"Un milagro". Así han calificado las autoridades de aviación de Estados Unidos el hecho de que un adolescente de 16 años sobreviviera el pasado domingo durante más de cinco horas escondido en el tren de aterrizaje de un avión que cubría la ruta entre la localidad californiana de San José y Maui, en Hawái.
Al parecer, el joven de Santa Clara -quien se había escapado de casa tras tener una discusión familiar- estuvo inconsciente durante la mayor parte del trayecto debido a la falta de oxígeno y a las bajas temperaturas que se registraron a los más de 11.000 metros de altura (38.000 pies) que alcanzó la aeronave.
Una hora después de que el avión aterrizara, el adolescente recuperó la consciencia y salió desorientado a la pista de aterrizaje del aeropuerto en Maui, donde fue divisado por el personal de tierra.
Su historia pudo ser corroborada porque las cámaras de videovigilancia del aeródromo de San José captaron el momento en el que el joven trepó una valla de la instalación y se coló dentro del tren de aterrizaje del vuelo 45 de Hawaiian Airlines.
Pese a ello, algunos expertos médicos han puesto en duda la veracidad de la historia, asegurando que les parece difícil creer que el joven haya sobrevivido.
El chico -quien se encuentra en buen estado de salud- fue entregado a responsables de los servicios de protección infantil de Maui.
Por el momento, las autoridades estadounidenses han descartado que se vayan a presentar cargos en su contra.
TRAGEDIAS
Esta no es la primera vez que un polizón sobrevive a un vuelo escondido en el compartimento del tren de aterrizaje de una aeronave, aunque en la mayor parte de casos estas aventuras acaban en tragedia.
En muchas ocasiones, los polizones que tienen la suerte de no morir aplastados cuando el tren de aterrizaje se repliega tras el despegue, fallecen a consecuencia de la falta de oxígeno y por las bajas temperaturas, que pueden rondar los -60ºC.
Otras veces -como sucedió en 2012 cuando el cuerpo de un hombre de 26 años procedente de Angola cayó a una calle de una localidad cercana al aeropuerto londinense de Heathrow- los polizones mueren al precipitarse al vacío inconscientes cuando se abre el compartimento del tren de aterrizaje cuando los aviones se acercan a sus aeropuertos de destino.
Según un informe hecho público este lunes por la Administración Federal de Aviación de EE.UU. (FAA, por sus siglas en inglés), desde 1947 se han constatado los casos de 105 personas que intentaron volar en los trenes de aterrizaje de 94 vuelos diferentes.
De esas personas, 25 vivieron para contarlo, incluyendo un niño de 9 años, lo que da una cifra de supervivencia de alrededor del 24%.
En la mayoría de los casos se trató de vuelos de corta distancia y sólo en una ocasión la aeronave superó los 11.000 metros de altura, lo que hace que la historia del polizón de San José parezca todavía más increíble.
HIPOXIA E HIPOTERMIA
Según los especialistas en medicina aeroespacial, no es sencillo que un polizón logre sobrevivir a las condiciones extremas de un vuelo comercial.
Inicialmente pueden mantener su temperatura corporal tras el despegue gracias al calor que desprenden los sistemas hidráulicos y los neumáticos del tren de aterrizaje.
Además, los aviones comerciales ascienden de forma gradual, lo que hace que los polizones entren progresivamente en un estado de inconsciencia a medida que el oxígeno en la atmósfera va disminuyendo.
Cuando el calor proveniente del tren de aterrizaje se disipa, desarrollan hipotermia, una condición que, por otro lado, ayuda a preservar el sistema central nervioso.
Tanto la hipoxia causada por la falta de oxígeno como la hipotermia se van revirtiendo a medida que el avión desciende.
Algunos expertos han puesto en duda la veracidad de la historia del joven de San José, asegurando que a 38.000 pies de altura la muerte es segura. Otros creen que el adolescente, debido a la hipotermia y a la hipoxia que con toda seguridad sufrió, pudo entrar en una especie de estado de hibernación que le permitió sobrevivir.
Los especialistas opinan que el hecho de que el joven tuviera tan sólo 16 años le habría ayudado a sobrevivir a la experiencia, aunque advierten que podría sufrir secuelas, como daños en su sistema neurológico, en sus riñones o en algunos tejidos corporales.