Kastanies. [AFP]. Al caer la noche, en la localidad de Poros, en el noreste de Grecia, los tractores se han detenido y las calles están desiertas. Sakis, vestido con atuendo militar, se dirige a la orilla del río Evros, en la frontera con Turquía, “para defender las puertas de Grecia y de Europa”.
Al final de esta pequeña aldea agrícola, el río, relativamente estrecho, es un lugar de paso idóneo para los refugiados que entran en Grecia. Desde que el 28 de febrero Turquía decidiera abrir sus puertas, policías, agricultores, ganaderos, cazadores y pescadores bloquean cualquier acceso a territorio griego.
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Quieren "evitar la invasión" explica Sakis, un agricultor de 38 años. Armado con un fusil de caza, patrulla el sector.
“Duermo mal. Día y noche hago rondas con mi coche por el camino que bordea el río para ver si los barcos intentan acostar en la orilla griega”, relata, agotado.
En cuanto es localizado un migrante, la policía o el ejército son alertados para llevarse al refugiado. Giokas Xanthos pesca habitualmente en el Evros y conoce los puntos sensibles donde los traficantes dejan a los migrantes: “tenemos un conocimiento perfecto del terreno, que puede servir a las autoridades”.
La población local, aún traumatizada por la crisis migratoria de 2015, está sumida en una retórica xenófoba, guerrera, y se organiza para que las fronteras griegas sigan siendo herméticas.
“Con un vecino como Turquía, vivimos con una amenaza permanente. Necesitamos una ayuda concreta de Europa, y no solamente promesas” opina el alcalde de Poros, Athanassios Pemusis, que exhorta a sus ciudadanos a “apoyar a las fuerzas griegas en un difícil combate”.
Desde que el presidente turco Recep Tayyip Erdogan abrió las fronteras de su país, decenas de miles de refugiados han confluido hacia Grecia. En el puesto fronterizo de Kastanies (Pazarkule, del lado griego), donde los migrantes están congregados en una zona tampón, ya ha habido disturbios en los últimos días.
El patrón del café “Jojo Wild Rose” afirma que en esta zona no hay milicias “ya que con las alambradas los migrantes no pueden pasar”. Pero más hacia el sur, donde grupo de migrantes intentan incursiones a lo largo de los 212 kilómetros de porosa frontera, hay patrullas formadas por “exmilitares jubilados desde hace años”, asegura.
“Zona de guerra”
Desde el martes, Dimitris Kolgionis, alcalde adjunto de Feres, la municipalidad de 5.000 habitantes de la que depende Poros, organizó turnos para vigilar la frontera: “500 personas han respondido presente, y se turnan por franjas horarias”.
De las 9:00 a.m. a la 1:00 p.m., el miércoles, le tocó a Giorgos Yumis, jubilado, participar en la patrulla ciudadana: “Toda la región del Evros está movilizada. Estamos en zona de guerra y hay que defender nuestro territorio”.
Kizialidis Kizialis, de 60 años. agricultor de Poros, confiesa “tener miedo de los migrantes” pero se felicita del “buen trabajo del gobierno y de la policía”.
En Poros, el paso para los migrantes es casi imposible. Grecia ha duplicado sus patrullas en todas las fronteras terrestres y marítimas, y pidió el despliegue de refuerzos de la agencia europea de fronteras Frontex.
Según el gobierno griego, se han impedido en 24 horas unos 7.000 intentos de entradas ilegales en la región, y se han detenido a 24 migrantes, sobre todo originarios de Afganistán y de Pakistán, entre el miércoles por la mañana y el jueves por la mañana.
El lunes, unos veinte tractores con poderosos faros acudieron cerca del río para iluminar del otro lado, y disuadir a los refugiados a que pasen del lado griego.
“Una demostración de fuerza eficaz, puesto que varias personas fueron detenidas” constata Athanasios Pemusis.
La prensa griega informa también de que varios migrantes fueron detenidos sin miramientos por grupos de ciudadanos armados. “Tenemos armas para protegernos” precisa Sakis “estamos decididos a preservar nuestras fronteras”.
“Y si se produce un accidente ¡pues que se produzca!”, advierte.