muerte desde Auschwitz, donde vio morir a la mitad de sus compañeros de infortunio.
De las últimas semanas en el campo de Buchenwald, conserva su pantalón de prisionero, que enseña sonriendo, precisando que ha engordado desde entonces y ya no le cabe.
Cuando te saluda, el apretón de manos de Dov Landau es fuerte. Sigue sirviéndose de su voz grave como cantor en una sinagoga cercana a su domicilio, en Tel Aviv.
Dov Landau cuenta los horrores de la época guardando una cierta distancia, lo que le permite seguir contando su historia sin acabar derrotado por los recuerdos.
“Mi padre me dijo: ‘nos separamos, no nos veremos nunca más’... Puso su mano en mi cabeza y agregó: ‘tú sobrevivirás a este infierno y yo solo te pido una cosa: ¡sigue siendo judío!’”, relata Dov
Landau en su pequeño apartamento, que casi parece una especie de museo de la memoria del Holocausto, por el gran número de fotos y archivos que alberga.
-Helena Hirsch
Nacida el 23 de mayo de 1928 en Rumania
Número A 20982
Se mueve lentamente con un andador, pero su espíritu sigue muy vivo. Helena Hirsch, que pronto cumplirá los 92 años, se define a sí misma como una “heroína”.
“Si hoy sigo viva, es porque soy una heroína”, afirma la nonagenaria, cuya memoria permanece intacta.
De origen rumano, Hirsch cuenta con multitud de detalles cómo consiguió superar la dura prueba de los guetos y de los campos de trabajo en los que estuvo presa, como el de Auschwitz, adonde fue deportada en 1944.
Escondida en las letrinas de su bloque cuando sus compañeros fueron enviados a las cámaras de gas, debe el hecho de haber sobrevivido varias veces a una inusual determinación, sumada a una suerte que no logra explicar.
Ahora, vive en un pequeño apartamento de Bnei Brak, un suburbio de Tel Aviv, en el 4º piso de un edificio modesto sin ascensor. Debido a su estado de salud, no puede salir de casa y las pocas veces que tiene visita cuenta la historia de su lucha contra la muerte y su “victoria” contra los nazis.
Es la única superviviente de su familia.
- Malka Zaken
Nacida en 1928 en Grecia
Número 79679
Malka Zaken tiene 91 años pero cuando cuenta su infancia, recupera la mirada miedosa y la vocecilla de la niña que fue arrancada de los brazos de su madre, junto a una muñeca, y enviada al campo de Auschwitz.
En su humilde apartamento de Tel Aviv, vive rodeada de muñecas, que le permiten -dice- recordar los años felices antes de que los “alemanes nos llevaran”.
Nacida en Grecia, tenía 12 años cuando tuvo que enfrentarse a las amenazas diarias de muerte en un campo en el que la supervivencia dependía de la buena voluntad de los nazis.
Le encargaron la tarea de plegar la ropa de los judíos asesinados en las cámaras de gas, y ahora cuenta con pudor los golpes y el miedo. Cuando los recuerdos se vuelven más difíciles, mira a sus muñecas y las tranquiliza.
“No te preocupes, los alemanes no nos llevarán”, le murmura a Sean, la muñeca “estadounidense” de quien, afirma, se siente cercana.
Se reencontró con dos de sus seis hermanas después de la guerra, pero ya fallecieron.
- Shmuel Blumenfeld
Nacido en Polonia en 1925
Número 108106
La memoria de Shmuel Blumenfeld está intacta: recuerda cada gueto, cada campo, cada compañero... y lleva décadas dando cuenta de ello.
Desde la terraza de su apartamento, en una torre de Bat Yam, a las afueras de Tel Aviv, se ve el Mediterráneo. Pero en el interior, las decenas de fotos, diarios y documentos que se acumulan en mesas y paredes copan la vista.
Superviviente de Auschwitz y de la marcha de la muerte, se convirtió en guardia de prisión en Israel y tuvo que verse cara a cara con el responsable del transporte de los judíos hacia los campos de concentración cuando se ocupó de la custodia de Adolf Eichmann antes de su juicio, celebrado en Jerusalén en 1961.
Frente al criminal nazi sació su venganza, enseñándole su número tatuado en el campo y diciéndole: “tus hombres no terminaron el trabajo, estoy vivo”. Cuenta la historia sonriendo.
De sus viajes a Polonia en los últimos años, trajo consigo tierra de los lugares en los que sus familiares fueron asesinados. La conserva en una pequeña bolsa amarillenta y pidió a su hijo ser enterrado con ella.
- Danny Chanoch
Nacido en Lituania en 1933
Número B2628
Protagonista del documental laureado “Pizza en Auschwitz”, en el que se le ve comer pizza junto a sus hijos durante un viaje a Polonia que organizó para enseñarles dónde había vivido, Danny Chanoch sorprende a sus interlocutores por su buen humor.
