Beijing. El presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, dieron el lunes un vacilante primer paso para suavizar más de dos años de tensiones por una disputa territorial y por su pasado bélico, con una breve reunión y un estrechón de manos sin sonrisas.
Los dos hombres posaron brevemente para las cámaras con el rostro adusto, y Abe dijo algo a Xi, que no respondió a miró a las cámaras durante el resto de la escena.
Después pasaron 30 minutos a una sala cerrada del Gran Salón del Pueblo en Beijing, dando a algunos esperanzas de que los dos países pudieran rebajar las fricciones en un encuentro organizado en un aparte de la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, en sus siglas en inglés) que se celebra esta semana.
Las diferencias entre China y Japón por unas islas deshabitadas del mar de la China Oriental plantearon el temor a un conflicto armado entre las dos mayores economías de Asia, que podría arrastrar a Estados Unidos a la refriega junto a su aliado Japón.
PRIMER PASO A LA RECONCILIACIÓN
Aunque las diferencias clave no van a resolverse pronto, Abe dijo después a la prensa que los países habían dado un "primer paso" hacia la reconciliación.
"Creo que no sólo nuestros vecinos asiáticos, sino muchos otros países, han esperado durante mucho tiempo que Japón y China entablasen conversaciones", dijo Abe. "Por fin cumplimos sus expectativas y dimos un primer paso para mejorar nuestras relaciones".
Además, Beijing se ha molestado por lo que considera un esfuerzo japonés por restar importancia a su brutal invasión y ocupación de China en el siglo XX, un punto sensible para sus 1,3 millones de habitantes.
El líder chino debe conseguir un equilibrio entre no parecer demasiado solícito con Japón, para su público en casa, pero cumplir un papel de estatista que le permitiera recibir a Abe antes de la cumbre del martes, a la que asistirán con otros 19 líderes mundiales, incluyendo al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el ruso, Vladimir Putin.
China espera emplear la Cumbre y su ánimo de consenso para reafirmar sus aspiraciones de cobrar un papel de liderazgo en las estructuras comerciales dominadas por Estados Unidos.
La agencia oficial china, Xinhua, indicó tras la reunión que Xi había instado a Tokio a "hacer más cosas que ayuden a mejorar la confianza mutua entre Japón y sus países vecinos, y jugar un papel constructivo en la salvaguarda de la paz y la estabilidad de la región".
Ambas partes emitieron un comunicado conjunto el viernes accediendo a reanudar de forma gradual el diálogo político, diplomático y de seguridad, y reafirmando los pilares de sus relaciones tras la II Guerra Mundial.
En ese texto, Japón admitió discrepancias sobre el estatus de las islas, llamadas Diaoyu en chino y Senkaku en Japón. China lleva tiempo reclamando que Tokio reconozca que la soberanía sobre las islas está disputada, algo que Japón se había negado a hacer.
Los dos países han tenido malas relaciones durante décadas, arraigadas en el temor de Japón al auge económico y político de China, y en el victimismo de Beijing. La nacionalización japonesa de las islas de la polémica en septiembre de 2012 enfureció a Beijing, planteando temores de seguridad cuando las patrullas chinas entraron repetidas veces en las aguas circundantes para confrontar a los barcos de la guardia costera nipona.
Las tensiones se mantuvieron después de que Abe fuera reelegido en 2012. El primer ministro es un nacionalista conservador, que indignó a su rival en 2013 al visitar un santuario sintoísta en Tokio en memoria de los japoneses caídos en la guerra, incluyendo a criminales de guerra ejecutados.
China afirmó que ese episodio mostró la insensibilidad de Abe hacia el sufrimiento de China durante la guerra. También la reinterpretación que hizo el gobierno japonés de su constitución pacifista para ampliar el papel del ejército hizo sonar las alarmas en Beijing.
Fuente: AP