A la fecha, existen 12 territorios en el mundo que no han reportado ningún caso de Covid-19 desde que apareció la enfermedad. Uno de ellos es, además, el país con el mayor índice de obesidad en el mundo. Probablemente nunca haya escuchado sobre él, se llama Nauru, es una isla del Pacífico más pequeña que el Cercado de Lima y posee un pasado lleno de destrucción medioambiental, lavado de dinero y crisis humanitarias.
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Con 21,3 kilómetros cuadrados de superficie, Nauru es el tercer estado más pequeño del mundo, superado únicamente por el Vaticano y el Principado de Mónaco. Es tan pequeño que no tiene ciudades ni capital, sino que sus cerca de 14 mil habitantes se distribuyen en 14 distritos, siendo el más poblado Denigomodu, con 2.827 residentes.
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Se encuentra en medio del océano Pacífico, dentro de la subregión de Micronesia y a 4 mil kilómetros al suroeste de Australia, país del que se independizó en 1968. Está gobernada desde agosto del 2019 por Lionel Aingimea, un abogado que dedicó su carrera a defender los derechos humanos.
Además, el país tiene la mayor tasa de obesidad del mundo. Según la Federación Mundial de la Obesidad, una organización conformada por científicos, médicos e investigadores de 50 asociaciones de todo el globo, el 61% de nauruanos sufren de este mal. Solo para que se haga una idea, en Estados Unidos la tasa es del 36,2%; de 35,5% en el Perú y de 28,9% en México.
Esto ha provocado que el 30% de los nauruanos sufran de diabetes tipo II, a que la media nacional de peso sea de 100 kilos y a que la expectativa de vida sea de 58 años para los hombres y 65 para las mujeres.
Pero las razones detrás de los alarmantes indicadores son mucho más profundas que la predilección por las hamburguesas, gaeosas y el SPAM, una mezcla de carne de cerdo, azúcar, sal y papas. En algún momento, Nauru fue uno de los países más ricos del mundo, debido a que prácticamente toda la isla está hecha de fosfato.
Estas sales eran utilizadas como fertilizante, por lo que durante el siglo XX fue ampliamente explotado por la British Phospate Corporation, que en 1967 fue vendida al Gobierno local, convirtiéndose en la Nauru Phospate Corporation tres años más tarde. La economía se disparó, todo el mundo -principalmente Australia- compraba fosfato de Nauru. la renta per cápita llegó a cerca de 45 mil dólares y se construyó la Torre Nauru, una enorme edificación de 52 pisos erigida en la ciudad australiana de Melbourne cuyo alquiler iba a las arcas públicas nauruanas.
Con la llegada de los 90, sin embargo, el sueño terminó. Las minas no tardaron en vaciarse, además la incorrecta reforestación provocó que el 80% del suelo no fuese propicio para cultivar, la corrupción y el mal manejo terminó obligando a Nauru a vender la famosa torre y el único avión del Gobierno también tuvo que ser rematado.
Además del terreno estéril, la fauna marina y el cinturón de coral que bordean a la isla fueron devastados.
Ahorcados por la deuda pública, Nauru se convirtió en un paraíso fiscal. Solo hacía falta tener 25 mil dólares para abrir una cuenta en el banco nacional, así nunca hayas puesto un pie en la isla ni sepas ubicarla en el mapa siquiera. Esto fue aprovechado principalmente por la mafia rusa, que blanqueó unos 59 mil millones de euros a través de 400 offshore, según el Grupo de Acción Financiera contra el blanqueo de capitales del G7.
Las sanciones por permitir esta ilegal práctica no se hicieron esperar y Nauru fue sancionada hasta el 2005, cuando se comprometió mediante nuevas legislaturas a detener el blanqueo de capitales. Cuatro años antes de eso, además, había firmado un polémico acuerdo con Australia en el que gran parte de la isla se convertiría en un centro de retención para los solicitantes de asilo. El trato se firmó a cambio de unos 20 millones de dólares, pero las constantes denuncias de refugiados recogidas por organizaciones proderechos llevaron a que cierre en el 2007.
El centro reabrió en el 2012 y en los primeros tres años recibió a más de 1.200 personas. Esto ha provocado masivas protestas callejeras en Australia, exigiendo que se cierren los centros de Nauru y Papúa Nueva Guinea, las mismas que se han visto impulsadas tras conocerse informes que alertan sobre las conductas suicidas en los niños ahí albergados, debido a la precariedad e incertidumbre a la que se encuentran expuestos.
La búsqueda de fondos responde a que cerca del 90% de ciudadanos están desempleados, el banco central está quebrado y el daño ambiental que mencionamos previamente le impide producir su propio alimento, dependiendo totalmente de alimentos importados.
En cuanto a la pandemia, según la OMS solo Corea del Norte, Turkmenistán, Islas Salomón, Vanuatu, Samoa, Kiribati, Estados Federados de Micronesia, Tonga, Islas Marshall, Palau, Tuvalu y Nauru son los únicos 12 países o territorios del mundo que no han reportado casos de coronavirus hasta el momento.
En el caso de Nauru, el Gobierno de Aingimea no dispuso ningún protocolo de distanciamiento social, pero sí limitó la entrada de vuelos provenientes únicamente de Nueva Zelanda y Australia desde mediados de mayo. La semana pasada, el presidente confirmó que siguen sin reportar caso alguno pero llamó a no descuidarse ante el avance del virus en la región.
En Australia, por ejemplo, se registran 22.127 casos de Covid-19 y 352 muertes. Fiji, por su parte, ha reportado 27 casos y una muerte; mientras que Papúa Nueva Guinea 214 y 3 respectivamente, según datos de la Universidad Johns Hopkins.
Sobra mencionar el desastre que se podría desatar en la isla si es que el virus llegara. La OMS ha alertado que la obesidad es uno de los factores que más aumenta el riesgo de mortalidad en pacientes de Covid-19. Alarmante, si recordamos que 6 de cada 10 nauruanos la padecen.
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