(EFE). En su discurso en Florencia ante los participantes del Congreso de la Conferencia Episcopal italiana, el pidió una Iglesia que no se deje obsesionar por el poder y que sea humilde y desinteresada.

El extenso discurso, de cerca 50 minutos, aunque dirigido a la Iglesia italiana, puede considerarse un manifiesto del Pontífice en el que dibujó cómo quiere la Iglesia.

"No tenemos que estar obsesionados con el poder, aunque este tenga el rostro de un poder útil y funcional a la imagen social de la Iglesia", destacó el papa Francisco en su alocución en el interior de la catedral de Santa María dei Fiori de Florencia.

El papa Francisco habló del "humanismo cristiano", que es el de los "sentimientos de Jesús" y entre ellos citó el de la humildad, el desinterés y la bienaventuranza.

"Me gusta una Iglesia italiana inquieta, cada vez más cercana a los abandonados, a los olvidados, a los imperfectos. Anhelo una Iglesia alegre con rostro de madre, que comprende, acompaña, acaricia", dijo.

Y añadió: "La Iglesia italiana debe dejarse llevar por su soplo potente y por ello, a veces, inquietante. Que sea una Iglesia libre y abierta a los desafíos del presente, nunca a la defensiva por temor de perder algo".

El papa Francisco habló de algunas de las tentaciones en las que puede caer la Iglesia y citó la negación del pecado original, "que empuja a la Iglesia a no ser humilde, desinteresada y feliz".

Y la segunda tentación "que hay que derrotar" es la del "agnosticismo", que "lleva a confiar en el razonamiento lógico y claro, el cual sin embargo pierde la ternura de la carne del hermano", agregó.

Francisco reiteró que prefiere "una Iglesia accidentada, herida y sucia por haber salido a la calle, que una Iglesia enferma por haberse encerrado en la comodidad de agarrarse a sus propias seguridades".

"No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termina encerrada en un manojo de obsesiones y procedimientos", agregó.

El papa Francisco, que comenzó este martes su visita en Prato, localidad toscana con una importante presencia de extranjeros, continuará su visita a Florencia, visitará a enfermos y almorzará con varias decenas de pobres en un centro de Caritas.

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