El ex viceprimer ministro iraquí Tarek Aziz, la principal figura del Gobierno de Saddam Hussein durante más de dos décadas, falleció a los 79 años en un hospital de una cárcel en Iraq, informaron fuentes oficiales.
Aziz, que también ocupó el puesto de ministro de Asuntos Exteriores, estaba encarcelado desde el 2003 y había sido condenado a muerte en el 2010 por asesinato premeditado y crímenes contra la humanidad.
El ex jefe de la diplomacia iraquí murió de un infarto en el Hospital Al Hussein, en la ciudad de Al Naseriya, capital de la provincia meridional de Diqar. La dirección de la cárcel de Al Naseriya lo había trasladado allí luego de sufrir un ataque cardíaco.
Aziz, que sufría de diabetes, hipertensión y otras enfermedades, ya había sido ingresado con anterioridad en este centro para recibir tratamiento.
El ex responsable iraquí, cuyo nombre real era Mijail Yuhana, nació en una modesta familia cristiana en 1936 cerca de la ciudad septentrional de Mosul.
Era el único miembro cristiano del Gobierno de Iraq a cargo de Saddam Hussein y uno de sus más estrechos colaboradores hasta la caída del régimen en el 2003 por la invasión de Estados Unidos.
Desde 1979 y hasta el 2003, Aziz fue el "número dos" de la administración civil.
Su condena a la pena capital se debió a su responsabilidad en la persecución de militantes y dirigentes de partidos religiosos durante los años 80, lo cual afectó especialmente a políticos chiitas.
DEFENSOR ASERRIMO DE SADDAM HUSSEIN
Después de que las fuerzas Estados Unidos y británicas bombardearan Bagdad en 1998, Aziz cargó contra la comunidad internacional, el mundo árabe y los "criminales", en referencia al entonces primer ministro británico Tony Blair y el presidente norteamericano Bill Clinton.
A principios de 2003 realizó una gira europea de alto perfil para evitar, sin éxito, la invasión de Estados Unidos.
Su fluidez en inglés, idioma aprendido en la universidad, no solo logró la atención de los medios anglófonos, sino que le proporcionó una plataforma para lanzar críticas y reproches lo suficientemente agudos como para avergonzar a otros diplomáticos.
Incluso tras la ejecución de Sadam, Aziz subió al estrado durante un juicio a tres dirigentes del régimen de Iraq para insistir en que su admirado mentor no era culpable de crímenes contra la humanidad y que solo había castigado a potenciales asesinos.
Fuente: EFE / AFP