Cada 25 de diciembre el cristianismo celebra la Navidad, festividad en la que según la tradición se conmemora el nacimiento de Jesús en un pequeño pesebre en Belén. Sin embargo, la evidencia indica que lo más probable es que no haya nacido ni este día ni en esa pequeña aldea de Judea y quizás ni siquiera haya estado dentro de un pesebre.
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Iniciemos por la fecha. Según el evangelio de Lucas, tras el nacimiento de Jesús un grupo de pastores se encontraba cuidando a sus rebaños en el campo durante la noche cuando un ángel se apareció para anunciarles la llegada de Cristo.
Según el libro “La vida cotidiana en Palestina en tiempos de Jesús”, escrito por Daniel Rops, los rebaños se mantenían al aire libre desde la última semana de marzo hasta mediados de noviembre, mientras que pasaban el invierno al refugio de las majadas.
Además, el año 0 no marcaría tampoco el nacimiento del Mesías católico. Por un lado, el evangelio de Mateo asegura que Jesús nació “en los días del rey Herodes”, en referencia a Herodes El Grande, quien reinó sobre Judea, Galilea, Samaria e Idumea antes de fallecer en el año 4 a.C.
Por otro lado, el evangelio de Lucas señala que cuando María estaba embarazada de Jesús, el emperador César Augusto decretó la realización de un censo que se aplicó por Cirenio, gobernador de Siria. Dicho censo, según registros históricos, se realizó recién en el año 6 d.C.
La fecha que sí se conoce, debido a que se precisa en el evangelio de Juan, es la de su muerte: el 14 de nisán, el primer mes del calendario hebreo antiguo y que lo podemos ubicar entre marzo y abril del calendario gregoriano; del año 33 d.C.
Ahora pasemos al lugar. El primer cuestionamiento es por qué en los diferentes textos bíblicos se refieren a Cristo como Jesús de Nazaret si supuestamente nació en Belén. Los evangelios de Marcos, de Juan y el libro “La infancia de Jesús”, del papa emérito Benedicto XVI, señalan que Nazaret habría sido su lugar de nacimiento.
La elección de Belén sería, mas bien, un arreglo en la historia para coincidir con las antiguas profecías de Miqueas, que señalaban que el Mesías provendría de la misma tierra del rey David. Es decir, la aldea de Belén. Basándose en eso, Mateo y Lucas habría acomodado este pequeño detalle geográfico en sus evangelios.
Entonces, ¿por qué cada 25 de diciembre los cristianos se reúnen para celebrar el nacimiento del hijo de Dios? La respuesta a esta pregunta la encontramos en la antigua Roma.
En el 274 d.C. el emperador Aureliano oficializó el culto “Natalis Solis Invicti” (Nacimiento del Sol Invicto), un rito de adoración al astro que iniciaba con el solsticio de invierno y se extendía como un festival hasta el 25 de diciembre. Del 24 al 25 se armaba una gran fiesta.
Con el avance de la iglesia, se decidió ubicar la Navidad en esta fecha para reducir el impacto en los romanos paganos que se iban convirtiendo.