Una figura carismática e histriónica que promete soluciones a problemas que llevan años en una sociedad y que remarca, cada vez que puede, que está alejado de la política tradicional. Son algunas de las características que comparten el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro; y el flamante primer ministro británico, Boris Johnson. Todos ellos, además, definidos como líderes populistas en más de una ocasión.
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¿Qué significa realmente el populismo? Según la RAE, es una tendencia política que pretende atraer a las clases populares. El filósofo argentino Ernesto Laclau lo define como todo proyecto político hegemónico que se aplica a situaciones en las que existen demandas sociales insatisfechas. Mientras que el politólogo holandés Cas Mudde lo considera una ideología que observa una división de la sociedad entre los “puros” y una “élite corrupta” en la que el político debe expresar la voluntad general de los primeros.
“Parte de lo complejo de hablar de populismo es que no existe una definición unívoca. El líder populista es aquel que está con el pueblo y busca a un sujeto o colectivo con el que antagonizar para poder sostener su discurso”, explica a El Comercio la politóloga y docente de la Universidad del Pacífico Eliana Carlín.
“El populismo se alimenta de un discurso de oposición, pero al hacer esto le da un carácter existencial a los que busca representar. No obstante, es peligroso porque concentra el poder en una persona, quien puede ser un líder carismático que utiliza al Estado para su beneficio personal”, opina el politólogo Carlos Pérez.
—Los ciclos se repiten—
El libro presentado este viernes en la FIL Lima 2019 por el internacionalista Farid Kahhat, “El eterno retorno”, grafica el avance del populismo en Europa durante los últimos años con un simple ejemplo. En el 2000, 14 gobiernos europeos firmaron una carta en la que advertían a Austria de que si el partido del ultranacionalista Jörg Haidar formaba parte del gobierno suspenderían las relaciones políticas bilaterales. La medida generó la renuncia de Haidar a la presidencia del Partido de la Libertad.
Diecisiete años después, la misma organización se convirtió en parte del gobierno. Esta vez ningún miembro de la Unión Europea se pronunció.
A esto le podemos sumar la llegada de Matteo Salvini al Gobierno Italiano, Andrzej Duda al de Polonia, Viktor Orban en Hungría o al avance de Marine Le Pen en las últimas elecciones francesas y al de Geert Wilders en los comicios holandeses.
“Yo creo que no podemos dar por cerrado ningún capítulo en la historia. Vivimos en tiempos donde se repiten ciclos y el populismo es uno de ellos, incluso en un continente que debió quedar tan marcado por el experimento populista como lo fue Europa”, explica el analista de políticas públicas para América Latina del Cato Institute Juan Carlos Hidalgo. “El tema populista en este caso tiene varias aristas. La más identificable es el tema migratorio y el euroescepticismo, particularmente hacia la Unión Europea como institución”.
Pérez agrega que el rechazo temporal hacia el populismo solo se observó en Europa y Norteamérica. “En el resto del mundo, los populismos han gozado de mucha fortaleza desde la época del poscolonialismo”.
—De derecha o izquierda—
Si bien una rápida mirada de los actuales exponentes del populismo nos haría pensar en que el movimiento está ligado a la ultraderecha, este fenómeno en realidad no es exclusivo de una postura política. “No hay un monopolio ideológico sobre el populismo. En Europa vemos populistas como Salvini, pero también están Tsipras en Grecia o Pablo Iglesias en España”, dice Hidalgo.
En Latinoamérica, el fenómeno no es tan diferente. Mientras que en el siglo pasado encontramos a figuras como Juan Domingo Perón en Argentina o Alberto Fujimori en nuestro país, el populismo latinoamericano de los últimos años estuvo marcado por Hugo Chávez, Lula da Silva o Evo Morales.
En todo caso, ya sea de derecha o de izquierda, el líder populista necesita una serie de factores sociales que lo lleven al poder. “Se necesitan partidos políticos débiles, crisis económica o social, un Estado debilitado y una sociedad profundamente desigual”, dice Pérez. “En resumen, descontento. El populismo medra del descontento popular hacia algo”, añade Hidalgo.
Si arroja un dardo hacia un mapa, lo más probable es que este caiga en una región donde destaca alguna figura populista. Desde Bolsonaro en Sudamérica, Trump más al norte, Johnson o Salvini en Europa, hasta Narendra Modi o Rodrigo Duterte en India y Filipinas, el fenómeno no conoce de fronteras, acomodándose a realidades tan diversas.
“Los latinos somos más proclives al mesianismo. En Europa lo marca el rechazo a la migración y el euroescepticismo. Mientras que en Asia se proyecta la imagen de superhombre en este tipo de líderes”, detalla Hidalgo.
—Identifique a un populista—
EL MESÍAS
El populista suele ser un personaje carismático, muchas veces sin formación partidaria tradicional y que suele centrar el debate en su figura personal antes que en propuestas o ideologías.
DISCURSO DE PROMESAS
Este tipo de políticos buscarán llenar sus discursos de innumerables promesas, pero muy pocas veces explicarán cómo las llevarán a cabo, por qué las harán o cuán viables son técnicamente.
IDENTIFICANDO ENEMIGOS
El populista siempre necesita generar un enemigo sobre el que girará su discurso. Pueden ser desde los medios de comunicación hasta la clase empresarial, migrantes o los partidos políticos tradicionales.
—Los peligros en el Perú—
Si repasamos los factores que los especialistas consideran necesarios para el surgimiento de un liderazgo populista, notaremos que nuestro país cumple la mayoría –si no todos– de ellos. “Hay un desprestigio de la clase política. Y esto también es resultado de lo que [el politólogo peruano Alberto] Vergara llama ‘la política del perro del hortelano’, poner por encima el fin económico olvidando la construcción de ciudadanía y la necesidad de construir institución”, señala Eliana Carlín.
A esto deberíamos sumar factores como la migración venezolana, a la que el 67% de limeños considera negativa según una encuesta de Ipsos-El Comercio publicada en abril, y que ya ha servido de excusa para discursos xenófobos.
“El populismo de derecha contemporáneo es proteccionista, nacional-popular, chauvinista y de rechazo al migrante. En el Perú, esta tendencia podría estar representada por Antauro Humala o quienes planean crear un partido como VOX-Perú”, advierte Carlos Pérez.
“Pero también nos podemos encontrar figuras como Phillip Butters, que es abiertamente misógino. O discursos como el de Gregorio Santos, el gobernador Elmer Cáceres [de Arequipa] u otros más regionales, que preocupan a los empresarios. Depende de qué lado político estés te pueden preocupar diferentes figuras”, añade Carlín.
Y si bien Pérez señala que cada populismo debe ser evaluado individualmente y según el momento histórico, Juan Carlos Hidalgo lo considera un peligro para Latinoamérica. “Estados Unidos soporta la embestida de Trump porque hay instituciones fuertes, pero aun así el país quedará cicatrizado. En Latinoamérica las instituciones son más débiles, por lo que la capacidad de daño del populismo es más marcada”, señala.