Más de dos millones de musulmanes empezaban a congregarse para su peregrinación anual a La Meca, en Arabia Saudita, en un contexto de tensión en Medio Oriente y de duelo tras la muerte de más de 100 personas por el derrumbe de una grúa.

Pese a ello, los sentimientos de fervor y exaltación imperan entre los fieles, que acuden de todo el mundo para asistir al ritual del hach, que se inicia oficialmente el martes. 

"Mire la cantidad de gente que hay aquí. ¿Cree que tienen miedo? ¡Al contrario!" exclama Amin al Rahmanm, procedente de Bangladesh.

Ningún drama importante se había producido desde 2006, pero el hach de este año está marcado, incluso antes de su inicio, por la caída de una gigantesca grúa en la Gran Mezquita de La Meca, que el 11 de septiembre causó la muerte de al menos 107 personas y heridas a cerca de 400.

El accidente, provocado por fuertes vientos y por negligencias imputadas a la empresa de construcción BinLaden Group, no afectará a la peregrinación que se efectúa cada año en medio de una enorme obra de construcción para ampliar la Gran Mezquita.

Pero los riesgos de accidente siguen existiendo: el jueves un millar de peregrinos asiáticos fueron evacuados de un hotel tras un incendio nocturno en una habitación.

Se prevé que acudan al hach cerca de 1,4 millones de fieles procedentes del extranjero, pues todo musulmán que tenga los medios debe hacer esta peregrinación al menos una vez en su vida. A ellos se sumarán cientos de miles de saudíes y de extranjeros residentes en el país.

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