Encadenando bromas y juegos de palabras incluso sobre el Holocausto, explica, sonriente, que después de Auschwitz “no hay nada en el mundo que pueda provocar sus quejas”.
En unas frases, menciona escenas de matanzas y de barbarie a las que asistió de niño. Acto seguido, se pone a cantar una aria de ópera en italiano o propone beber algo para relajar el ambiente.
Aún así, el hecho de reírse de sí mismo y el buen humor no bastan para esconder completamente las heridas que le dejaron aquellos años en el "infierno", que nunca llegaron a cerrarse.
“Auschwitz sigue viviendo aquí, en mi casa”, dice, riendo.
Tras la guerra, encontró a su hermano en Italia, y con él migró en 1946 a la entonces Palestina.
-Saul Oren
Nacido en 1927 en Polonia
Número 125421
En un francés impecable, Saul Oren, un hombre religioso que pasó muchos años en Francia después de la guerra, narra su infancia en un pueblo cerca de Oswiecim (Auschwitz), en el seno de una comunidad ortodoxa. Una infancia rota por la invasión alemana de Polonia en 1939.
Elegido por un médico nazi de Auschwitz como cobaya de experimentos médicos, fue enviado a un campo de concentración alemán, de donde fue liberado en 1945.
Saul Oren, que escribió sus memorias, nunca ha olvidado el “hambre” que pasó en Auschwitz. “El hambre en Auschwitz era atroz. Uno no puede imaginarse hasta qué punto”, señala, con la voz trémula.
Saul Oren, un testigo infatigable del Holocausto, sigue contando lo sucedido porque siente la tarea de "transmitir" como una misión.
Se reencontró con su hermano Moshé, que estuvo con él en Auschwitz, y migró con él a Israel.
- Menahem Haberman
Nacido en Checoslovaquia en 1927
Número: A 10011
En la residencia de ancianos de Jerusalén en la que vive desde que murió su esposa, Menahem Haberman es el único habitante del centro superviviente de Auschwitz.
De sus ocho hermanos, él fue el único rescatado. Cuenta que, al día siguiente de llegar a Auschwitz, cuando comprendió que su familia había sido exterminada, decidió que él viviría.
Sobrevivió al gueto, a los diferentes campos de trabajo anejos al de Auschwitz y a la marcha de la muerte y también a la tuberculosis en el cambo de Buchenwald.
Su orgullo son sus hijos y nietos, sobre todo los que sirvieron en el ejército israelí, a quienes ve como el símbolo de la "victoria" contra los nazis, su victoria personal y la del pueblo judío, pese a los millones de muertos durante el Holocausto.
A pesar de su “victoria”, confía que nunca pudo olvidar.
“No podemos olvidar. No puedo. Conocí a tanta gente que era mejor que yo... ¿porqué ellos murieron y yo sigo vivo?”, se pregunta.
Después de la guerra, se reencontró con su padre.
-Batsheva Dagan
Nacida en 1925 en Lodz (Polonia)
Número 45554
Repleta de energía a pesar de su 94 años, Dagan será una de las supervivientes de Auschwitz que asistirá a la ceremonia que tendrá lugar en Polonia el próximo 27 de enero.
Educadora y psicóloga, publicó seis libros sobre el Holocausto, cinco de los cuales, infantiles. Pionera de la enseñanza del Holocausto, ha dedicado su vida a dar testimonio de lo ocurrido.
"Quería sobrevivir para contarlo al mundo", explica.
Rechaza ser calificada de “rescatada” y prefiere presentarse como una “superviviente” pues, para ella, el haber vivido en Auschwitz no quiere decir que fuera rescatada.
Pero, pese al desafío, ve también cosas positivas en la idea de transmitirle la historia a los niños.
“El Holocausto no son únicamente horrores, había cosas maravillosas como la ayuda mutua, el apoyo moral, la capacidad de compartir un bocado de pan, la amistad... Seguimos siendo muy humanos”, dice.
Fue la única superviviente de su familia.
-Shmuel Bogler
Nacido en 1929 en Hungría
Era el más joven de diez hermanos, y fue deportado a Auschwitz con gran parte de su familia. Logró escapar de la muerte al ser enviado a un campo de trabajo con uno de sus hermanos. Superviviente a la marcha de la muerte con su hermano, intentó migrar a la Palestina bajo mandato británico, en mayo de 1947.
Fue detenido por los británicos, pero lo liberaron unos meses después. Cayó en manos de la Legión árabe jordana en mayo de 1948, cuando combatía por la defensa de localidades judías al sur de Jerusalén.
"Me preguntaba si me iba a pasar toda la vida siendo prisionero", cuenta.
Ya convertido en policía, fue comandante adjunto de una sección de la policía israelí y testigo incansable del Holocausto, sobre todo desde que se jubiló y desde que publicó sus memorias.