La disposición del Gobierno Neerlandés por oficializar el uso de Países Bajos en lugar de Holanda para referirse a su país a partir del 2020 ha traído a la memoria la ocasión en la que Nueva Zelanda buscó rediseñar su imagen nacional, aunque no a través de una nueva nomenclatura sino con una nueva bandera.
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Corría el año 2014 y John Key era el primer ministro del país oceánico, cuando surgió la propuesta de cambiar el pabellón nacional. Era un tema del que siempre se había hablado pero en el que muy pocas veces se había ahondado debido a los variables niveles de apoyo y rechazo sobre el mismo.
Los principales impulsores del cambio en la bandera neozelandesa aseguran que su mayor motivación es dejar atrás la época en la que el país fue una colonia británica, etapa que se extendió desde 1841 hasta 1907.
La bandera neozelandesa se creó en 1902 e incluye la Union Jack británica, al igual que la mayoría de excolonias de la corona inglesa. Además, otro problema que surgió con el tiempo, fue que se confundía repetidamente con la de Australia.
Quienes buscaban un nuevo pabellón se inclinaban más por un diseño en el que figura una hoja plateada de helecho -símbolo nacional- sobre un fondo negro, propuesto originalmente en 1998 por la exministra de Asuntos Culturales, Marie Hasler, impulsada desde el 2004 por el empresario Lloyd Morrison a través de la iniciativa NZFlag.com y empleada por los dos equipos deportivos más importantes del país: la selección de rugby, los All Blacks; y la de críquet, los Black Caps.
Los que están en contra del cambio, sin embargo, argumentan que el pabellón forma parte de la historia del país y honra a la memoria de los soldados que combatieron por él.
Key se presentó en las elecciones generales del 2014 con el cambio de bandera dentro de su plan de gobierno y, tras ganar, aprobó el proceso para el cambio de pabellón. Esto, por supuesto, generó una amplia crítica de la oposición que consideraba el tema como mucho menos relevante frente a otros retos que debía enfrentar el Gobierno.
Pese a ello, la decisión estaba tomada y se invitó a que todos los neozelandeses enviaran sus propuestas para la nueva bandera hasta julio del 2015, los diseños finalistas serían sometidos a dos referéndums.
La respuesta fue masiva: 10.292 propuestas de diseños fueron enviadas. De todas ellas, el creado Comité de Estudio de la Bandera se encargó de elegir unas 40 que se dieron a conocer el 10 de agosto del 2015.
Entre el 20 de noviembre y el 11 de diciembre del mismo año, los neozelandeses acudieron al primer referéndum para responder a la pregunta de: “Si la bandera de Nueva Zelanda cambia, ¿qué bandera preferiría?”.
El 50,58% de los votos mostró como favorita una versión que incluía el helecho plateado, además de los colores negro, azul y estrellas rojas, diseñada por Kyle Lockwood. Junto a ella fueron elegidas como finalistas otras dos que incluían al helecho, una que llevaba el símbolo maorí en espiral conocido como koru y a través de una petición firmada por 50 mil personas se incluyó el chevrón.
En marzo del 2016 se celebró el segundo referéndum, el proceso duró tres semanas y la pregunta a responder fue: “¿Cuál es su elección para la bandera de Nueva Zelanda?”.
Unos 2,1 millones de neozelandeses acudieron a las urnas y la mayoría (56,74%) eligió mantener el diseño existente antes que la propuesta de Lockwood (43,26%).
De esa forma, tras un proceso que tomó varios meses y en el que se gastaron unos US$17,4 millones, los neozelandeses reafirmaron su deseo de mantener el clásico pabellón nacional.