Además de rechazar el autoritarismo, los jóvenes marchan contra reformas consideradas injustas. (Foto: AFP)
Además de rechazar el autoritarismo, los jóvenes marchan contra reformas consideradas injustas. (Foto: AFP)
Redacción EC

Por: Dan Morrison y Christopher Tyree

La introducción de Kimberley Kute a la democracia fue traumática. Cuando era adolescente, ayudó a su madre a repartir comida entre los partidarios maltratados de la oposición política de Zimbabue, mientras se recuperaban de las quemaduras y destrozos, tras una violenta campaña electoral en el 2008.

“Lo que me dije a mí misma, a partir de esa experiencia, es que tal vez uno no deba involucrarse en la política”, pero ahora estaba ansiosa por participar en las primeras elecciones desde que el Ejército removió a Robert Mugabe. Pero en una disputa en la que los dos principales candidatos afirmaron representar el cambio, ¿participarían los jóvenes enajenados de Zimbabue?

Un número creciente de adultos jóvenes que dicen estar interesados en la política rechaza el compromiso político formal a favor de la protesta callejera, según un análisis de datos de Orb Media, proveniente de 979.000 personas en 128 países.

Los adultos menores de 40 años tienen entre 9% y 17% más de probabilidades de participar en manifestaciones comparados con los mayores de 40 años, un marcado aumento desde principios del 2000, cuando los menores de 40 años tenían solo 3% más de probabilidades de protestar.

“Votar es una forma de influir en algo muy formalmente”, dice Dominik Puchala, de 20 años, un activista polaco de izquierda. “Pero a veces, especialmente en sociedades que no son sociedades civiles, esto no es suficiente”.

–La política informal–

Mientras que las encuestas muestran que la democracia sigue siendo la forma de gobierno más deseada, menos jóvenes participan como voluntarios o miembros de un partido. Otros modos de influencia, desde manifestaciones callejeras hasta campañas digitales, son cada vez más prominentes. A medida que más jóvenes eligen la política informal, más adultos mayores evitan las protestas.

Muchos jóvenes activistas prefieren las estrategias horizontales en redes digitales a las organizaciones con estructuras más convencionales. Otro factor es la exclusión de voces nuevas. Solo el 2% de los parlamentarios del mundo son menores de 30 años.

Muchos consideran que la política convencional está moralmente en riesgo. “Los adultos más jóvenes prefieren el ‘antiestablishment’”, señala Mattia Forni, de 27 años, analista de Ipsos.Los movimientos callejeros liderados por jóvenes han derrocado a líderes en Eslovaquia, Guatemala, Túnez y Egipto. En cada uno, el ‘establishment’ se reafirmó a sí mismo.

“Si los jóvenes solo emplean la desobediencia civil, inevitablemente quedarán excluidos de muchas decisiones”, advierte un informe del Consorcio para las Elecciones y el Fortalecimiento de los Procesos Políticos, con sede en EE.UU.

–Votación y corrupción–

Dos tercios de las personas que no votaron en los comicios del 2016 en EE.UU. tenían menos de 50 años. Solo un tercio de los jóvenes aprueba a Donald Trump como presidente.

El análisis también encontró que las personas menores de 40 años que piensan que su gobierno es corrupto tenían entre un 7% y 15% menos de probabilidades de votar que sus contemporáneos que no perciben la corrupción. Los mayores de 40 años que percibieron corrupción tenían entre 4% y 7 % menos de probabilidades de votar.

Pero un candidato o un tema estimulador aún pueden cautivar. En el 2015, cuando las manifestaciones obligaron al Gobierno de Polonia a bloquear el reasentamiento de 6.200 refugiados de África y del Medio Oriente, “realmente sentimos que ganamos”, se felicita Mateusz Marzoch, de 24 años, vocero de un grupo juvenil de extrema derecha.
En EE.UU., los sobrevivientes de un tiroteo en la escuela que acabó con la vida de 17 niños en Parkland, Florida, están trabajando para impulsar a los votantes primerizos en las elecciones legislativas de noviembre. El tiempo dirá si tienen éxito.

“Hay que tratar cada elección como si fuera la última”, escribió hace poco el activista de Parkland David Hogg, de 18 años. Con su presencia telegénica, Hogg ha utilizado a sus cerca de un millón de seguidores en las redes sociales para obligar a las principales marcas de consumo a cortar relaciones con el lobby de las armas en el país.

Tras votar con su madre el 30 de julio, Kimberly Kute publicó una foto de celebración en Twitter. Los festejos no duraron. Los soldados abrieron fuego contra manifestantes que protestaban por presunto fraude electoral. Seis personas murieron y Zimbabue volvió a caer en la incertidumbre.

“Voté muy esperanzada”, cuenta Kute. “Mi fe se rompió debido a la represión, pero en algún momento ocurrirá un cambio. Siempre ejerceré mi derecho al voto”.

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