La increíble decisión del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, de apoyar la suspensión temporal de patentes para las vacunas contra el COVID-19 ha desatado una ola de reacciones que podría cambiar el curso de la pandemia y sincerar el combate al coronavirus.
De inmediato, la propuesta ha sido rechazada en bloque por las farmacéuticas afectadas, y que hasta el martes venían recibiendo ingentes ganancias por el desarrollo de las tan ansiadas vacunas. Las acciones de Pfizer, Moderna y BioNTech caían hoy, por segundo día consecutivo, en el mercado bursátil de Nueva York, mientras que la Organización Mundial del Comercio (OMC) acogía “calurosamente” el anuncio de Biden, que, además, en un interesante giro geopolítico, ha sido secundado por Vladimir Putin, Emmanuel Macron y la Unión Europea.
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El presidente de Pfizer, Albert Bourla, ya dijo que rechaza la propuesta, mientras que la alemana BioNTech afirmó en un comunicado que las patentes “no son un factor limitante” y “no incrementarán la producción global ni el suministro de dosis a corto y mediano plazo”.
Para resumir este asunto complejo, podría decirse que ahora el mundo se enfrenta a una pelea entre las farmacéuticas, dueñas de las patentes de las necesarias vacunas y quienes están vendiéndolas y entregándolas directamente a los gobiernos, y los países que están presionando para que se liberalicen los permisos para desarrollar las vacunas, sobre todo en los países en desarrollo, que son los que menos dosis están recibiendo y que vienen sufriendo el embate de la pandemia.
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Las patentes
¿Pero por qué es tan difícil la suspensión de los derechos de propiedad intelectual en las vacunas?
Primero, hay que explicar lo que significan las patentes. Estas protegen la propiedad intelectual de un producto para que no pueda copiarse.
En la industria farmacéutica, como explica BBC, cuando se descubre y desarrolla un medicamento, la empresa patenta su descubrimiento para que nadie más pueda fabricarlo. Esto le permite controlar el precio y la producción, lo que conlleva a que ciertos medicamentos tengan precios tan elevados y sean inaccesibles para los más pobres.
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Las empresas suelen tener la “exclusividad” para fabricar un producto durante unos 20 años. La suspensión que se plantea significa que esta exclusividad deja de tener efecto de manera temporal y cualquiera otra empresa puede producir el medicamento. Al haber más competencia, los precios bajan.
Un buen ejemplo es lo que ha ocurrido con el Sida. Como explica la agencia AFP, a fines de los años 90, los antirretrovirales revolucionaron los tratamientos contra el VIH, pero los precios eran inalcanzables para la inmensa mayoría de los infectados. Hubo que esperar hasta principios de los años 2000 para que se firmaran varios acuerdos para facilitar la fabricación y la distribución de medicamentos genéricos a bajo precio para los países pobres, sobre todo del continente africano.
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El número de vacunas contra el COVID-19 administradas hasta la fecha supera los 1.000 millones, cuando serían necesarios más de 12.000 millones antes de fin de año. Como señala el diario “El País”, “esto ha hecho que las patentes sean vistas como un obstáculo que impide que más países y fábricas puedan producir vacunas”.
La India, considerada la fábrica de medicamentos del mundo, y Sudáfrica, habían propuesto desde octubre del año pasado a la OMC que se suspendan las patentes de las vacunas, así como las pruebas de descarte, para que se puedan producir en países en desarrollo y enfrentar mejor la pandemia. Sin embargo, el pedido no había sido hasta ahora secundado por países claves.
No obstante, con Estados Unidos cambiando de parecer, el efecto dominó hacia el resto de países desarrollados ya empezó a sentirse.
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El dinero de las farmacéuticas
Uno de los principales argumentos de las empresas farmacéuticas es que la suspensión de patentes desalienta la innovación científica y que gracias a esto se pudo lograr en tiempo récord la vacuna contra el coronavirus.
La Federación Internacional de Fabricantes y Asociaciones Farmacéuticas (IFPMA) ya calificó de “decepcionante” el anuncio de Biden, y agregó que la suspensión no aumentará la producción de las dosis pues hay otros factores en la lenta distribución de vacunas en el mundo, como la falta de materias primas e ingredientes para la producción de las mismas, y cuellos de botella en el reparto.
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Estiman además que más de un centenar de ingredientes que entran en la fabricación de una vacuna son difíciles de encontrar actualmente, sea porque su exportación está bloqueada o porque su demanda es muy elevada. “La única forma de garantizar un rápido aumento de las vacunas y un acceso equitativo de ellas para todos sigue siendo un diálogo pragmático y constructivo con el sector privado”, añadió la IFPMA.
No obstante, es importante señalar que las farmacéuticas han recibido importantes ingresos de fondos públicos, principalmente de Estados Unidos y Europa, para el desarrollo de las vacunas. BBC refiere un informe publicado en febrero pasado en la revista médica “The Lancet” que muestra que los principales productores de vacunas recibieron unos US$10.000 millones de fondos públicos y de diversas ONGs.
Un proceso largo
Aunque el anuncio de Biden y de otros jefes de Estado es alentador, lo cierto es que pasarán meses hasta que la OMC pueda llegar a un acuerdo.
Según Reuters, las negociaciones no solo serían prolongadas, sino que también es posible que resulten en una exención que sea significativamente más reducida en alcance y de menor duración que la inicialmente propuesta por India y Sudáfrica.
“Como mínimo, será un mes o dos”, dijo Clete Willems, un exfuncionario comercial de la Casa Blanca de Trump que trabajó anteriormente en la misión comercial de Estados Unidos ante la OMC en Ginebra, sobre el plazo para cualquier acuerdo.
La propuesta inicial de la exención de propiedad intelectual presentada por India y Sudáfrica en octubre incluía a vacunas, tratamientos, equipos de diagnóstico, equipo de protección personal y otros productos relacionados a la pandemia de COVID-19.
Los 164 países miembros de la OMC deben llegar a un consenso sobre tales decisiones, y cualquier miembro puede vetarlas, por lo que podría haber muchas correcciones.
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