Vikingos, petróleo y fiordos. ¿Qué país se le viene a la mente? Probablemente, Noruega.
Pero al listado de conceptos típicos asociados al país nórdico habrá que sumar ahora uno nuevo: democracia.
Por quinto año consecutivo, Noruega logró posicionarse como el país más democrático del mundo según el Índice de Democracia 2014 publicado por The Economist Intelligence Unit el 20 de enero.
El país escandinavo, además obtuvo 9,93 puntos de 10 por tercer año consecutivo. Y es que el mejor alumno del curso ya es más tradición que sorpresa, dentro de la lista de 165 países y dos territorios que contempla el índice.
Noruega sacó puntaje máximo en cuatro de los cinco factores evaluados por la medición (proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionalidad del gobierno, participación política y cultura política).
Pero, ¿qué es lo que ha permitido a Noruega posicionarse como el país más democrático del mundo, según el índice?
IGUALDAD, IGUALDAD E IGUALDAD
Los expertos consultados por BBC Mundo coinciden en que instituciones públicas fuertes, una cultura basada en la confianza y la baja desigualdad son esenciales.
"Un estado fuerte con baja corrupción y favoritismo genera confianza y tiene los instrumentos necesarios para contribuir a bajar la desigualdad a través de altos impuestos que generan buenos servicios públicos", le dice a BBC Mundo Benedicte Bull, líder de la Red Noruega de Estudios Latinoamericanos (Norlarnet).
Igualdad pareciera ser un concepto clave.
"Noruega es un país con una fuerte cultura igualitaria cuyos orígenes están en la religión protestante, en haber sido un país pobre y austero, y con una profunda tradición de cercanía entre el poder político y la sociedad", le explica a BBC Mundo Mariano Aguirre, director del Centro Noruego para la Construcción de la Paz (NOREF), con sede en Oslo.
Y esta alta valoración a una sociedad igualitaria tiene mucho que ver con el particular ADN del país. La historia de Noruega es distinta a la de otros países de Europa, ya que nunca fue potencia colonial, más bien, lo contrario.
Históricamente dominado por otras potencias como Dinamarca, Suecia y Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, "la sociedad noruega carece de la melancolía del poder que tienen algunos de los países que fueron potencias coloniales", asegura Aguirre.
La capital de Noruega, Oslo, cuenta con una vibrante cultura urbana.
"También creo que tenemos una cultura de participación que viene desde hace mucho tiempo atrás. Surgió con los grandes movimientos sociales (de trabajadores, movimientos laicos etc.) del siglo XIX y algunos por lo menos siguen siendo fuertes", complementa Bull.
¿NORUEGA O ESCANDINAVIA?
Pero el buen desempeño noruego coincide con el del resto de su región. Cuatro de los cinco países más democráticos según el índice son nórdicos.
E históricamente, el primer lugar se lo ha llevado un país escandinavo: Noruega durante las últimas cinco mediciones y Suecia en las de 2006 y 2008.
La buena utilización de los recursos del petróleo es una de las razones del éxito.
Pero que Escandinavia tenga buenos resultados es más la regla que la excepción.
"Es un sociedad pequeña (menos de 6 millones de habitantes), rica debido a su inteligente manejo del petróleo y a haber usado la renta que este recurso le produce para desarrollar otros sectores productivos(como la pesca y la industria hidráulica)", asegura Aguirre.
"Todos estos países tienen estados de bienestar que suelen crear confianza en el sistema y también nivelar desigualdades, lo que a su vez genera confianza en las instituciones democráticas", explica Bull.
Sin embargo, la investigadora advierte que estos factores pueden estar en retroceso en varios países escandinavos. Aun así, "la cultura política que han generado sigue, por lo menos por el momento".
¿Y SUIZA?
Que sea Noruega y no Suiza el país más democrático según el índice contribuye a derribar un mito.
Suiza es probablemente el lugar más emblemático de la democracia directa ya que sus votantes tienen la oportunidad de participar continuamente de referendos e iniciativas populares vinculantes que generalmente marcan la agenda del poder ejecutivo.
Mayor participación popularvinculante no necesariamente implica mayor democracia.