EEUU: Cabras millonarias y otros gastos absurdos en Afganistán
EEUU: Cabras millonarias y otros gastos absurdos en Afganistán

La entrada de las fuerzas militares de en iniciada en el 2001 dejó al menos 20.000 civiles muertos y una gran destrucción de la infraestructura.

Y cuando llegó la hora de reconstruir, las cosas no fueron mejor, según un informe del Inspector General para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés), John Sopko, que denunció el mal uso de los fondos destinados a esa labor.

De acuerdo al reporte de Sopko, el gobierno de Estados Unidos destinó cerca de US$800 millones para realizar labores que ayudaran a la reconstrucción de la economía del país asiático, pero la mayoría de ellos terminaron en proyectos "ineficaces de una forma enfermiza".

Estos proyectos hicieron parte del presupuesto general para la reconstrucción de Afganistán que alcanzó los US$8.000 millones.

"Proyectos pobremente planeados, que significaron un enorme derroche de dinero de los contribuyentes es lo que muestra nuestra evaluación sobre lo ocurrido en Afganistán en los últimos años", dijo Sopko, quien desde 2012 lidera la oficina creada por el Congreso estadounidense para proveer una evaluación independiente de las tareas de reconstrucción.

Solo basta mirar tres ideas presentadas por el titular de SIGAR como supuesta evidencia del malgasto de fondos: una estación de gas para automóviles, en un país que no cuenta con vehículos impulsados a gas o la importación de nueve cabras desde Italia, para fomentar la producción de la industria de cachemira.

Y también el alquiler de un lujoso edificio para alojar a los miembros del gobierno estadounidense.

La atención está puesta centrada sobre la Tarea de Fuerza para los Negocios y la Estabilidad (TFBSO, por sus siglas en inglés), el organismo encargado de planear y ejecutar los recursos otorgados por el Pentágono para este objetivo.

En 2001, el gobierno de Estados Unidos decidió ocupar Afganistán como respuesta al ataque a las Torres Gemelas en septiembre de ese año. (Foto: Getty)

En 2001, el gobierno de Estados Unidos decidió ocupar Afganistán como respuesta al ataque a las Torres Gemelas en septiembre de ese año. (Foto: Getty)

"No hay suficiente evidencia para mostrar que las actividades de la TFBSO en Afganistán lograran el objetivo de estimular el crecimiento económico y ayudar en la estabilización del país como estaba planeado desde el principio", indica el informe.

Aquí una breve presentación de los proyectos que han sido considerados como "absurdos y derrochadores" por parte de Sopko y otros organismos no gubernamentales.

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La estación de gas en el desierto

"Es una estupidez", dijo sin más la congresista demócrata Claire McCaskill sobre la construcción de una estación de gas en la ciudad de Sibargan, en el norte de Afganistán.

De acuerdo al Pentágono, la intención de construir la estación de suministro era aprovechar las reservas de gas ubicadas en la región para ayudar a mitigar el efecto sobre los precios que genera la importación de petróleo.

Esta estación de gas, de acuerdo a la SIGAR, tuvo un costo cercano de US millones. (Foto: Secretaria de Defensa)

Esta estación de gas, de acuerdo a la SIGAR, tuvo un costo cercano de US$47 millones. (Foto: Secretaria de Defensa)

Pero más allá de su utilidad, el informe de SIGAR enciende las alarmas sobre dos aspectos: los US$47 millones que insumió su construcción, muy por encima de lo que podría costar una obra de este tipo, y el hecho de que el costo de reemplazar los vehículos impulsados a gasolina por unos a gas es superior a lo que gana un afgano al año en promedio.

"La construcción de una estación de gasolina tiene un costo promedio de US$500.000, pero en esta se gastaron US$47 millones. El Pentágono fue ineficaz en explicar en qué se utilizó el dinero", señaló Sopko en su informe.

Por su parte, el Pentágono respondió que el costo de la estación no superó los US$10 millones y que, a pesar de que el proyecto presentó problemas de ejecución, nunca podría haber llegado a la cifra que se señala en el informe.

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Las cabras italianas

La cachemira es un apreciado tejido que es extraído de una especie de cabra que vive principalmente en el este de Asia. Antes de las invasiones de la Unión Soviética y Estados Unidos, Afganistán era uno de los países donde se producía este tipo de tejidos.

Pues bien, la TFBSO tuvo entre sus proyectos para la reconstrucción económica del país el fomento de la producción de cachemira, para hacer parte de un negocio que factura unos US$5 millones al año.

Para eso, de acuerdo al informe de SIGAR, la TFBSO se gastó cerca de US$6 millones en la importación de nueve cabras desde Italia para iniciar el emprendimiento, la construcción de una granja y de un laboratorio.

Sin embargo, el informe recalcó que a pesar de que el objetivo era darle empleo a 350 personas, fue "tan mal manejado que no se sabe si las cabras terminaron siendo consumidas como alimento", se lee en el informe.

"No sabemos qué pasó con las cabras, porque no hay un registro de nada de lo que ocurrió respecto a este proyecto", señaló Sopko.

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Residencia de lujo

Otro gasto que llamó la atención de la SIGAR fue el arriendo de un complejo de vivienda para los operarios de la TFBSO en Afganistán que fue calificado como "lujoso y excesivo".

"¿Por qué se alquiló un complejo de casas privadas y se contrató un servicio para su seguridad que tuvo un costo cercano a los US$150 millones (casi un cuarto del presupuesto de la TFBSO) cuando los operarios de este organismo pueden residir en las bases militares estadounidenses y con esto ahorrar millones de dólares a los contribuyentes?", se lee en el informe de la SIGAR.

El complejo, ubicado en Kabul, es descrito en el informe como una "villa con cuartos diseñados para alojar a los miembros de la TFBSO y sus visitantes, con TV digitales, mini neveras, reproductores de DVD, que se parecen a un hotel de tres estrellas".

En el informe uno de los principales implicados es Paul Brinkley, quien fue el director de la TFBSO durante cuatro años (2007-2011) y que tuvo a su cargo la mayoría de los proyectos señalados por la SIGAR.

El exfuncionario salió al cruce de los señalamientos en su contra.

"Una revision significativa y balanceada de la gestión de la TFBSO no puede realizarse a través de una sostenida campaña mediática o de repetir datos que no han sido corroborados", anotó Brinkley a través de un comunicado de prensa.

"Por ejemplo, no vivíamos en lujosos apartamentos, sino en lugares que muchas veces no cumplían con requerimientos mínimos de comodidad. Todos los datos están a la vista para que sean revisados por los contribuyentes", concluyó.

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