La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)
La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)
Redacción EC

La ciudad brasileña de podría vivir tiempos devastadores si la deforestación de la selva amazónica no se detiene. Una sequía provocaría enfrentamientos entre los ciudadanos y las fuerzas del orden como ocurrió entre 2014 y 2015. La ciudad más grande de América está al borde de la catástrofe, según advierte el presidente de la compañía de agua más importante de Sao Paulo, Jerson Kelman.

"No debemos transformar el Amazonas en pastizales", señala.

El bosque tropical más grande del mundo cumple un gran rol en la formación de lluvias en varias ciudades de América del Sur, entre ellas la más afectada es Sao Paulo.

"El Amazonas crea un movimiento de agua. Si pudieras seguir una molécula de agua, verías que la mayoría de las nubes que están sobre Sao Paulo han cruzado el Amazonas. Si se corta el bosque, estaremos en problemas", cuenta Kelman.

Las advertencias de Kelman podrían generar un debate en la opinión pública sobre la estrecha relación que guarda el cambio climático, el Amazonas y una sequía que vivió Sao Paulo entre 2014 y 2015. De hecho, la noticia parece haber sembrado alarma en la población al punto que el alcalde reconoció la importancia del vínculo entre el Amazonas y el suministro de agua de la ciudad.

La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)
La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)

"Necesitamos preservar la selva tropical para preservar el ciclo de lluvia en el centro y sudeste de Brasil", dijo a The Guardian.

Pero sus palabras parecen no concordar con las acciones de su gobierno, según señala el medio inglés.

Jerson Kelman es consciente del poco interés de los políticos en esta materia debido a la gran cantidad monetaria que se invierte en investigaciones de este tipo y al ‘efecto retardado’ que tiene sobre la población.

"Sé que en tres o cuatro años, algunos políticos se quejarán de que estamos desperdiciando dinero en infraestructura inactiva. La gente olvida fácilmente ", dice Kelman. "Pero ahora que la naturaleza nos ha mostrado lo que ella puede hacer, lo menos que la población puede esperar es que los responsables de la toma de decisiones se preparen para eventos raros... Si ocurre algo peor, entonces tenemos un problema".

La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)
La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)

--- La catástrofe de Sao Paulo de 2014 ---

"Fue como en tiempos de guerra”, confiesa Kelman. Aquel periodo no fue ordinario, las lluvias se redujeron a la mitad convirtiendo a este ciclo en el peor registrado en el siglo XX. Varios municipios de la ciudad de Sao Paulo se declararon en “estado de calamidad” por la falta de agua, lo que llevó a la intervención militar y la destinación de fondos de emergencia al gobierno federal.

Los municipios más afectados saqueaban y robaban camiones de agua porque se empezaba a sentir la pegada de la sequía. Las piscinas de algunas viviendas fueron saqueadas y los vecinos que a pesar de la crisis lavaban sus autos eran juzgados por la comunidad.

Según señala un reporte de The Guardian, en aquellas fechas, los restaurantes empezaron a servir comida en platos de plástico y las cafeterías vendían solo gaseosas embotelladas porque no había agua para el café.

La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)
La ciudad brasileña vive en incertidumbre porque una sequía podría desatar saqueos y enfrentamientos con militares por la búsqueda de agua. (Foto: Reuters)

"Estábamos desesperados. El nivel del embalse simplemente bajaba y bajaba. Sabíamos que cuando las personas no tienen agua, se vuelven locas. Habíamos visto las protestas en ciudades más pequeñas donde la gente se estaba metiendo en la propiedad para robar agua. Nos imaginamos cómo serían aquí con 21 millones de personas. Pensamos en los hospitales que no pueden tratar a los pacientes y los niños que tienen que quedarse en casa desde la escuela. Sería un caos", detalla Silvana Franco, una funcionaria de alto rango en el centro de control.

Pero esta sequía se veía venir, según cuenta Jerson Kelman:

"Tuvimos datos excelentes, 83 años valiosos, y estábamos preparados para lo peor de la historia”.

"La experiencia de Sao Paulo nos muestra que no podemos confiar en suposiciones pasadas. Necesitamos esperar lo mejor y prepararnos para lo peor".

(Foto: Reuters)
(Foto: Reuters)

Malu Ribeiro del movimiento de conservación, SOS Mata Atlántica señala que es “posible mejorar invirtiendo en bosques y tratamiento de agua, pero eso no está sucediendo… Así que, por supuesto, este [tipo de sequía] volverá a suceder. La ciudad todavía está creciendo. Hay más deforestación. Más personas viven cerca de las fuentes de agua. Hemos aprendido poco o nada de la crisis".

Alexis Morgan de la WWF concuerda con Kelman al señalar que no se le da importancia a los bosques cuando se habla de sequía:

"Las empresas han aprendido que las soluciones del lado de la demanda son más baratas y más fáciles. Ese debería ser el lugar para comenzar. Pero los ingenieros invariablemente quieren poner más suministro en el sistema. No reconocen que los activos verdes [los bosques] se aprecian con el tiempo a diferencia de los activos grises [represas de hormigón]. El gobierno debería mirar a ambos".

Para Camila Ramos de Climatempo la advertencia de la escasez de lluvias ya está hecha.

"Si el bosque amazónico desaparece sería plausible suponer que los volúmenes de lluvia bajarían en Sao Paulo ya que el suministro de humedad hacia el sureste podría disminuir", sentencia.

Contenido sugerido

Contenido GEC