Nueva Zelanda, el país que experimentó un rebrote de COVID-19 y decretó cuarentena tras estar libre de la enfermedad durante 102 días, volvió a flexibilizar desde este lunes el confinamiento en su ciudad más poblada, Auckland, impuesto el pasado 12 de agosto.
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Luego de casi tres semanas de confinamiento estricto, los habitantes de Auckland volvieron a las calles y se reabrieron comercios y escuelas. Además, se autorizó realizar reuniones sociales con un máximo de 10 personas, a excepción de los funerales, a los que pueden acudir hasta 50 personas respetando condiciones impuestas por el Ministerio de Salud neozelandés.
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Auckland cuenta con 1.7 millones de habitantes y el uso de mascarilla es obligatorio en los transportes públicos para mayores de 12 años, una medida que también rige en el resto del país.
Cientos de personas llenaron hoy las instalaciones de la terminal doméstica del aeropuerto de Auckland portando sus mascarillas, según imágenes publicadas en las redes sociales.
Bajo alerta
Este lunes se informó de cuatro nuevos contagios de COVID-19. Desde el inicio de la pandemia, se han reportado 1.738 infectados y 22 fallecidos, de acuerdo con el recuento de la Universidad Johns Hopkins.
La alerta nacional ha pasado del nivel 3 al 2, lo que significa que la enfermedad está contenida, pero existe el riesgo de contagio comunitario. En este nivel, puede haber situaciones en las que los ciudadanos necesitan aislarse en sus casas o acudir a una instalación de cuarentena.
El gobierno recomienda que las personas realicen un registro de los lugares a los que acuden, lo que permitirá el rastreo eficaz de contactos en caso de COVID-19. Para ello pueden utilizar la aplicación NZ COVID Tracer.
El objetivo es que cada ciudadano mantenga un reporte sobre a dónde fue, cuándo y con quien interactuó.
“Comparados con otros, estamos haciéndolo realmente bien. Seremos capaces de ponernos por delante del virus si seguimos las reglas”, aseguró la primera ministra de ese país, Jacinda Ardern, a la prensa, tras reconocer que “es natural que [los neozelandeses] estén cansados. El mundo entero lo está”.
Además, la primera ministra ha asegurado que el nivel de alerta en Auckland sería de 2.5, en referencia a que en esa ciudad hay medidas más estrictas que en el resto del país.
Nueva Zelanda, con algo menos de 4,9 millones de habitantes, ha sido elogiado mundialmente por su rápida respuesta a la pandemia, al cerrar sus fronteras y confinar al país cuando tenía unas 50 infecciones de COVID-19, en marzo pasado.
Sin resolver
El origen del brote que acabó con 102 libres de COVID-19 aún es desconocido. Jacinda Ardern aseguró que era “inevitable” que hubiese más casos vinculados a ese foco.
Recientemente, las autoridades sanitarias confirmaron un infectado entre los trabajadores de un centro de cuarentena para viajeros internacionales en Auckland, pero no parecía vinculado al brote local.
A inicios de agosto, la hipótesis que cobró fuerza era que el rebrote se dio en un almacén de una empresa de transporte y refrigeración.
La situación obligó a aplazar las elecciones generales de Nueva Zelanda un mes, hasta el 17 de octubre.
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