En la aldea cisjordana de Susia, cientos de palestinos viven angustiados por el miedo a que cualquier día lleguen las excavadoras del ejército israelí para destruir su pueblo, como ya ocurrió otras veces.

No es el único pueblo en esta situación en los territorios ocupados, pero su caso ha despertado el interés de Estados Unidos, que advirtió que lo "sigue de cerca" y que consideraría su destrucción "una provocación" por parte de Israel.

Susia está a punto de convertirse en un símbolo de la colonización israelí, que cada año gana un poco más de terreno, contribuyendo así a enterrar un proceso de paz en punto muerto.

Si se cumplen los malos presagios de los habitantes y las casas son demolidas "los colonos se apoderarán directamente de las tierras, o las autoridades las confiscarán para reasignarlas", explica la ONG israelí B'Tselem. 

El Cogat, el órgano del ministerio de Defensa israelí encargado de coordinar las actividades israelíes en los Territorios Palestinos, afirma que "la aldea se extendió de forma ilegal y fuera de su zona histórica", es decir, sin permiso de construcción.

Por eso defiende la aplicación del dictamen de la Corte Suprema que se opuso en mayo a congelar las órdenes de demolición.


- 'Tiendas de campaña y grutas' -

Hace unos 30 años, los palestinos de Susia, cerca de Hebrón, fueron expulsados de su aldea y levantaron casas un poco más lejos, en sus terrenos agrícolas.

Era la primera expulsión pero no la última. Hubo otras dos, informa la ONG Rabinos por los Derechos Humanos que defiende a la aldea desde hace años ante los tribunales israelíes.

En 2001, explica a la AFP Jihad al Nawajaa, jefe del consejo del pueblo, el ejército israelí destruyó las casas afirmando que se habían construido en un lugar arqueológico.

En la actualidad los habitantes se instalaron en tiendas de campaña o en grutas naturales. "Estamos preocupados, todo el tiempo bajo presión desde la sentencia de la Corte Suprema, tememos que el ejército llegue para destruirlo todo", admite uno de ellos, Naser Nawajaa.

"Quieren que nos vayamos a vivir a las tierras de los habitantes del pueblo de Yata. ¡Y de eso nada!", asegura.

Los habitantes están convencidos de que el plan de los israelíes consiste en desplazarlos de la zona C (el 60% de Cisjordania bajo control militar y civil israelí) a la A, la única dependiente al 100% de la Autoridad Palestina.

Y todo ello, dicen, para dejar sitio a los colonos, de los que ya hay casi 400.000 en Cisjordania y cuyos representantes son muy influyentes en el gobierno de Benjamin Netanyahu.


- 'Volveremos' -

Según la ONU, menos del 1% de la zona C está reservado al desarrollo de la construcción para los palestinos, contra el 70% para los colonos. El 29% restante está sometido a restricciones que imposibilitan la construcción a los palestinos.

"Hoy, quieren expulsarnos para hacer sitio y construir un parque para los habitantes de la colonia de Susia asentados en nuestras tierras", afirma el jefe de la aldea.

"Nos robaron nuestras tierras y también nos robaron el nombre del pueblo", añade. Pero "no nos iremos, -advierte- no abandonaremos nuestro pueblo ni por la fuerza, volveremos al día siguiente".

"No volveremos a vivir la tragedia de 1948", advierte, refiriéndose al año de la "Nakba" (Catástrofe), término con el que los palestinos se refieren a la creación de Israel y que obligó a casi 800.000 a huir de sus tierras.

La Corte Suprema "usa como pretexto el hecho de que no tenemos infraestructuras en el pueblo". Lo cierto es que está incomunicado, sin carreteras ni líneas telefónicas que lo conecte con el resto del mundo.

"En realidad están muy cerca", afirma Naser Nawaja. "A unos metros hay canalizaciones de agua y electricidad, pero (los israelíes) nos prohíben el acceso y las desviaron hacia la colonia de Susia", acusó.

Fueron precisamente los colonos de Susia, junto a la organización procolonización Regavim, quienes recurrieron a la justicia para reclamar la demolición del pueblo. Sus recursos desembocaron en el dictamen de la Corte Suprema favorable a ella.

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