A Surjan Shrestha se le rompe el corazón al ver la plaza Durbar de Patan llena de escombros, lo único que queda de los antiguos templos nepalíes que tan bien conoce.

Este comerciante de 28 años creció justo al lado de este lugar del patrimonio mundial de la UNESCO en el valle de Katmandú, rico en templos hindúes, estatuas y palacios reales que quedaron muy dañados por el terremoto.

"Siempre hemos escuchado decir que un día habría un 'big one' pero nunca nos hubiéramos imaginado que iba a ser tan destructor", comenta mirando la plaza en ruinas donde vendía pashminas a los turistas.

"No me puedo creer que estos templos se hayan derrumbado, esta plaza parece incompleta sin ellos. Se me rompe el corazón cuando miro alrededor", afirma.

El terremoto de magnitud 7,8 que asoló el 25 de abril asestó un duro golpe al rico patrimonio cultural del Himalaya y dejó en ruinas tres antiguas plazas reales - Patan, Katmandú y Bhaktapur - del valle de Katmandú.

"El terremoto afectó al 90% de los lugares. Es difícil evaluar las pérdidas", afirmó Bhesh Narayan Dahal, director general del departamento de arqueología.

"Al día siguiente del terremoto, se envió un equipo para evaluar los daños y hacer un inventario de lo encontrado" para asegurarnos de que nadie se lleve ninguna pieza de valor, explica.

La UNESCO calificó de "absolutamente dramáticos" los daños sufridos en estos tres lugares del patrimonio mundial.

"Estamos en contacto con el gobierno y le instamos a proteger estos lugares", dijo Christian Manhart, responsable de la UNESCO en Nepal.

- ' Guerra de la naturaleza' -


En la plaza Durbar de Patan, 500 policías y soldados nepalíes removían el viernes entre los escombros para intentar salvar lo que pueden con vistas a la reconstrucción.
"Hemos trabajado ayer durante todo el día y desde primeras horas de esta mañana. Es nuestro patrimonio, debemos protegerlo", afirmó a la AFP el responsable adjunto de la policía Prakash Sharma.

Mientras los soldados amontonan los ladrillos y supervisan todo desde enormes pilas de escombros, los habitantes impiden el acceso al lugar.

A uno de los lados, una muchedumbre hace cola con bidones para recoger agua de una fuente que parece haber resistido al desastre.

"Hemos sobrevivido a una guerra humana, pero esto es una guerra de la naturaleza contra nosotros", reacciona Sharma, preocupado por posibles saqueos de piezas inestimables.

"Hemos impedido el acceso del público porque todo el mundo no tiene buenas intenciones. Hemos rodeado la zona y establecido medidas de seguridad en torno a las ruinas", añadió el responsable policial.

Hay dibujos y planos arquitectónicos de estos monumentos, lo que podría permitir su reconstrucción, como ya sucedió después del terremoto de 1934, señala la UNESCO, que hará lo posible por mejorar la resistencia sísmica de estos monumentos de varios siglos de antigüedad.

"Vamos a emplear todos nuestros recursos para la reconstrucción de estos lugares de aquí a cinco o siete años", adelantó Dahal, del departamento de arqueología. "Son nuestro orgullo, nuestra identidad y trabajaremos para reconstruirlos".

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